Es una película entretenida, a pesar de que no llega a causar miedo. Aunque sí hay que reconocerle que tiene algunas secuencias impactantes, logradas gracias al ingenio del director, quien con imaginación logra vencer el obstáculo del bajo presupuesto.

La historia es simple y directa, la cual busca ser sólo un discreto pasatiempo donde se mezclan rústica acción (propia de una divertida persecución policial a un caimán gigante que ha mutado por el incidental consumo de hormonas de crecimiento) y algunos momentos de terror licencioso y excedido (el animal-monstruo devorándose toda persona que se cruce por su camino).

Es un filme poco pretensioso, enérgico en su ritmo narrativo y que se ríe de sus propias condiciones de ser un producto de terror muy serie B, con bastante sentido del humor y con personajes poco desarrollados que aparecen y desaparecen incidiendo muy poco en el conflicto narrativo. Los mismos inclusive llegan a ser graciosos debido a la tosquedad con que se los ha delineado: policía duro con pasado turbulento y que actúa con métodos violentos (no está interpretado por Bruce Willis, sino por Robert Forster), bella especialista en animales que será la pareja perfecta de andanzas (Robin Riker), un cazador de cocodrilos sumamente risible por sus comportamientos, jefe de policía que titubea en su cargo pues la situación le supera, políticos y gobernantes que tratan de tapar la catástrofe, etc.

En definitivas: simple, modesto y barato thriller de terror.