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España España · Barcelona
Voto de Alfredo:
9
Comedia Época de la Guerra Fría. C.R. MacNamara, representante de una multinacional de refrescos en Berlín Occidental, hace tiempo que proyecta introducir su marca en la URSS. Sin embargo, en contra de sus deseos, lo que su jefe le encarga es cuidar de su hija Scarlett, que está a punto de llegar a Berlín. Se trata de una díscola y alocada joven de dieciocho años, que ya ha estado prometida cuatro veces. Pero lo peor es que, eludiendo la ... [+]
28 de julio de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una de las mejores películas del genial Billy Wilder. Sin duda, Wilder fue uno de los mejores y más excelentes directores de la historia del séptimo arte. "Uno, dos, tres" es una de sus más célebres obras maestras de toda su carrera cinematográfica, así como toda una feroz crítica del sistema comunista. Se puede considerar "Uno, dos, tres" como una de las más deslumbrantes maravillas de Billy Wilder.

James Cagney está excelente e histriónico. Cagney muestra un gran ejemplo de todo su talento interpretativo. En otras palabras, fue todo un gran actor de carácter. Durante toda la película este actor es todo un volcán de temperamento y de nervio como alto ejecutivo de una empresa de refrescos que debe tratar con todo tipo de representantes y de políticos con cargos importantes en el Berlín de mediados del s. XX -en este caso, principios de la década de los 60-. Era el Berlín de posguerra, esa deprimente ciudad en ruinas de después de la Segunda Guerra Mundial y dividida en dos partes por aquel famoso muro -hoy derribado- a causa de ese imperante comunismo que invadió y dominó la Alemania posterior a Hitler y al cruel nazismo. Es la fea Alemania de la guerra fría y del telón de acero. Genial es el momento final de Cagney con la botella de Pepsi Cola como símbolo de la competitividad.

Los actores secundarios están magníficos y enormemente graciosos. La hija del jefe que interpreta Pamela Tiffin es la clásica niña idiota que se deja enamorar fácilmente de un sucio, rastrero e histérico chico de fervorosas ideas comunistas, interpretado por Horst Buchholz. Cagney tratará de hacer todo lo posible de convencer a la chica que va por el camino erróneo y tratará de que el chico presente una imagen más aseada y decente de cara a la visita del padre que es todo un alto cargo.

El ritmo de la película es totalmente frenético, con lo cual hace que aumenten la diversión, la genialidad y la risa. Siempre presentado con la mordaz ironía de Billy Wilder que suele impregnar en sus comedias.
Alfredo
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