Hay películas que honestamente son muy lentas, pero que la crítica eleva tanto que deja la culpa del aburrimiento en el espectador. Este es un caso perfecto, una cinta casi sin trama, sin evolución, ningún conflicto. La película trata de un aseador de baños, y es tan entretenido verlo trabajar dos horas, como lo sería en el mundo real.

Es una perfecta apología de vivir encadenados a un trabajo rutinario y pretender sentirnos agradecidos por ello. No será raro que pongan estas películas en dinámicas empresariales motivacionales. Destaca la hermosa fotografía, pero es un recurso que se agota pronto, y aún queda mucho metraje sin movimientos de cámara, guion o diálogos cautivadores.

Recomendada para fanáticos del mindfulness. Para apreciar la vida tenemos el mundo real. El cine debe ser más entretenido que eso.

Nota: 4.5