La primera impresión que he tenido del cine de Ben Wheatley es que tanto Ben como su cine es raro, muy raro; y eso no es malo, ya que, como fanático del cine raro que soy, me he encontrado con una película perturbadora, rara, inquietante y retorcida; y eso me gusta.

Un grupo de desertores de la guerra civil británica (Reese Shearsmith, Peter Ferdinando, Richard Glover, Ryan Pope y Julian Barratt) se encuentran en un descampado, allí son capturados por un alquimista (Michael Smiley) que les obliga a hallar el tesoro que se esconde en ese lugar. Para más inri, el descampado esta llenito de setas alucinógenas.

La dirección de Wheatley, la fotografía en blanco y negro, la perturbadora banda sonora, la ambientación en el siglo XVII y su guion que une la magia, la amistad, el valor y la psicodelia crean una extraña mezcla que funciona correctamente aunque puede echar para atrás a primeras. La película presenta alguna de las escenas más perturbadoras que he visto (Es sólo un tío saliendo de una tienda de campaña, pero da muy mal rollo) y la incomodidad, el asco y la cara de rareza no te las vas a quitar nadie.

En resumén, Ben Wheatley es un raro cuyos proyectos he de seguir de cerca, aunque no tanto.