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España España · Málaga
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Drama Tras un aterrizaje de emergencia en medio del campo gracias al cual salvan la vida un centenar de pasajeros, el comandante Whip Whitaker (Denzel Washington), que pilotaba el avión, es considerado un héroe nacional. Sin embargo, cuando se pone en marcha la investigación para determinar las causas de la avería, se averigua que el capitán tenía exceso de alcohol en la sangre. (FILMAFFINITY)
2 de noviembre de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces me pregunto si Hollywood se desprenderá algún día de los lastres y los tics que lo convierten, a ojos de muchos, en un cine previsible, rancio, frecuentemente archisabido, que se empecina en ofrecer unas soluciones de guión y unos mensajes que llevamos viendo, con el envoltorio de mil historias diferentes, desde hace décadas. Yo no quiero aquí hacer una vindicación del cine de autor ni lanzar un panfleto gafapastista, que bien sé que de Norteamérica sigue saliendo mucho cine de calidad, muchos actores excelentes, y directores y guionistas de una talla artística innegable. Sólo quiero lamentarme por enésima vez de ciertos esquemas, repetidos infinitas veces, que, al espectador que va a la sala de cine no sólo para comer palomitas, le deja abocado al suspiro o a la sensación de que, oiga, esto es siempre lo mismo. Insisto: en Hollywood se hacen miles de películas al año y, como en España, Francia o Japón, salen películas excepcionales, medianas, y detestables. Pero no puedo dejar de pensar que, para que realmente podamos ver una película americana desde la que nos llegue un soplo de aire fresco, hay que recurrir al cine independiente de allí, que lanza propuestas realmente interesantes, o esperar a los realizadores clásicos (los Scorsese, Eastwood, Allen, Coen, etc).

Dicho esto, nadie debe llevarse a engaño: “El vuelo” es una película que no se queda sólo en la corrección cinematográfica. Plantea temáticas interesantes, contiene momentos extraordinariamente filmados, y tiene a un actor principal que se erige en coloso. Creo que hay casi unánime acuerdo en que su primera media hora es sensacional, alcanzando verdaderas cotas de intensidad y ritmo. Y en realidad, todo el entramado formal en “El vuelo” parece impecable. Pero su agujero reside, precisamente, en el desarrollo de una historia que, eso sí, en todo momento mantiene pendiente al espectador. ¿Por qué, al final, sabíamos que el protagonista acabaría tomando la decisión correcta? ¿Por qué, en este cine hollywoodiense archisabido y convencional, la redención sólo puede llegar por una vía posible? De hecho, ¿por qué tiene que llegar? Zemeckis logra clavarnos a la butaca en la secuencia de las neveras del hotel, pero ni por esas nos hacía olvidar que la sociedad americana demanda unas reglas, unos comportamientos ante los que el protagonista habrá de ceder. El buen rollismo, ya saben, la corrección política, la honestidad, el arrepentimiento. Y, cómo no, la reconciliación familiar, en la que a todas luces no se ha profundizado suficientemente. El caso es que “El aviador” es una película realmente contradictoria, con chispazos de muy bella factura que conviven con giros, ya digo, que la hacen chirriar.

Son innecesarios el personaje de John Goodman (que, no obstante, nos vuelve a demostrar su polivalencia y su veracidad) y la cuestión de la familia de Denzel Washington. Sin embargo, Zemeckis ha sabido encontrar la luz en algún otro aspecto: la figura trágica y atormentada del héroe, el sensacionalismo de la prensa y los medios, la amistad y el amor surgida entre dos perdedores, o la adicción al alcohol del protagonista. En suma, otra película más que nos viene del otro lado del charco con verdadera potencia dramática, buena factura y personajes auténticos, pero que se enreda, se desvía, por cauces convencionales y conciliadores. Aun así, Zemeckis sale bien parado, pues consigue un conjunto sólido que, en última instancia, puede ser considerado como de lo mejor de su irregular filmografía.
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