Primer largometraje de Achero Mañas como director y guionista, que nos muestra el mundo de la violencia doméstica, concretamente el maltrato de un padre a su hijo. Su punto de vista se decanta por el contraste entre distintos ambientes familiares, provenientes de actitudes personales y distintos ámbitos socioculturales. La película se centra no solo en retratar la figura del hijo maltratado sino que también focaliza su atención sobre la figura del padre maltratador.

Una película dura como la vida misma, porque refleja un hecho social y cotidiano que ocurría con frecuencia. Ahora ya no tanto. Su poderío emocional y dramático a veces es entorpecido por escenas superfluas que poco aportan al asunto, al margen de redundancias. Bien narrada, perfectamente dirigida y excelentemente interpretada con primor por un jovencísimo Juan José Ballesta y por Alberto Jiménez.

Lo mejor: la credibilidad del tema.

Lo peor: la facilidad con la que se resuelve.