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Voto de Karlés Llord:
7
Cine negro. Intriga Ned Racine (William Hurt), un joven abogado de Florida, lleva una vida normal hasta que conoce a Matty Walker (Kathleen Turner), una tentadora y sensual mujer casada con un rico hombre de negocios (Richard Crenna). Ned pronto se da cuenta de que Matty es la clase de mujer por la que un hombre sería capaz de todo... (FILMAFFINITY)
14 de febrero de 2010
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El incendio de la carne lleva, por ocultos pasadizos, a toda clase de centros de rehabilitación, penitenciarios, judiciales, además de a los consabidos juicios internos de conciencia. En "Fuego en el cuerpo", el placer de gozar de una hembra desnuda tan consabidamente apetecible, hace que el protagonista desoiga una serie de consejos dados 'en clave' por personajes secundarios que parecen haber abandonado por un segundo otras películas, haciendo acto de presencia en esta sólo para dar la apremiante advertencia o consejo.

Aquí todo el fuego se consume entre dos, apareciendo el resto de los involucrados como marcas en el camino, o en el guión, guiones en una página roja, de fuego intelectual, o quien sabe qué, recordándome así las distintas clases de fuego mencionados por la Dama del Leño en una memorable escena de Twin Peaks: Fuego camina conmigo.

Como ven, no estoy haciendo crítica, sino más bien llamando, invitando a ver esta película por algunas breves referencias a cosas insignificantes, a detalles casi inexistentes. Ya ver a la Turner incendiándose en su debut cinematográfico, es todo un lujo. Pero, repito, en algunas joyas marginales, como esta, lo que eleva el ánimo y mueve a garabatear unas líneas es esa atmósfera de mundo cerrado en sí mismo, con cosas que pasan y que no pasan, que sacuden un poco la imaginación y nos hacen querer habitar por algunos días o semanas en ese mundo.

Pues eso quizás sea el cine; un voyeurismo refinado, justificado, donde a través de un único ojo de buey vamos accediendo a distintas clases de salones, donde se representan toda clase de escenas que desatan en nosotros variadas clases de efectos. El voyeurismo puede ser intelectual, emocional, corporal, pero siempre está el gusto perverso por mirar cosas ajenas, por adentrarnos en rollos que no nos pertenecen, sin ningún riesgo, lo que nos da una sensación de simulado 'poder' sobre aquello en lo que depositamos nuestra mirada.
Karlés Llord
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