"Sol naciente" (1993) es una de esas películas que, sin ser buenas, permiten entender mejor su contexto histórico.

En 1992 Michael Crichton publicó "Sol naciente". Novela detectivesca en donde dos policías estadounidenses debían investigar un asesinato cometido en territorio nacional, pero dentro de un entorno corporativo japonés. Con la excusa de cazar al culpable, el libro retrataba la situación de las economías japonesa y estadounidense, así como realizaba un despliegue de la avanzada tecnología que, por entonces, se gastaban los nipones. Igualmente, aprovechaba para ofrecer algunos retazos sobre la mentalidad y cultura japonesas.

Supuestamente, Crichton escribió la novela para dar un toque de atención sobre el poder emergente de Japón en la escena internacional, así como para avisar del riesgo de que EE.UU. perdiese la hegemonía económica mundial si no tomaba cartas en el asunto. Un año después fue llevada al cine en una jugada tan rápida que, sospecho, Crichton debió vender los derechos cuando aún la estaba escribiendo. Eso sí, la cinta fue una adaptación, pues se hicieron cambios en el relato original. A pesar de ello, se mantuvo más o menos la misma historia.

Con un presupuesto de $35 millones, la cinta alcanzó los $107 millones. Un éxito de taquilla que, si cabe, fue todavía mayor debido al siempre bocazas de Snipes, cuya verborrea y chuloputez eran vías de aguas que hacían peligrar la travesía. Imagino que Connery ahí actuó de contrapeso para evitar que la nave terminase hundida.

Cualitativamente la película es pobre y, parafraseando a Eva Güimil en uno de sus artículos (véase spoiler 1), envejecía conforme se rodaba. La razón es que se apoyó en tres patas que no tardaron en quebrarse. Una, la tecnología; la otra, el conocimiento sobre Japón; y la última, las predicciones sobre la economía mundial.

Así, el aspecto tecnológico perdió fuelle con rapidez. Dado que la tecnología mostrada en la película está sacada de la novela, y puesto que ésta se escribió a comienzos de los 90, lo que se muestra quizás pudo impresionar el año de su estreno. Pero, un lustro después, ya estaba caduco.

En cuanto a la cultura japonesa, la novela/película jugaba con el paupérrimo conocimiento que el mundo tenía de Japón, por lo que intentaba mostrar, de forma simplista y algo burda, la forma de pensar y de actuar de los japoneses y sus empresas. Y, aunque es justo reconocer que lo que se dice es cierto (véase spoiler 2), también es verdad que es tan superficial que no deja de ser un mero vistazo rápido.

Finalmente, la historia partía de que el crecimiento explosivo experimentado por Japón durante los 70 y 80 se traduciría en una hegemonía económica mundial. Lo que Crichton pasó por alto fue la crisis de 1989, la cual hundió la economía nipona y de la que, treinta años después, aún no ha levantado cabeza. Visionario habría sido si hubiera predicho la supremacía de China. Pero eso se le escapó (véase spoiler 3).

Ciertamente, la película es poca cosa. Hoy día el público está más viajado y disfruta de una tecnología infinitamente más avanzada que la mostrada en esta historia. No obstante, es de remarcar que, para una sociedad, la estadounidense, tan replegada sobre sí misma y poco dada a interesarse por el resto del mundo, la cinta despertó su curiosidad. Y, no nos engañemos, para otros países atrasados, caso de España, también debió de ser llamativa. Otra cosa es que ahora sean legión los que se las dan de entendidos en todo lo relacionado con Japón (véase spoiler 4).

Centrándonos ya en la película en sí, ésta no pasa de una mera trama detectivesca al uso enmarcada dentro del mundo de las películas de compañeros, que por entonces ya empezaban a cansar un poco. Snipes está insufrible, con momentos que rayan la vergüenza ajena, y Connery incluso empieza a resultar cargante con sus aires de maestro experimentado que alecciona a su pupilo. Tampoco ayuda la música, con esos tonos misteriosos que, pareciese, quisiera convertir el trabajo en la versión teatral de "El cluedo" rodada con cámaras.

En resumen, aproximación de Crichton a la cultura japonesa con una historia de detectives como eje vertebrador. No funciona ni como lo uno ni como lo otro, porque se queda corta en ambos campos. Pero da una idea de lo que algunos pensaban sobre Japón y el desconocimiento general que aún existía sobre ese país en el 93.