Media votos
6,7
Votos
1.996
Críticas
15
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de juanjomuñoz:
7
7,0
37.380
Thriller. Intriga. Drama
Mientras espera poder librarse de una acusación de difamación que puede hundir su carrera, el periodista Mikael Blomkvist recibe un extraño encargo: trasladarse a una remota isla del norte de Suecia, donde la muerte no esclarecida de una joven cuarenta años atrás atormenta aún a su tío, el patriarca de una de conocida familia. Sospechando que el asesino puede seguir aún en la isla, Blomkvist emprende una investigación que lo lleva a ... [+]
17 de enero de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso, pero a veces, igual que hay un libro aguardando a cada lector para realizarse de la única manera posible en la que un libro se puede realizar, la lectura, se podría decir también que hay un libro aguardando a cada director de cine. Hace ya un par de años, cuando leí esta primera novela de la trilogía de Larsson, no se me ocurrió pensar lo que ahora me parece tan evidente, la complementariedad tan sugestiva entre el mundo del escritor sueco y la del director estadounidense David Fincher. Y es que es obvio que esta nueva película se puede contemplar dentro de un mismo universo narrativo junto a obras como Seven o Zodiac.
Hay varios temas que giran alrededor de esta película, al igual que ya lo hacían en el libro: de hecho, para lo bueno y para lo malo la película se limita a condensar en lenguaje cinematográfico lo ya aparecido anteriormente en el libro, haciendo más evidentes sus líneas temáticas, sus virtudes y sus defectos. En primer lugar y privilegiada por el título, se presenta una problematizada perspectiva de las relaciones entre los hombres y las mujeres, y especialmente de los abusos que han sufrido y sufren estas por parte de los hombres. En paralelo a esta reflexión surge un personaje de enorme originalidad, Mikael Blomkvist, que creo no ha sido destacado en su justa medida a la sombra del personaje femenino Lisbeth Salander, que en las posteriores entregas de la saga cobrará aún mayor relevancia. Sin embargo, el personaje de Mikael Blomkvist me parece, como digo, todo un hallazgo, el intento de plasmar un nuevo tipo de hombre, una especie de don Juan del siglo XXI de corte postfeminista que, no seduce ya a las mujeres sino que se deja más bien seducir por ellas, no avasalla sino que entabla relaciones de compañerismo, de respeto y de amistad con los seres del sexo, no ya tan opuesto, sino más bien complementario.
Es en torno a esta reflexión sobre las relaciones de género, donde salta la chispa del thriller. La búsqueda de un asesino en serie imbuido en la ideología nazi e influido por las lecturas bíblicas-creo que contradictoriamente, de hecho en un momento del film uno de los personajes al hablar de la ideología predominante en la familia declara que en su mayoría eran nazis y por tanto nada religiosos- que mató y torturó sin piedad a un nutrido grupo de mujeres. En esta búsqueda aparece el personaje anteriormente citado de Salander quien, pese a ser una figura poco convencional con un lado oscuro muy alejado del arquetipo de heroína al uso, logra simpatizar con los espectadores y lectores que siguen sus peripecias y vengativas acciones que no siempre, ni muchísimo menos, entran en los estrechos cauces de lo políticamente correcto.
Hay varios temas que giran alrededor de esta película, al igual que ya lo hacían en el libro: de hecho, para lo bueno y para lo malo la película se limita a condensar en lenguaje cinematográfico lo ya aparecido anteriormente en el libro, haciendo más evidentes sus líneas temáticas, sus virtudes y sus defectos. En primer lugar y privilegiada por el título, se presenta una problematizada perspectiva de las relaciones entre los hombres y las mujeres, y especialmente de los abusos que han sufrido y sufren estas por parte de los hombres. En paralelo a esta reflexión surge un personaje de enorme originalidad, Mikael Blomkvist, que creo no ha sido destacado en su justa medida a la sombra del personaje femenino Lisbeth Salander, que en las posteriores entregas de la saga cobrará aún mayor relevancia. Sin embargo, el personaje de Mikael Blomkvist me parece, como digo, todo un hallazgo, el intento de plasmar un nuevo tipo de hombre, una especie de don Juan del siglo XXI de corte postfeminista que, no seduce ya a las mujeres sino que se deja más bien seducir por ellas, no avasalla sino que entabla relaciones de compañerismo, de respeto y de amistad con los seres del sexo, no ya tan opuesto, sino más bien complementario.
Es en torno a esta reflexión sobre las relaciones de género, donde salta la chispa del thriller. La búsqueda de un asesino en serie imbuido en la ideología nazi e influido por las lecturas bíblicas-creo que contradictoriamente, de hecho en un momento del film uno de los personajes al hablar de la ideología predominante en la familia declara que en su mayoría eran nazis y por tanto nada religiosos- que mató y torturó sin piedad a un nutrido grupo de mujeres. En esta búsqueda aparece el personaje anteriormente citado de Salander quien, pese a ser una figura poco convencional con un lado oscuro muy alejado del arquetipo de heroína al uso, logra simpatizar con los espectadores y lectores que siguen sus peripecias y vengativas acciones que no siempre, ni muchísimo menos, entran en los estrechos cauces de lo políticamente correcto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Es interesante notar cómo este personaje está visto –incluso en sus más despiadadas acciones- desde un punto de vista siempre positivo: Salander es una especie de heroína vengativa que tiene el suficiente poder y arrojo como para hacer frente a sus enemigos, sin tener que recurrir a los tibios y frecuentemente corruptos poderes de la sociedad democrática. Se entiende a Salander y se entienden sus acciones, porque es un personaje marginal que sufre pero que tiene los arrestos de salir siempre adelante, y de poner sus energías en la lucha contra el Mal. Sin embargo, en esto la heroína no es tan distinta a los villanos que castiga, al fin y al cabo los villanos también se vengan, transfieren –bien que con otras personas, eso también es cierto- lo que otros hicieron con ellos: libro y película parecen reflejar -no sé si intencionadamente- el discutible argumento de que en todo violador hay un niño violado.
También se realiza, en Los hombres que no amaban a las mujeres, una interesante presentación de la sociedad contemporánea y de la sueca en particular, una sociedad que se apoya en los debilitados brazos de un periodismo y de unos medios de comunicación, necesitados del patrocinio de compañías y empresas, en tantas ocasiones con turbios asuntos que esconder en sus oscuros sótanos. Alguno de los personajes cuestiona incluso el conjunto de la tan alabada internacionalmente sociedad sueca: sólo una capa de barniz han traído los nuevos tiempos, el antiguo nazi, renuente a salir del aislamiento moral y físico en el que se confina, se considera el más honesto, no solo de la familia, de Suecia entera, ahí queda eso.
Los libros esperan al lector que los lea, los libros esperan también –por qué no- al director que los recree. Recuerdo otra historia: trama detectivesca, la indagación en el pasado para explicar a los personajes y a la sociedad del presente, asuntos turbios entre políticos y grandes empresas, relaciones sexuales problemáticas, el incesto. La distancia que media entre Chinatown y Los hombres que no amaban a las mujeres, es la que dista de la manera de entender el cine y la vida en dos momentos diferentes, la distancia de un rigor distinto a la hora de montar un argumento detectivesco, la distancia entre Jack Nicholson y Daniel Craig, entre el Polanski de sus más perturbadores días y el Fincher de los más intensos ritmos de la música underground, que se rinde ante el tecnológico personaje de Lisbeth Salander. Muy superior la cinta de Polanski, en esencia, es la misma película con una concepción del cine distinta. Cuando el tiempo pase sobre ellas y sobre nosotros, quedará todo confundido en la memoria, confusa la historia, clara la pena.
También se realiza, en Los hombres que no amaban a las mujeres, una interesante presentación de la sociedad contemporánea y de la sueca en particular, una sociedad que se apoya en los debilitados brazos de un periodismo y de unos medios de comunicación, necesitados del patrocinio de compañías y empresas, en tantas ocasiones con turbios asuntos que esconder en sus oscuros sótanos. Alguno de los personajes cuestiona incluso el conjunto de la tan alabada internacionalmente sociedad sueca: sólo una capa de barniz han traído los nuevos tiempos, el antiguo nazi, renuente a salir del aislamiento moral y físico en el que se confina, se considera el más honesto, no solo de la familia, de Suecia entera, ahí queda eso.
Los libros esperan al lector que los lea, los libros esperan también –por qué no- al director que los recree. Recuerdo otra historia: trama detectivesca, la indagación en el pasado para explicar a los personajes y a la sociedad del presente, asuntos turbios entre políticos y grandes empresas, relaciones sexuales problemáticas, el incesto. La distancia que media entre Chinatown y Los hombres que no amaban a las mujeres, es la que dista de la manera de entender el cine y la vida en dos momentos diferentes, la distancia de un rigor distinto a la hora de montar un argumento detectivesco, la distancia entre Jack Nicholson y Daniel Craig, entre el Polanski de sus más perturbadores días y el Fincher de los más intensos ritmos de la música underground, que se rinde ante el tecnológico personaje de Lisbeth Salander. Muy superior la cinta de Polanski, en esencia, es la misma película con una concepción del cine distinta. Cuando el tiempo pase sobre ellas y sobre nosotros, quedará todo confundido en la memoria, confusa la historia, clara la pena.