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Voto de Jose_Lopez_5:
7
6,4
18.486
Ciencia ficción. Fantástico. Acción
Un hacker es dividido en moléculas y transportado a las entrañas de un ordenador en el que un malvado programa controla los comportamientos a su antojo. (FILMAFFINITY)
9 de julio de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Icónica y singular, "Tron" (1982) es un caso curioso que encierra más de lo que aparenta.
Estrenada en una época en la que la informática gráfica apenas gateaba en la industria del cine, "Tron" pronto se convirtió en una de esas películas con las que los espectadores se regalan los ojos, en especial los más jóvenes. Un trabajo muy distinto a toda la ciencia ficción cinematográfica proyectada hasta entonces, que pudo presumir de acumular aciertos interesantes.
De primeras, escribir un guion basado en la incipiente microinformática de los 70 y principios de los 80 era, como mínimo, muy arriesgado. Poca gente entendía de qué iba el asunto, y los propios guionistas, con frecuencia por detrás de los avances técnicos, se vieron forzados a transitar por un sendero novedoso de la mano de expertos en computación.
Luego está su originalidad. La ciencia ficción siempre se ha caracterizado por su carácter arrojado, valiente. Un género muy dado al salto al vacío. Pero no creo que, por entonces, hubiera mucha de ella que lo hiciera en el mundo de la computación con una base tan próxima a la realidad. No es casualidad que la novela "Neuromante" (1984) se convirtiera en un punto de inflexión al abordar cuestiones aún más elevadas, como las redes de datos y el muy novel concepto del ciberespacio (véase spoiler 1).
Tampoco podemos olvidar el uso de la rotoscopía. Técnica hoy apenas usada, pero en aquel momento aún en auge (véase spoiler 2). Al combinarla con un estilo visual tan rompedor, dio como resultado una película visualmente asombrosa (véase spoiler 3).
Otro detalle a señalar son las cuestiones que van plagando la historia y que, defiendo, fueron bastante llamativas. Téngase presente que el argumento gira en torno al robo de los derechos (y "royalties") de videojuegos, así como al poder creciente de una IA. Con esa excusa, se arrastra al espectador a un mundo dominado por los arcades, los primeros hackers, unas fantasiosas IAs, y una concepción religiosa de la existencia del software. ¿Tienen los programas conciencia? ¿Son los programadores unos dioses a ojos de los programas? Si todo esto le recuerda a Philip K. Dick, no está desencaminado.
Tampoco creo justo dejar en el tintero la importancia que esta cinta predijo para los ordenadores. En la película vemos una empresa cuyo software es cada vez más omnipresente en todo el proceso productivo, y conceptos como eficiencia o exactitud se erigen como fundamentales. Amén, claro, del dinero que mueven los videojuegos, motivo por el cual el protagonista intenta hackear su antigua empresa. Mire a su alrededor y dígame que "Tron" no estaba hablando de nuestro mundo hace cuarenta años. De una manera un tanto fantasiosa y libre, cierto, pero ya lo hacía.
Finalmente, el uso de tanta infografía, revolucionaria en ese momento, es otro punto a considerar. Debieron hacer falta muchos reaños para apostar por una técnica, la de los gráficos por ordenador, que por entonces estaba en sus albores. A pesar de ello, y dentro de sus restricciones, considero estos gráficos muy buenos para principios de los 80. Ahí hubo mucho trabajo con recursos de hardware y software tremendamente escasos (véase spoiler 4).
Sin embargo, no todo fueron aciertos. Tratar un tema tan complejo de la mano de una compañía fuertemente enfocada al público infantil, caso de la Disney de entonces, requería de unos niveles de simplificación considerables (véase spoiler 5). Esto derivó en una historia boba, con tópicos a rabiar, no pocos "deus ex machina", y unos actores forzados a convivir con unas interpretaciones burdas. Muy burdas.
A mi entender, estoy convencido de que "Tron" ha vivido tres épocas. Una, al estrenarse, caracterizada por la fascinación y el impacto. La segunda, con el paso de los años, en donde se fue quedando rápidamente anticuada debido a los tremendos avances en la infografía ocurridos durante los 80 y 90, amén de una mayor familiaridad del vulgo con la informática. Esto, a su vez, evidenció el tono infantil de la cinta, que si antes era críptica por incomprensible, ahora ya no podía ocultar sus no pocas precariedades. Y para terminar hubo una tercera etapa, la actual, en la que se la valora con más justicia, pues ahora puede ser vista en contexto con el paso del tiempo, mostrándose como una rara avis que tuvo los arrestos de visitar un terreno desconocido, mezclar ideas muy interesantes, y ser capaz de no terminar estrellándose.
En resumen, una obra que merece mucho más valor del que muchos le atribuyen. Reducirla a nostalgia sabe a poco. Fue más allá que otras, lo hizo con una base documental razonablemente correcta, y supo sentar cátedra. Poquísimas películas pueden presumir de algo así. Lástima lo olvidado de su director, Steven Lisberger (véase spoiler 6).
Estrenada en una época en la que la informática gráfica apenas gateaba en la industria del cine, "Tron" pronto se convirtió en una de esas películas con las que los espectadores se regalan los ojos, en especial los más jóvenes. Un trabajo muy distinto a toda la ciencia ficción cinematográfica proyectada hasta entonces, que pudo presumir de acumular aciertos interesantes.
De primeras, escribir un guion basado en la incipiente microinformática de los 70 y principios de los 80 era, como mínimo, muy arriesgado. Poca gente entendía de qué iba el asunto, y los propios guionistas, con frecuencia por detrás de los avances técnicos, se vieron forzados a transitar por un sendero novedoso de la mano de expertos en computación.
Luego está su originalidad. La ciencia ficción siempre se ha caracterizado por su carácter arrojado, valiente. Un género muy dado al salto al vacío. Pero no creo que, por entonces, hubiera mucha de ella que lo hiciera en el mundo de la computación con una base tan próxima a la realidad. No es casualidad que la novela "Neuromante" (1984) se convirtiera en un punto de inflexión al abordar cuestiones aún más elevadas, como las redes de datos y el muy novel concepto del ciberespacio (véase spoiler 1).
Tampoco podemos olvidar el uso de la rotoscopía. Técnica hoy apenas usada, pero en aquel momento aún en auge (véase spoiler 2). Al combinarla con un estilo visual tan rompedor, dio como resultado una película visualmente asombrosa (véase spoiler 3).
Otro detalle a señalar son las cuestiones que van plagando la historia y que, defiendo, fueron bastante llamativas. Téngase presente que el argumento gira en torno al robo de los derechos (y "royalties") de videojuegos, así como al poder creciente de una IA. Con esa excusa, se arrastra al espectador a un mundo dominado por los arcades, los primeros hackers, unas fantasiosas IAs, y una concepción religiosa de la existencia del software. ¿Tienen los programas conciencia? ¿Son los programadores unos dioses a ojos de los programas? Si todo esto le recuerda a Philip K. Dick, no está desencaminado.
Tampoco creo justo dejar en el tintero la importancia que esta cinta predijo para los ordenadores. En la película vemos una empresa cuyo software es cada vez más omnipresente en todo el proceso productivo, y conceptos como eficiencia o exactitud se erigen como fundamentales. Amén, claro, del dinero que mueven los videojuegos, motivo por el cual el protagonista intenta hackear su antigua empresa. Mire a su alrededor y dígame que "Tron" no estaba hablando de nuestro mundo hace cuarenta años. De una manera un tanto fantasiosa y libre, cierto, pero ya lo hacía.
Finalmente, el uso de tanta infografía, revolucionaria en ese momento, es otro punto a considerar. Debieron hacer falta muchos reaños para apostar por una técnica, la de los gráficos por ordenador, que por entonces estaba en sus albores. A pesar de ello, y dentro de sus restricciones, considero estos gráficos muy buenos para principios de los 80. Ahí hubo mucho trabajo con recursos de hardware y software tremendamente escasos (véase spoiler 4).
Sin embargo, no todo fueron aciertos. Tratar un tema tan complejo de la mano de una compañía fuertemente enfocada al público infantil, caso de la Disney de entonces, requería de unos niveles de simplificación considerables (véase spoiler 5). Esto derivó en una historia boba, con tópicos a rabiar, no pocos "deus ex machina", y unos actores forzados a convivir con unas interpretaciones burdas. Muy burdas.
A mi entender, estoy convencido de que "Tron" ha vivido tres épocas. Una, al estrenarse, caracterizada por la fascinación y el impacto. La segunda, con el paso de los años, en donde se fue quedando rápidamente anticuada debido a los tremendos avances en la infografía ocurridos durante los 80 y 90, amén de una mayor familiaridad del vulgo con la informática. Esto, a su vez, evidenció el tono infantil de la cinta, que si antes era críptica por incomprensible, ahora ya no podía ocultar sus no pocas precariedades. Y para terminar hubo una tercera etapa, la actual, en la que se la valora con más justicia, pues ahora puede ser vista en contexto con el paso del tiempo, mostrándose como una rara avis que tuvo los arrestos de visitar un terreno desconocido, mezclar ideas muy interesantes, y ser capaz de no terminar estrellándose.
En resumen, una obra que merece mucho más valor del que muchos le atribuyen. Reducirla a nostalgia sabe a poco. Fue más allá que otras, lo hizo con una base documental razonablemente correcta, y supo sentar cátedra. Poquísimas películas pueden presumir de algo así. Lástima lo olvidado de su director, Steven Lisberger (véase spoiler 6).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
1º) El propio Gibson inventó ese concepto el mismo año del estreno de Tron, en un relato corto titulado "Quemando cromo".
2º) En esencia, la rotoscopía consiste en pintar sobre fotogramas previamente rodados. Hasta los 90 era una tarea lenta, ardua (fotograma a fotograma) y, por ende, costosa. Desde entonces se han desarrollado soluciones digitales. Aunque se sigue usando, está acotada a ámbitos artísticos.
En esta película, además, se combinó con un rodaje en donde todo era blanco y negro. Nadie vestía ropa de color en los rodajes. Y el fondo siempre era negro. Posteriormente, y mediante un elaborado proceso creado específicamente para esta película (y creo que nunca más repetido), se creó el efecto de composición mediante "backlight", el cual otorgaba ese aspecto tan característico a los personajes.
Un trabajo que requería pintar a mano fotograma a fotograma, y que tuvo que externalizarse en Taiwán debido a los brutales costes de producción. Posteriormente, el material se enviaba de vuelta a los EE.UU. para su composición.
3º) Las aportaciones de Syd Mead y "Moebius" no pasaron desapercibidas.
4º) Cinco empresas especializadas en gráficos por ordenador trabajaron en la película, pero fueron dos las que asumieron el grueso del trabajo. Una de ellas, con diferencia, asumió la carga más pesada, disponiendo tan solo de un gigantesco ordenador para renderizar las imágenes. Si a esa máquina le pasaba algo, no habría película.
Las animaciones por ordenador, además, se hacían a mano. No había ningún software para crearlas. Ni siquiera podían ver imágenes en formato "mesh". No tenían nada, por lo que trabajaban coordenada a coordenada, con cada objeto y cámara, indicando el origen y el final. Literalmente se "hardcodeaba" todo mediante hojas de papel llenas de columnas de números (seis coordenadas por elemento: X, Y, Z, guiñada, alabeo y cabeceo). De pesadilla.
5º) Tal y como explican en el documental del 2002, "The making of Tron" (disponible en Youtube), cuando se propuso esta película, Disney era una compañía con fama de anticuada. Por entonces, su filmografía más reciente eran obras de "Herbie" (películas bobas sobre un coche con inteligencia propia) y productos de animación de poca enjundia.
6º) Uno está tentado a pensar que su director, Steven Lisberger, debió tener un carrerón posterior. Pero no, fue justo al contrario.
Tras "Tron", se limitó a rodar un par de películas más, "Persecución muy muy caliente" (1987) y "Slipstream, la furia del viento" (1989). La primera, un fracaso de taquilla. La segunda, producida por Gary Kurtz, el famoso productor cuáquero que terminó distanciándose de George Lucas cuando éste se disponía a afrontar "El retorno del jedi" (1983), otra pifia aún mayor. De hecho, fue un desastre tan colosal que supuso la ruina de Kurtz y el fin como director de Lisberger. Desde entonces Steven ha estado perdido, sin que me quede claro de qué ha vivido.
Muchos años después, sin embargo, reapareció como uno de los productores de la continuación de "Tron", titulada "Tron: Legacy" (2010). Tras las consabidas entrevistas promocionales, en las que se le veía con un aspecto desaliñado, a Lisberger se le ha perdido la pista, siendo necesario visitar su web oficial para saber que su vida está casi en exclusiva dedicada al torneado de la madera (tal y como suena). En Youtube cuesta encontrar entrevistas recientes. Si acaso, alguna teléfonica de hace siete años.
Cuesta saber qué pasó. Quizás Steven nunca estuvo preparado para ser director, por lo que todo le superó. De hecho, su filmografía solo incluye las tres películas citadas, siendo el resto trabajos de animación menores hechos en los 70.
2º) En esencia, la rotoscopía consiste en pintar sobre fotogramas previamente rodados. Hasta los 90 era una tarea lenta, ardua (fotograma a fotograma) y, por ende, costosa. Desde entonces se han desarrollado soluciones digitales. Aunque se sigue usando, está acotada a ámbitos artísticos.
En esta película, además, se combinó con un rodaje en donde todo era blanco y negro. Nadie vestía ropa de color en los rodajes. Y el fondo siempre era negro. Posteriormente, y mediante un elaborado proceso creado específicamente para esta película (y creo que nunca más repetido), se creó el efecto de composición mediante "backlight", el cual otorgaba ese aspecto tan característico a los personajes.
Un trabajo que requería pintar a mano fotograma a fotograma, y que tuvo que externalizarse en Taiwán debido a los brutales costes de producción. Posteriormente, el material se enviaba de vuelta a los EE.UU. para su composición.
3º) Las aportaciones de Syd Mead y "Moebius" no pasaron desapercibidas.
4º) Cinco empresas especializadas en gráficos por ordenador trabajaron en la película, pero fueron dos las que asumieron el grueso del trabajo. Una de ellas, con diferencia, asumió la carga más pesada, disponiendo tan solo de un gigantesco ordenador para renderizar las imágenes. Si a esa máquina le pasaba algo, no habría película.
Las animaciones por ordenador, además, se hacían a mano. No había ningún software para crearlas. Ni siquiera podían ver imágenes en formato "mesh". No tenían nada, por lo que trabajaban coordenada a coordenada, con cada objeto y cámara, indicando el origen y el final. Literalmente se "hardcodeaba" todo mediante hojas de papel llenas de columnas de números (seis coordenadas por elemento: X, Y, Z, guiñada, alabeo y cabeceo). De pesadilla.
5º) Tal y como explican en el documental del 2002, "The making of Tron" (disponible en Youtube), cuando se propuso esta película, Disney era una compañía con fama de anticuada. Por entonces, su filmografía más reciente eran obras de "Herbie" (películas bobas sobre un coche con inteligencia propia) y productos de animación de poca enjundia.
6º) Uno está tentado a pensar que su director, Steven Lisberger, debió tener un carrerón posterior. Pero no, fue justo al contrario.
Tras "Tron", se limitó a rodar un par de películas más, "Persecución muy muy caliente" (1987) y "Slipstream, la furia del viento" (1989). La primera, un fracaso de taquilla. La segunda, producida por Gary Kurtz, el famoso productor cuáquero que terminó distanciándose de George Lucas cuando éste se disponía a afrontar "El retorno del jedi" (1983), otra pifia aún mayor. De hecho, fue un desastre tan colosal que supuso la ruina de Kurtz y el fin como director de Lisberger. Desde entonces Steven ha estado perdido, sin que me quede claro de qué ha vivido.
Muchos años después, sin embargo, reapareció como uno de los productores de la continuación de "Tron", titulada "Tron: Legacy" (2010). Tras las consabidas entrevistas promocionales, en las que se le veía con un aspecto desaliñado, a Lisberger se le ha perdido la pista, siendo necesario visitar su web oficial para saber que su vida está casi en exclusiva dedicada al torneado de la madera (tal y como suena). En Youtube cuesta encontrar entrevistas recientes. Si acaso, alguna teléfonica de hace siete años.
Cuesta saber qué pasó. Quizás Steven nunca estuvo preparado para ser director, por lo que todo le superó. De hecho, su filmografía solo incluye las tres películas citadas, siendo el resto trabajos de animación menores hechos en los 70.