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España España · Málaga
Voto de flecha:
8
Bélico. Drama Durante la Segunda Guerra Mundial, tras una noche de diversión en las Antillas, la tripulación del carguero SS Glencairn vuelve a la dura rutina y navega rumbo a Baltimore. El grupo es bastante heterogéneo; Driscoll es un irlandés de mediana edad, Ole Olsen, un joven granjero de origen sueco, y Smitty, un caballero inglés. Tras recoger una carga de dinamita, deben regresar a casa, pero la amenaza que suponen los submarinos alemanes, ... [+]
5 de julio de 2010
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con “Hombres intrépidos”, el genial Ford no hizo sino volver a comunicarnos sus constantes preocupaciones y temáticas, siempre rodeándose de un elenco de actores que le acompañó a lo largo de toda su filmografía y de un equipo técnico de entre lo mejor de Hollywood.

Con una historia tan sencilla como la realización de la misma, Ford volvía una vez más a introducir elementos cómicos y jocosos dentro del drama, haciendo gala de ese característico sentido del humor tan irlandés, con escenas y personajes graciosísimos que ya se podían advertir en algunas de sus películas mudas, más claramente en “La diligencia”, y ya en su punto culminante a partir de los 40, con la fabulosa e irrepetible Trilogía de la Caballería y otros filmes.

También podemos notar en “Hombres intrépidos” el sello de calidad en cuanto a música, montaje y (por encima de todo) fotografía; pero, sin olvidar lo demás, no hay duda de que lo mejor del filme reside en el portentoso dibujo y tratamiento de los personajes, cualidad indiscutible de Ford, que se preocupa en resaltar el contraste entre los hombres de mundo que, por más que quieren, no tienen un hogar; y los hombres que, por fortuna, aún conservan intactas las raíces de tan ansiado y añorado hogar. Entre unos y otros, el marinero que puede regresar pero que lo evita por sus problemas con el alcohol.

El amor al hogar, el amor a la tierra de donde venimos, obsesión omnipresente en el cine de Ford, que aquí adquiere ecos trágicos y profundamente tristes cuando nos perfila a unos personajes incapaces de vivir en tierra, donde son vulnerables, inadaptados y pendencieros. Unos personajes que sienten la añoranza, la tristeza, la nostalgia de su amada Irlanda, a la que nunca volverán por más que se acerquen a ella:

“¡Danos whisky irlandés!” “¡Toca alguna canción irlandesa!” “¿Hueles el olor a la tierra de nuestra querida Irlanda, compañero?”.

Son algunas de las palabras del juerguista y desgraciado T.Mitchell durante el filme. Un actor que se crece con este tipo de papeles. Como sus demás camaradas, que en las películas de Ford (esa especie de padre de una gran familia que nos dejase tantas buenas películas), personifican el colectivo de hombres entrañables, vulgares, borrachines y solidarios que se han de unir para superar juntos una serie de dificultades.
La redención la encarna el personaje de J.Wayne, un sueco que desea, tras largos años recorriendo el mundo, volver al hogar querido, ayudar a la familia y trabajar la tierra de sus ancestros, y en él se apoya la historia para que esos valores tengan el éxito que nunca tendrá con sus compañeros de tripulación, condenados y desarraigados, inmersos en una guerra contra los alemanes y consigo mismos.

El regreso al hogar, el amor a la tierra de sus mayores, el respeto y la idea de la familia, la camaradería y solidaridad de un grupo de hombres, sirven de cauce para que Ford nos cuente de manera clásica y elegante una simple historia. Ahí reside su grandeza.
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