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Voto de Vivoleyendo:
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Drama. Romance
Jamal Malik (Dev Patel) es un adolescente pobre de los suburbios de Bombay que participa en la versión hindú del popular programa "¿Quién quiere ser millonario?". A punto de conseguir 20 millones de rupias, que es el premio máximo del concurso, el joven es interrogado por la policía, que sospecha que está haciendo trampas. Pero para cada una de las preguntas, Jamal tiene una respuesta. (FILMAFFINITY)
21 de febrero de 2009
25 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, me refiero al simpático y divertido presentador de la edición española del concurso “¿Quiere ser millonario?”, quien durante muchos meses amenizó las tardes con su sentido del humor natural y picante, no enlatado ni irónico. Él no se burlaba de los concursantes ni hacía referencias peyorativas a su condición, ni a sus orígenes, ni a sus empleos, lo cual es ni más ni menos lo que hace el petulante y sobrado presentador de la edición india en “Slumdog millionaire”.
En ese plató circular en penumbras, en ese sillón incómodo, rodeado del público y envuelto en esa música de suspense tan conocida, ese presentador presumido tiene sentado frente a él a un inaudito conflicto de intereses, a un repentino fenómeno mediático, al símbolo de la esperanza de millones de hindúes.
Un chico que procede de la nada, un don nadie, podría ganar, por primera vez en la historia de la televisión nacional, veinte millones de rupias. El premio más alto jamás conseguido por alguien en un programa del país.
¿Es Jamal Malik un genio?
Hay muchos que siguen creyendo que alguien que no tiene nombre, ni posición, ni privilegios no puede conocer las respuestas. Y, por supuesto, que está osando acceder a algo que le está vetado por ser quien es. Algo a lo que no tiene derecho.
Jamal carga con su vida arrastrada. Con tantas heridas que no se podrían contar. Carga con su durísima infancia en los arrabales de Bombay, con la huida constante del horror, escapando de la muerte, de la corrupción y de la maldad, conservando milagrosamente su inocencia no del todo pisoteada, y su corazón puro y tierno. Persiguiendo un sueño huidizo que se le escurre, arrebatado por las crueles manos de ese estercolero demasiado cruel y sórdido que siempre lo ha rodeado, ese estercolero en el que se hunden montones y montones de almas sufrientes que carecen de todo, y más aún de un futuro.
Ahora, Jamal se encuentra sentado en ese plató que cada día contemplan millones de ojos esperanzados.
Boyle, bizarro y extravagante como acostumbra, cambiante e inquieto, ha dado lugar en esta ocasión, junto con Loveleen Tandan, a una historia sobre superación y supervivencia, sobre un muchacho que representa la ilusión colectiva de todos los pordioseros de todos los suburbios, sobre el cuestionamiento acerca de las despiadadas e interesadas bases de una sociedad (como todas) que se vende ante el poder del dinero, dejando de lado sin compasión a tantas personas perdidas mientras unos pocos se enriquecen a costa del sufrimiento y de la dignidad ajena.
En ese plató circular en penumbras, en ese sillón incómodo, rodeado del público y envuelto en esa música de suspense tan conocida, ese presentador presumido tiene sentado frente a él a un inaudito conflicto de intereses, a un repentino fenómeno mediático, al símbolo de la esperanza de millones de hindúes.
Un chico que procede de la nada, un don nadie, podría ganar, por primera vez en la historia de la televisión nacional, veinte millones de rupias. El premio más alto jamás conseguido por alguien en un programa del país.
¿Es Jamal Malik un genio?
Hay muchos que siguen creyendo que alguien que no tiene nombre, ni posición, ni privilegios no puede conocer las respuestas. Y, por supuesto, que está osando acceder a algo que le está vetado por ser quien es. Algo a lo que no tiene derecho.
Jamal carga con su vida arrastrada. Con tantas heridas que no se podrían contar. Carga con su durísima infancia en los arrabales de Bombay, con la huida constante del horror, escapando de la muerte, de la corrupción y de la maldad, conservando milagrosamente su inocencia no del todo pisoteada, y su corazón puro y tierno. Persiguiendo un sueño huidizo que se le escurre, arrebatado por las crueles manos de ese estercolero demasiado cruel y sórdido que siempre lo ha rodeado, ese estercolero en el que se hunden montones y montones de almas sufrientes que carecen de todo, y más aún de un futuro.
Ahora, Jamal se encuentra sentado en ese plató que cada día contemplan millones de ojos esperanzados.
Boyle, bizarro y extravagante como acostumbra, cambiante e inquieto, ha dado lugar en esta ocasión, junto con Loveleen Tandan, a una historia sobre superación y supervivencia, sobre un muchacho que representa la ilusión colectiva de todos los pordioseros de todos los suburbios, sobre el cuestionamiento acerca de las despiadadas e interesadas bases de una sociedad (como todas) que se vende ante el poder del dinero, dejando de lado sin compasión a tantas personas perdidas mientras unos pocos se enriquecen a costa del sufrimiento y de la dignidad ajena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Es una historia sobre todos esos niños abandonados que pueblan calles cochambrosas y repugnantes, y que son pasto de la dejadez, de la indiferencia de una nación que no se ocupa de ellos, y del afán de lucro de tantas bandas de mafiosos que trafican con todo lo que se pueda traficar, incluida la inocencia y la integridad física y psíquica de los niños sin hogar, los seres humanos más indefensos del planeta.
Empleando profusamente un estilo narrativo de acelerado ritmo, abundando en saltos, flashbacks y regresos al presente, su fotografía barroca y cercana en muchos casos al videoclip, una ambientación que se introduce de lleno en la India auténtica (la que no se ve en los libros de arte ni en las guías turísticas), unos registros musicales variados y electrizantes, y un reparto actoral que realiza un trabajo encomiable, Boyle y Tandan indagan en lo que hay detrás del aparente sueño de un joven que desafía al sistema establecido.
Empleando profusamente un estilo narrativo de acelerado ritmo, abundando en saltos, flashbacks y regresos al presente, su fotografía barroca y cercana en muchos casos al videoclip, una ambientación que se introduce de lleno en la India auténtica (la que no se ve en los libros de arte ni en las guías turísticas), unos registros musicales variados y electrizantes, y un reparto actoral que realiza un trabajo encomiable, Boyle y Tandan indagan en lo que hay detrás del aparente sueño de un joven que desafía al sistema establecido.