Clint Eastwood, hoy día uno de los grandes directores "clásicos" que sobreviven, fue un actor de acción que creció a la sombra de sus directores Don Siegel o Sergio Leone. Parte del encanto de la producción de éstos venía del uso de la violencia para defender la justicia, con ambigüedad moral en el héroe. La maldad campa como solución, estilo de vida y lo único respetable. En Estados Unidos solucionar las cosas como en el viejo oeste no está mal. Para el resto de la humanidad, seamos sinceros, también la venganza es un motor comprensible en el que además muchas religiones se basan.
"Ojo por ojo", Clint mete el gatillo y la cámara y "todo lo aprendido" en silencio en sus años de actor lo lleva a cabo ahora de director en ésta película. Si en los 60 comenzó como un actor que suscitaba dudas, después fue adquiriendo carisma con Siegel y Harry o los perosnajes dla trilogía del dolar de Leone. Lo dicho ahora en los 80, comienza él a dirigir y dirigirse. Los resultados son notables, hasta adquirir el sobresaliente con "Sin perdón: Luego sus habilidades en su excelente vejez hacen de él un imprescindible ("Million Dollar Baby", para mí lo mejor de su carrera).
A lo que vamos, esto es una especie de remake de "Shane, Raíces profundas" (G. Stevens), pero sombrío, oscuro, y opaco. Western pues de mineros, mineros enfentados( esta vez no son vaqueros contra campesinos). Lo típico, el padre vejo poderoso dueño de casi todo el terreno minero menos unas tierras de las que quiere apoderarse Coy LaHood encarnado por Richard Dysart . El viejo manda sobre su hijo y su banda de secuaces que asole las minas y el poblado que quiere comprar. Los pobres resistentes no pueden más hasta la llegada de un misterioso "Predicador", que no duda en defenderlos y usar la violencia de igual o mayor modo, porque es un pistolero con la espalda agujereada.
El Predicador se instala en casa de una familia que consta de un honrado pero inocente minero Hull Barret (Michael Moriarty) que ha adoptado a una adolescente Megan (Sidney Penny) y su madre Sara (Carrie Snodgred). Ni que decir tiene que ambas féminas caen rendidas a los pies de la tetosterona del spaguetti.
Y ni que decir tiene que tras envalentonar a la comunidad "asesiada", el Predicador va hasta el final, duelo contra una banda de matones lideradas por el comisario Stockburn (John Russell, nadie mejor para encarnar una némesis del pasado). La banda con sus gabardinas largas amarillas es otro de los mejores préstamos del spaguetti.
Y el alumno... superó a los maestros.