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España España · Sevilla
Voto de Atlantis:
8
Drama Alvin Straight (Richard Farnsworth) es un achacoso anciano que vive en Iowa con una hija discapacitada (Sissy Spacek). Además de sufrir un enfisema y pérdida de visión, tiene graves problemas de cadera que casi le impiden permanecer de pie. Cuando recibe la noticia de que su hermano Lyle (Stanton), con el que está enemistado desde hace diez años, ha sufrido un infarto, a pesar de su precario estado de salud, decide ir a verlo a ... [+]
15 de marzo de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno no puede evitar pensar mientras contempla el peculiar viaje del señor Straight (con una sonrisa imborrable durante todo el metraje) que, en cada una de sus paradas en los arcenes de la larga ruta desde Iowa hasta Wisconsin, el anciano nos está regalando lecciones de la vida.

Lecciones desde la experiencia que hablan de la familia, de la integridad, del pasado doloroso y del perdón. El suyo es un viaje a lo más profundo de su propio corazón, y lo hace de la única forma que puede hacerse: solo. Solo, aunque ayudando y dejándose ayudar por los que le rodean. Cada parada le supondrá una experiencia sobre la vida, bien una en la que sabrá aportar su propio conocimiento o bien una que le resulte tan imprevisible como le podría resultar a cualquiera, porque a ninguna edad se está exento de descubrir cosas nuevas.

Especialmente inspiradora es su breve charla con los jóvenes ciclistas, en los que da una demoledora sentencia sobre la fugacidad de la juventud y los fantasmas de la vejez. Al viejo, los ojos cristalinos de un conmovedor Richard Farnsworth, le harán volver atrás en el tiempo y sentir nostalgia por el tiempo que fue. Al joven que comprenda el mensaje, le hará entender que es momento de vivir la vida, y que ya llegará el momento de ser viejo y recordar lo vivido. Al que se encuentre en medio, le hará pensar que debe aprovechar mejor cada instante.

David Lynch nos hace pensar, sí. Pero en ningún momento desde el aleccionamiento, ni desde la pretenciosidad. Ya el propio vehículo escogido para el periplo de Alvin (un cortacesped de segunda mano) dice mucho de las intenciones: un viaje sencillo, una historia sincera (que le vendría mejor que "verdadera" al título en español), de un hombre, ya en la recta final de su vida que, literalmente, se levanta desde el suelo y emprende un camino.
Atlantis
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