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Voto de Gunnar Hansen:
7
Thriller. Drama En algún lugar, en un sitio apartado al borde del mar, Sébastien, de 22 años, repara el techo de una casa. Su propietario muere de una sobredosis tras recibir una extraña convocatoria que supuestamente le hará ganar mucho dinero. Sébastien recupera el sobre y decide presentarse en su lugar. Para él da comienzo una caza del tesoro que le llevará hasta un tugurio clandestino, un mundo de pesadilla donde los hombres hacen apuestas con la ... [+]
22 de septiembre de 2009
23 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ópera prima de Géla Babluani, 13 Tzameti es un producto original, inclasificable y un tanto atípico dentro del actual cine francés. El panorama cinematográfico de nuestro vecino país, al menos en cuanto a terror y fantástico se refiere, es apabullante. Los noveles directores que asoman desde aquellas tierras han revolucionado el concepto de terror a base de construir tremendas y viscerales piezas visuales. Con no excesivos medios y mucha mala leche, amén de una certera mano para la dirección, han ido ganando un nombre para el fantástico francés en los diferentes festivales que se consagran al género y lo exportan allende sus fronteras.

13 Tzameti, sin estar realmente encasillado en el fantástico o el terror, sin asentarse en premisas paranormales, sangrientas o psicópatas monstruosos, consigue, mediante un arranque pausado y desconcertante así como un buen pulso en la narración, ir introduciéndonos en una curiosa y turbia historia que, poco a poco, con el transcurso del metraje, nos deja aislados en la tensión y el malestar que compartimos con su protagonista. Se inicia lentamente, tomándoselo con calma, para en un mutismo casi absoluto dirigirnos a donde quiere: un lugar no tan irreal con gente demasiado real. Un paraje aislado, sofocante, encorsetando la acción en un hermetismo claustrofóbico que acentúa el desasosiego de la trama. Un protagonista humano, real, comprensible y ajeno a la estupidez de los púberes en celo que tienden a plagar las producciones de esta índole, rodeado de secundarios demasiado creíbles. Todo ello, en conjunto con un buen planteamiento formal y conceptual, nos lega una muy buena película, que entretiene y mantiene la atención durante todo su metraje. El uso deliberado del blanco y negro resalta su inherente crudeza así como potencia la violencia que se nos va mostrando, dosificada, a lo largo del metraje.

La trama, con todo lo que se la pueda achacar, es malsana y cruel, virtud esta que mesmeriza al espectador avezado en el género así como al que lo pulula ocasionalmente. No hay sorpresas o trucos con que ganarse al público. 13 Tzameti es un producto en bruto, sin aditivos digitales o montajes frenéticos, sin giros inesperados o trampas de guión. Lo que se ve es lo que hay y, si bien somos conscientes de que es producto de la nociva imaginación francesa, resulta incómodamente posible, potencialmente real. Y es precisamente esa potencial verisimilitud que nos turba, dejando un poso constante de malestar y una sensación de proximidad que incomoda, lo que convierte esta pequeña obra en un acertado e hiriente ejercicio de cine, óptimo para quienes gustan de lo macabro y alternativo.
Gunnar Hansen
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