Cuando yo era niña, recuerdo que se puso de moda aquel cubo-rompecabezas que consistía en juntar en cada cara todas las piezas del mismo color. En total, seis caras, seis colores diferentes, nueve piezas en cada cara. Girando las piezas, las cincuenta y cuatro tenían que acabar colocadas en su lugar. Era condenadamente difícil. No conocí en persona a nadie que fuese capaz de completar el cubo. Yo, a lo sumo, llegaba a completar dos o tres caras, y al final tenía que dejarlo por aburrimiento.
Supongo que habría genios capaces de conseguirlo, pero yo no los conocí. En la película se habla en la tele de un hombre que lo hizo en media hora. ¿Chris Gardner, en su vida real, fue capaz de completarlo en menos de diez minutos, y encima considerando que su estado de ánimo no era precisamente de tranquilidad? Si fue así en la realidad, desde luego es un genio.
No me cabe duda de que hay que ser un genio y tener muchísimo coraje para ser capaz de sacar adelante a tu hijo y a ti mismo cuando estás en la calle, sin trabajo y sin dinero, cuando tu mujer se ha ido y no tienes a nadie que te ayude, cuando la única opción que te queda es la remota posibilidad de conseguir un puesto en una correduría de bolsa, al que opta un montón de gente entre los cuales sólo van a escoger a uno tras seis meses de prácticas sin cobrar. Echando una desesperada carrera contrarreloj y con el agua al cuello, tienes que demostrar ser el mejor de todos los candidatos. Por si eso no fuera poco, día tras día has de preocuparte por dónde pasaréis la noche tu hijo y tú o si alcanzará el dinero para comer.
Si es cierto que Chris Gardner fue capaz de plantar cara de aquella manera a la desesperación, desde luego es digno de convertirse en leyenda.
Durísima disección de la búsqueda de la felicidad, que tanto cuesta alcanzar. Cuando se está desesperado, la felicidad tal vez signifique encontrar el trabajo de tu vida cuando creías que todo estaba perdido, o sobre todo signifique ver que tu hijo no tiene que dormir en la calle o en un asilo nunca más.
Todo el tiempo me ha tenido en tensión, sufriendo con las decepciones y albergando las esperanzas de los dos protagonistas, gracias a un Will Smith que para mí ha plasmado aquí el papel de su vida.