Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Vivoleyendo:
7
Drama Kile Hadley, un magnate del petróleo, y Mitch Wayne, su mejor amigo y empleado, se enamoran de la misma mujer: la secretaria Lucy Moore. Kile, que es un alcohólico irresponsable, se casa con ella, aunque Mitch está convencido de que con esta boda Lucy comete un gran error. Al cabo de un año, contra todo pronóstico, Kyle parece un hombre nuevo: ha dejado de beber y presta más atención a sus negocios. (FILMAFFINITY)
6 de abril de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los cincuenta, Douglas Sirk, Technicolor, Rock Hudson, Lauren Bacall, Robert Stack, Dorothy Malone, una adaptación literaria que pinta interesante... Y no obstante algo falla.
Me temo que se debe a que entra en la categoría de las películas que envejecen sólo aceptablemente, y a que tengo ya tan mascado y trillado el dichoso sueño americano de hace varias décadas que si encima me lo ofrecen con un melodrama de ricachos alcohólicos repelentes (ya me ha quedado más que claro que en EEUU lo que debe de salir del grifo es whisky, seguro que es más barato que el agua) cuyos problemas psicológicos, la verdad sea dicha, me importan un bledo, entonces lo único a lo que me agarro es a las actuaciones, a la calidad de algunos diálogos (Bacall ahí a veces destaca) y a la belleza clásica de la fotografía de esa época.
Hay detalles que son los que anclan la película irremediablemente a su tiempo, y aunque eso es inevitable, lo malo es cuando lastran más de lo que resultan positivos. Quizá lo único positivo que tienen es que aprendemos ciertas cosas de aquellas generaciones pasadas. Por ejemplo, que una mujer hecha y derecha no podía echar una cana al aire cuando quisiera, que toda la comunidad se autoproclamaba la protectora de su virtud y hasta la policía hacía de carabina, como si la señora no fuese ya mayor de edad. Vamos, que no le bastaba con el padre guardián ni con los hermanos que se daban de tortas con los moscones. Así no es de extrañar que alguna estuviese más salida que los palos de un churrero. En el otro extremo estaba la mujer superdecente, extremo que encarna Bacall. Tanto que da grima el tópico del que es abanderada, "chica buena se pirra por chico tarambana y se cree capaz de reformarlo."
También es muy ilustrativo el comentario sobre que las mujeres no podían declarar contra sus maridos en los juicios. Sé que hoy día por ejemplo en España la esposa está en su derecho de no declarar contra su esposo (e imagino que al marido le asiste el mismo derecho), pero en la película se cita claramente que en aquellos años no es que tuviera la opción de hacerlo, es que no la tenía. No podía echarle mierda encima ni aunque el tío se lo mereciera. Lo que ya no sé es si la misma prohibición regía en la otra dirección. Lo cual dudo porque ya conocemos el doble rasero moral machista de nuestra avanzada civilización.
Ahí tenemos el país de la libertad. En los cincuenta no es que hubiera una libertad cojonuda para las mujeres.
Al mismo tiempo, todo eso es lo que añade un poco de polvo que cubre los saturados colores. No tendrá mejores cosas que hacer la policía que ejercer de niñera de una señorona de más de treinta tacos con los cascos ligeros porque el gachón que le hace tilín desde siempre no le hace maldito caso. Pero claro, es que el viejo magnate Hadley está tan podrido de pasta que tiene a una legión de aspirantes a chuchos lamiéndole el culo, incluida la poli de la ciudad. Si hasta creo que tiene su propia poli.
Y mira tú qué pena me da el hijo del viejo, el chuloplaya forrado, cuando se derrumba como un chiquillo caprichoso y llorica porque su virilidad queda en entredicho al creerse que no puede engendrar hijos. O ser machote a toda costa o morir. Si no tenías un churumbel que heredara todo lo tuyo y a quien amargaras la existencia como tu padre te la amargó a ti y tu abuelo a tu padre y así sucesivamente, mejor que te arrojaras por el viaducto.
Aunque siendo estadounidense se estilaba suicidarse bebiendo, claro.
Si es que la vida era un asco cuando no te decidías entre irte en el avión privado a emborracharte a Las Vegas o llevarte a tu futura conquista a tomar el sol a Florida.
No, tonto del culo, el río de tu infancia hace mucho que se quedó atrás, y no creciste porque no te dio la gana.
El sueño americano era muy duro si estabas forrado, ya te digo.
Y si eras pobre ya ni te cuento.
Vivoleyendo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow