Buena película sobre el racismo en el año 1839, unos años antes de la guerra de secesión estadounidense.
Un grupo de esclavos logra salir de las galeras donde están encerrados y hacerse con el barco después de matar a toda la tribulación excepto a dos tripulantes para que les ayuden a gobernar el barco. No consiguen su objetivo de llegar a África y son interceptados por otro barco. Todo el grupo de esclavos son llevados ante los tribunales para decidir si son culpables de asesinato, o si por el contrario son inocentes ya que dichos asesinatos se realizaron cuando se les estaba esclavizando ilegalmente y por consiguiente estaban luchando por su libertad.
Hay momentos muy buenos como son cuando están frente a frente Hopkins y Freeman, pero a la calidad de los actores se le podía haber sacado más jugo.
Como película basada en hechos reales, la realidad supera a la ficción y el guión no tiene grietas ni momentos vacios.
Solo un pero imputable a toda la legión cinematográfica estadounidense, que se recrea en llevar a la gran pantalla la crueldad que han ejercido otros países en sus colonizaciones, pero nunca veremos como ellos hicieron desaparecer casi al 100% de la población indígena de los Estados Unidos. Está bien exponer las atrocidades llevadas acabo de unas personas hacia otras, pero hay algunas que nadie se atreve a tratar, ni el propio Spielberg.
Tiene cosas muy buenas como son el vestuario (que por cierto aprovecho para reivindicar que debería salir en la ficha técnica de las películas, el apartado de vestuario) y la fotografía.