Una vorágine de hechos se suceden en esta screwball de referencia en la historia del cine. El torbellino Hepburn-Susan Vance, pasa por la vida arrastrando lujo y encanto y desbaratando todos los planes posibles que tengamos: una boda futura, el sueño de la financiación de nuestro museo, el noble trabajo en calma de la paleontología...pobre David Huxley-Gary Grant...
Nos falta un hueso en la costilla, Eva con ayuda de Dios nos lo ha robado, y así la buscamos eternamente. Eterno femenino. Nos falta un hueso de dinosaurio, aquí está el primer problema de David. Susan le va a ayudar a encontrarlo todo a cambio de perder la cabeza. La millonaria Mrs Random que es su tía, va a hacer una donación al museo. Pero David no lo sabe si será posible la proeza: agradar a todos, mantener la cabeza.
El recorrido de la indiferencia al amor, implicado en las cada vez más disparatadas escenas de enredo entre ambos es el nudo gordiano de toda la película. No hay más argumentos. Cuidado con caer en manos de una millonaria caprichosa y encantadora de la vida moderna que todo lo consigue.
Los excéntricos millonarios gustan de regalar leopardos, que es otro de los protagonistas. Baby, el leopardo se escapa y el perro George se lleva el hueso. Entre tanto desquiciante suceso, David va a perderse su boda y su donación.
"La gran aventura de Silvia" y "Vivir para gozar" ya habían engrasado en ese mismo año de 1938, la química entre la pareja Grant -Hepburn que aquí se luce. "Historias de Philadelphia" (1940) será la definitiva obra maestra que incluye además de la pareja también al bueno de Stewart.
Plagada de secundarios de la época dorada de la comedia alocada (May Robbson, Charles Ruggles...), Hagar Wilde escribe la historia y Howard Hawks nos endosa un clásico inmortal del cine. Eran los treinta de Capra, Cukor, Hawks...
Si quieres dejarte llevar por el más absurdo carrusel de las sonrisas que puede ofrecerte el disparate, ésta es su película. Hay que tener temple y predisposición, la edad de verla es lo de menos. El cine era cabeza, la misma que acaba perdiendo Gray Grant ante esa flaca elegante e independiente. Si le dan tiempo, exactamente 102 minutos, Hepburn puede hacérsela perder también a ustedes.