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España España · . ¯\_(ツ)_/¯ .
Voto de Jose_Lopez_5:
6
Ciencia ficción Nuevas aventuras del almirante James T. Kirk y el resto de la tripulación de la nave Enterprise, que una vez más se atreve a llegar "donde ningún hombre lo hizo jamás". Ricardo Montalbán repite su personaje de villano que interpretó en 1967 en el episodio televisivo "Space Speed". (FILMAFFINITY)
11 de septiembre de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el cine, lo que sucede en los despachos es siempre más interesante que lo mostrado en pantalla. Y "Star Trek II: la ira de Khan" (1982) no fue una excepción.

Todo empezó en 1980, con un Gene Roddenberry creyéndose el rey del mambo mientras le daba a la máquina de escribir. El primer largometraje sobre las aventuras de Kirk y compañía, "Star Trek, la película" (1979), había recaudado $139 millones con un presupuesto de $44 millones. Un ratio taquilla/presupuesto superior a 3 que, aún así, no había gustado en la Paramount. Sus directivos creían que sabía a poco y culpaban a Gene por haber introducido numerosos cambios durante la producción, aumentando así los costes. Por ello, cuando Roddenberry les quiso vender una continuación, se deshicieron de él poniéndolo en dique seco dentro del proyecto.

Para entenderlo hay que recordar que las empresas tienen dos formas de deshacerse de alguien: empujándolo hacia abajo o hacia arriba. En el primer caso, al trabajador se le asigna un puesto menor, siendo el despido una versión extrema de esta práctica. El problema es que esto tiene implicaciones legales, porque degradar es cosa seria que requiere una buena justificación. De hecho, despedir es más fácil, porque un empresario siempre puede hacerlo sin explicaciones. Tan solo debe abonar una indemnización ligeramente superior, caso de España.

La segunda opción, habitual entre los directivos, es ascenderlo. ¿Por qué? Porque despedir a directivos suele ser costoso y peligroso por las indemnizaciones y la fuga de conocimientos. Además, conforme se escala en la jerarquía, se goza de una mayor visión estratégica, pero a costa de perder influencia sobre elementos específicos. Vamos, que es más difícil romper algo. No obstante, más ascenso suele implicar más autoridad, y a Roddenberry buscaban despojarlo de ella. De modo que le endilgaron uno de esos puestos bien remunerados que hay en toda empresa, pero cuyos ocupantes son un cero a la izquierda. Aparcamiento perfecto para familiares del dueño de la compañía o, como en este caso, para enviar al banquillo a Gene y que dejase de incordiar. En este caso fue el cargo de consultor ejecutivo.

Con Gene fuera de la ecuación, la nueva película quedó en manos del productor Harve Bennett, quien se propuso averiguar qué había fallado en la ya apodada "Star Trek: the slow motion picture", tan lenta fue aquélla. Tras compararla con la serie original, Bennet dedujo que la cinta carecía de un némesis como Dios mandaba. Por ello, y no queriendo cometer el mismo error de nuevo, en la nueva aventura a rodar se aseguraron de que no faltase un buen facineroso, siendo Khan el elegido. A partir de ahí, y por mor de diversas contribuciones, el guion fue tomando forma hasta llegar a lo que conocemos.

La película, por tanto, nos hablaba de un malvado que ya gozaba de reconocimiento entre los seguidores y, de camino, lo mezclaba con un dispositivo terraformador creador de vida: el proyecto Génesis y su protomateria. Además, añadieron nada menos que al hijo de Kirk y la muerte de Spock, en lo que fue una mezcla de ingredientes peligrosa. Especialmente crítico fue lo último, pues el aciago fin de Spock salió a la luz y los fanáticos clamaron contra él, hasta el punto de que Nimoy recibió amenazas de muerte. Ya decía al principio que las intrahistorias de las películas molan más que éstas.

"Star Trek II: la ira de Khan" terminó siendo una película "barata". Frente a los $44 millones de la anterior, ésta se frenó en $12 millones. Dado que la Paramount había fijado en $45 millones el techo de gasto, quedó encantada. Esto tuvo un efecto interesante pues, aunque su taquilla fue bastante menor que la de su predecesora, con $97 millones, la contención del gastó la hizo mucho más rentable, con un ratio por encima de 8.

A mi parecer, sin embargo, estamos ante una aventura más terrenal. En contraste con los planteos filosóficos de una IA venida de lo más recóndito del universo, aquí el asunto orbitaba en torno a una venganza personal personificada por Khan Noonien Singh. Un personaje que, más que interpretar, declamaba. Tanto que sus aires teatreros son bastante excesivos y, por momentos, llega a ser un soberano coñazo. Tampoco respaldo la estética de los malandrines, hija de su época e influenciada por "The warriors" (1979).

No obstante, es de justicia reconocer las virtudes técnicas detrás de esta producción, así como el hecho de ofrecer más detalles sobre el personaje de Kirk. Además, fue la iniciadora de una cadena de acontecimientos que, a la postre, devino en tres películas encadenadas. Entre los aficionados, claro, es una obra muy alabada, pues Khan es visto como un personaje icónico.

En resumen, la franquicia de Star Trek da para mucho cuando se mira debajo de la alfombra. El Enterprise, además de ser una nave reconocible por todos, fue también testigo de incontables miserias y aciertos de quienes buscaban forrarse.
Jose_Lopez_5
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