Una película que seguro gana mucho en algún festival estilo Sitges o viéndola de adolescente con amigos y cigarrillos de la risa, pero pese a verla en la soledad de mi habitación y que le ha costado que me cautive, el balance final es satisfactorio.

El anuncio final de "no apta para epilépticos", más allá de un consejo sanitario es una declaración de intenciones. Luces de neón, flashes, montaje anfetamínico y punk hardcore a saco.

A su protagonista, una pintora, se le acaban los plazos establecidos por la galería de arte para su exposición y no le viene la inspiración. Así que se va a un amigo camello a que le de un bolsón de algo potente que le pegue subidón y empieza el viaje a algo que después se pone ultra gore, mezclando el bajón de un mal colocón con darle una vuelta interesante a un famoso sub-género del cine clásico y de terror. Una mezcla original que va a más, ayudado por las histriónicas pero en este contexto naturales, actuaciones (especialmente de su protagonista). Siempre he sido fan en el cine y más en este tipo de films del "si se te va a ir la piña no te quedes a medias, dale a todo gas y remátalo a lo grande" y esta lo cumple.

Una notable ejecución con poco presupuesto, que se nota en sus momentos más gore, pero que más que cutrez, añade encanto. Carne de film de culto instantaneo, cada línea que escribo de ella me dan más ganas de subirle nota, pero por ahora se queda entre un bien alto resultón y un notable.