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España España · Sevilla
Voto de Jorge76:
10
Drama. Romance. Comedia. Ciencia ficción Joel (Jim Carrey) recibe un terrible golpe cuando descubre que su novia Clementine (Kate Winslet) ha hecho que borren de su memoria todos los recuerdos de su tormentosa relación. Desesperado, se pone en contacto con el creador del proceso, el Dr. Howard Mierzwiak, para que borre a Clementine de su memoria. Pero cuando los recuerdos de Joel empiezan a desaparecer de pronto redescubre su amor por Clementine. Desde lo más profundo de su ... [+]
16 de septiembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El otro día tuve la ocasión de ver por segunda vez “El brillo eterno de la mente inmaculada” (titulado incomprensiblemente en España “Olvídate de mí”) y, no sólo me reafirmó que se trata de una maravillosa película, sino que me hace colocarla en un lugar preferencial entre las mejores de la historia del celuloide.Y si alguien no quiere un spoiler de los buenos, que no siga leyendo a partir de aquí.

El argumento está basado en los ya clásicos “Qué pasaría si…?”, en este caso, ¿Qué pasaría si pudiéramos borrar a alguien de nuestros recuerdos? (Algo que todos hemos querido hacer alguna vez). Parece algo sencillo, y en cualquier película romántica al uso daría para que chico y chica volvieran a enamorarse, con más o menos vueltas al asunto y con un final más o menos conveniente… pero es ahí dónde entra ese originalísimo guionista que es Charlie Kaufman para darle una vuelta de tuerca y meternos en una película que desgarra las entrañas de una relación de pareja, ¡pero desde el final hacia el principio de la relación!

Porque en cualquier relación que acaba, lo más doloroso es siempre olvidar. Por eso, Clementine, nuestra protagonista, decide borrarse a Joel de la memoria. Pero Kaufman se pone en el lugar de algo que es posiblemente aún más duro que olvidar: ser olvidado. Y Joel, en venganza, decide olvidar también a Clementine.

Eso sí, Kaufman tenía que dar un golpe más de efecto, y decide que los recuerdos sean olvidados desde el más reciente al más antiguo. Es por eso que, en principio, y dado que estamos en la mente de un Joel metido en una relación en crisis, vemos a una Clementine insoportable, desengañada, que no cuenta con su pareja para salir y pasárselo bien, irritable e irritante. Y nos dan bastantes ganas de que la borre de un plumazo de su vida. Pero es aquí dónde, a medida que avanzan los minutos y los malos recuerdos de Joel sobre Clementine se van borrando, empezamos a ver mejores épocas de la pareja, cómo los recuerdos son cada vez más agradables, más bonitos, más hermosos. Todo esto bajo la magnífica dirección de Gondry, que nunca más alcanzó iguales cotas, y que nos muestra un estilo visual inmejorable (y que no hace falta gastarse un pastizal en efectos de ordenador para que unos efectos especiales sean contundentes). Además, Gondry no nos confunde, considera al espectador lo suficientemente inteligente como para la película, y no necesita más que mostrarnos la preciosidad del amor, sin trampas y sin giros inesperados.

Y he aquí cómo la película acaba por llevar un esquema clásico de enamoramiento, pero haciendo que la historia más inverosímil se convierta en la más veraz historia de amor, mostrándonos lo bonito de los comienzos de una pareja; cómo, una vez superada la etapa pasional, hace falta un cariño y una serie de intereses comunes para continuar; lo subjetivo de los recuerdos; y lo coartados que estamos en nuestra impresión final por los malos ratos de los coletazos de la relación.

¿Y es el final el borrado del último recuerdo? Noooo! Porque Kaufman nos quiere enseñar que, sin los recuerdos, no aprenderíamos las lecciones de la vida. Por eso descubre el pastel. Y en ese otro final, el del presente, decide que los protagonistas vuelvan a vivir esa pasión, aun con las cartas marcadas y dejándonos pensar que la relación está condenada… o no, porque otra cosa que siempre queda es la esperanza. Y, a fin de cuentas, lo bonito de la vida es la incertidumbre, el no saber qué va a pasar mañana, en definitiva, VIVIRLA.

Y, finalmente, mención especial para los actores. Kate Winslet y Jim Carrey intercambian papeles y les sienta realmente bien. De Kate ya lo sabíamos, para mí la mejor actriz del siglo XXI hasta ahora. De Jim Carrey, ya podíamos haberlo esperado tras El Show de Truman o Man on the Moon, pero lo cierto es que está sobresaliente. Y la trama secundaria no pierde ni un ápice de interés.

Una película redonda, definitivamente. Y yo también amo a Clementine…
Jorge76
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