Ópera prima del músico John Maclean en la que demuestra su amor por el western, respetando el género y adaptándolo a estos tiempos tan cambiantes. Slow West podíamos definirla como una especie de road movie ambientada en el viejo Oeste americano, con sus caballos, revólveres, indios y forajidos. Una historia de amor, amistad y violencia cuya producción es lo que es «quiero decir, que no hay más de lo que ves», pero concentra toda la intensidad y emoción en ese violento final deudor del estilo Peckinpah.

Maclean logra fusionar personajes y paisajes, haciendo de éste último otro personaje más. Sin embargo, esto a veces le pasa factura y abusa del gran angular «véase la escena de la seta» o los primeros planos que hacen destacar la profundidad de campo. En Slow West el amor soñado e ideal se convierte en amor no correspondido, la experiencia del implacable pistolero da paso a una redención insospechada y la ignorancia del joven enamorado se vuelve en un destino no deseado.

Slow West es un western extraño sobre el compañerismo pero muy agradable, de historia plana y simpleza visual que puede que muchos no saquen nada de ella, pero que es compensado con ese magnífico final, aunque predecible.