Roman Polansky realiza su primera película en Estados Unidos y también es la primera vez que rueda en color. Para este film hace una parodia del cine de vampiros, en concreto del exitoso cine vampírico de la productora británica Hammer.

La película funciona perfectamente con un ambiente muy logrado tanto musicalmente cómo por los acertados lugares dónde se rodó. Polansky y su fallecida esposa Sharon Tate protagonizaron dos de los principales papeles, pero me es imposible olvidar al divertido Jack MacGowran cómo el profesor Abronsius.

La pude ver por primera vez en una sala de cine y recuerdo perfectamente la mezcla de terror, sexualidad y risas que acompañaron a ese primer visionado. Ahora sigue pareciendome una buena película, tal vez algo demodé en determinados gags y tópicos sexuales, pero francamente continúan divirtiéndome esa pareja de intrépidos asesinos de vampiros (cómo dice el título original). Por cierto, un título que también se estrenó como Dance of the vampires y que es con el que consta en la imdb. Aunque prefiero otras películas del director polaco, a esta le sigo teniendo cariño.