Es una buena opción que combina ciencia ficción y suspense, numerología simbolista, drama familiar, misticismo trascendentalista, y fatalismo irremediable… de lo mejorcito que ha surgido en este 2009 y que por ende ya quedará como una cinta destacada dentro de lo que va del año.

La propuesta combina un acertijo numerológico, temática trascendentalista y sobrenatural, dosis de mesianismo, un toque de tópicos alienígenas y alternativas apocalípticas por allá en el desenlace como para ganar más en emotividad.

Es por ende un filme efectivo, que engancha al principio con todo ese rollo numerológico donde debemos descubrir y descifrar mensajes encriptados para luego adquirir mayor intensidad y dramatismo cuando las situaciones se tornan más atropelladas, con saludable acción y un conseguido despliegue de efectos digitales para dar rienda suelta a la parte apocalíptica donde se pone todo el empeño en estimular al espectador con vértigo, pirotecnia visual, y una dosis de intriga que mantiene siempre expectante a ver cómo se resuelven los conflictos.

Pero además es una cinta que asume ciertos riesgos, ya que no es edulcorada y si bien es de corte comercial, siempre se respira un aire pesimista y dantesco que nos mantiene tensos y atentos a las circunstancias del relato.

Bien por Nicolas Cage componiendo un personaje en forma resultona y efectista, bien por los efectos visuales que deslumbran cuando entran en escena, bien por la puesta en escena de Alex Proyas que mantiene un tono saludable y vigoroso durante todo el metraje, bien por el acabado estético del filme que atrapa desde la imagen, bien por la música de Marco Beltrami que se destaca por contribuir al filme con melodías que sugieren una atmósfera amenazante y dramática, bien por el saludable ritmo narrativo que no decae en intensidad y sólo pierde un poquito de credibilildad cuando la cinta se precipita en algunos esporádicos pasajes muy acelerados, bien porque hay algunas secuencias que son antológicas desde lo visual (avión, metro, y casi todo lo desplegado en el final), y bien por el argumento que posee considerables dosis de creatividad para fusionar numerología y fenomenología extraterrestre en forma sólida y atrapante.

Una buena opción, de lo mejorcito que ha dado la ciencia ficción en lo que va del año. Vale la pena, es entretenida e intensa, tiene buen acabado visual y se aleja un poco de los finales tan almibarados que la industria del cine nos tiene acostumbrados gracias al riesgo que asume el buen director que ya es para mí Alex Proyas.