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Voto de Vivoleyendo:
4
Cine negro. Drama. Romance. Thriller Johnny Farrell (Glenn Ford), un aventurero que vive de hacer trampas en el juego, recala en Buenos Aires. Allí lo saca de un apuro Ballin Mundson, el propietario de un lujoso casino, que acaba haciendo de él su hombre de confianza. Un día, Mundson le presenta a su esposa Gilda. Su sorpresa no tiene límites: fue ella precisamente quien lo convirtió en lo que es: un ser cínico y amargado. (FILMAFFINITY)
14 de mayo de 2007
29 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decía que me disculpen ustedes, pero cuando vi "Gilda" no me pareció que fuese para tirar cohetes. La vi hace mucho tiempo y, qué quieren que les diga, pero no me dejó ninguna huella, es más, no creo que vuelva a verla otra vez.
Entre otras cosas, me da la impresión de que no sobrelleva bien el paso del tiempo. Ver a una mujer guapa en el típico papel de femme-fatale, de florero trepa que le dio la patada a un infeliz que, cómo no, estaba que se las pelaba por el bombonazo pero que se quedó con la miel en los labios porque, por supuesto, ella era una tía aprovechada que lo único que quería era mucho parné (dinero, en cristiano); pues, la verdad, para mí eso no tiene gran aliciente. No hay que romperse mucho la cabeza para verle los engranajes del cerebro a la tipa: no descansó hasta cazar a un tío con mucho dinerito (el dueño de un casino, sin ir más lejos). Por el camino, se hizo un collar con los corazones que destrozó y se quedó tan campante.
Y, cómo no, Glenn Ford, el supermacho frustrado porque no le pudo pegar más tientos al bombón, quien lo plantó para ir en pos de la pasta que él no le podía largar. El pobre hombre vive amargadísimo y babeando por esa joyita. Los engranajes de su cerebro tampoco es que sean muy complicados de ver.
Y aquí tenemos el triángulo: la Mata-Hari Rita, que vive muy aburrida en su jaula de oro, quejándose de que el papel de las paredes de sus ostentosas habitaciones le hiere su delicada vista (o me parece que puedo oírla, prácticamente) y ejercitándose en encender sus interminables cigarrillos y en preparar copazos de whisky de malta; el maridito de cartón, que muy pronto empieza a notarse ciertas protuberancias saliéndole de la parte posterior del hueso frontal de su cráneo (es decir, los cuernos que están ahí, listos para brotar); y el supermachote Glenn, que es tan chulo, tan galanazo, que ni siquiera se despeina.
Los momentos álgidos de esta "interesantísima" película se reducen a un tortazo, un guante, las caiditas de ojos de Rita y la planta-machote de Glenn.
Y, para mi humilde criterio, a eso se reduce toda la película.
Mero lucimiento de los actores, por encima del argumento o de cualquier otra cosa que pudiera haber hecho algo decente de este largometraje.
Vivoleyendo
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