Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Vivoleyendo:
8
Drama Charlotte es una famosa concertista de piano que ha estado tan volcada en su carrera que no ha visto a su hija Eva en siete años. Eva, que vive con su marido, un pastor protestante, y con una hermana gravemente incapacitada, mantiene con su madre una relación de amor-odio. Después de tantos años, Charlotte decide ir a visitarlos, pero el encuentro pronto se convertirá en un tenso duelo entre madre e hija. (FILMAFFINITY)
1 de junio de 2010
64 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace siete años que no nos vemos. Tú estás inmersa en tus giras, triunfando con tus conciertos de piano. Tu pareja, Leonardo, acaba de morir y debes de sentirte muy sola. Deseo que vuelvas a Noruega y te quedes en mi casa el tiempo que quieras.
Mi marido, Viktor, es un pastor luterano, y el hombre más amable y bueno que existe. Constantemente me expresa su amor, pero yo en realidad no creo que me quiera. Finjo creerle, le permito que represente su comedia, pero no puede ser posible que me ame. Una mujer desorientada como yo, que no sabe quién es, y que ha sido despreciada por su madre desde que nació, no puede despertar verdadero afecto en nadie. Si la que me parió me mira con indiferencia… ¿Cómo puedo esperar otra cosa de los demás?
Nos has tenido miedo, a mi hermana Helena y a mí, desde que nos diste a luz y comprendiste que te habías equivocado. Intentabas hacer de madre, pero se notaba que era una obligación a la que te forzabas, no un impulso natural que te saliera de adentro. Sí, sé que lo intentabas. Pero a los pocos días el pánico te alejaba y te marchabas a una de tus interminables giras. Yo te extrañaba tanto que me sentía enloquecer. Pasaba las horas muertas tendida en el sofá, con papá, los dos esperándote como el marino a la deriva que escruta el temporal para avistar el faro. En mis anhelos, eras la madre que me hacía tanta falta. Pero cuando regresabas, el hechizo poco a poco se rompía, y la decepción caía sobre mí, porque nunca pude alcanzarte. Nunca.
Y Helena, quizás más frágil que yo, o tal vez de una manera distinta a la mía, enfermó. Su cuerpo se fue degradando hasta tal extremo que la metiste en una residencia, porque no podías hacerte cargo de ella, tú, que tenías tanto pavor a lo que habías dejado aquí, a la familia que en el fondo no hubieras debido tener.
Yo me rehice como pude, me casé con el bueno de Víctor, fundé mi familia, y finalmente me traje a Helena a vivir conmigo.
Ahora te escribo esta carta desesperada, suplicante, para expresarte lo muchísimo que te añoro, lo mucho que te quiero a pesar de toda la distancia, a pesar de las culpas sin digerir, de la ponzoña que se ha podrido sin que se haya hecho nada para evitarla. A veces creo que te odio, y probablemente sea así. El amor y el odio van parejos en personas como nosotras, porque somos una madre y una hija problemáticas, porque tú no estabas preparada para tenernos a mi hermana y a mí, y porque yo sabía que tuviste hijas sin desearlas y estabas aterrada.
Yo siempre lo supe.
Mamá, querida mamá, tratemos de salvar lo que podamos. Tratemos de aceptar las cargas. Si me tienes algo de afecto, como el que yo te tengo, coge mi mano, aunque me cueste ofrecértela.
No nos alejemos más.
Con cariño, Eva.
Vivoleyendo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow