La mítica productora Hammer Films, imprescindible en el devenir del género fantástico y de terror de los sesenta y setenta, ya se daba a conocer en los cincuenta con este clásico de Val Guest, basado a su vez en una serie de televisión muy popular entre los británicos.

“El experimento del Dr. Quatermass” narra la historia de un cohete del que se pierde todo contacto y se estrella en medio de Inglaterra. De su tripulación, compuesta por tres astronautas, sólo parece quedar uno de ellos, pero su estado de salud es delicado, ya que parece estar en estado catatónico. Después de varios análisis y de mantenerlo retenido en el hospital, la mujer del astronauta decide ir a por él y consigue sacarlo de allí, pero su marido ya no es el que era antes y se produce en él una extraña metamorfosis…

El filme contiene todos los clichés que se podían esperar del cine fantástico de los cincuenta, con un misterio inicial, datos científicos y alienígena incluido, pero la cinta de Guest además tiene ese toque “british” propio de la Hammer y sus monstruos, alimentado además con exteriores y localizaciones como Westminster. El desarrollo cuenta con una tensión contenida en base a los diálogos, explotando hacia la última media hora con una persecución trepidante, incrementándose así el interés del filme.

El hecho de que Quatermass sea un personaje tan conocido en Gran Bretaña ayudó a la buena acogida de la película, provocando que se rodaran dos secuelas más, de la misma calidad que la original: una dirigida de nuevo por Guest dos años después, y la tercera dirigida por Roy Ward Baker en 1967, otro director fetiche de la Hammer pero a años-luz de su principal representante: Terence Fisher.

Quede esta “El experimento del Dr. Quatermass” como otra obra clásica de la prehistórica ciencia-ficción de los cincuenta, que hoy se ve con una sonrisa cómplice y que no se menosprecian para nada sus buenas intenciones: dar un entretenimiento más que aceptable, algo que ha heredado sólo una pequeña parte del cine comercial actual.

Recomendable.