Muy notable tercera parte de la saga del aprendiz de mago Harry Potter (Daniel Radcliffe). Ha sido Alfonso Cuarón el que ha cogido las riendas en esta entrega, basada en el tercer libro de la escritora J.K. Rowling, y el resultado se nota respecto a las dos anteriores.

El filme de Cuarón es, principalmente, una maravilla visual, un entretenimiento de alta calidad con una estructura muy cuidada y un sentido del espectáculo muy desarrollado. Cuarón muestra a un Harry Potter más maduro que las dos primeras partes, y por ende, también parecen más maduros sus amigos Ron (Rupert Grint) y Hermione (Emma Watson). Pero esta evolución de los personajes no redunda en una reducción del sentido original de la saga, es más, parece que la cinta se recrea en los momentos en el que la magia está presente, enriqueciendo el aura mística y de cuento de brujas que debe tener, con sus paisajes variados y su vasto mundo de fantasía.

El filme, además de ser visualmente potente, contiene una historia que calza como un guante en la imaginería de Hogwarts. La trama, de fuerte componente detectivesco, se rodea de misterios en los que se ven envueltos muertos que no parecen estarlo, hombres-lobo y un prisionero loco que ha escapado de la prisión de Azkaban (Gary Oldman nada menos), todo envuelto en un aura de vieja historia decimonónica y de relato tradicional que no hace sino introducir cada vez más al espectador en la película.

Cuarón sigue las pautas marcadas y dispone a su manera todo el conjunto, consiguiendo un resultado más que notable en el que se pretende profundizar en el pasado de Harry, hasta ahora oculto. Esto, unido a la aparición de personajes como los “dementores”, los horripilantes carceleros de Azkaban que buscan al prisionero escapado, conforman una de las cintas más oscuras de la saga.

No faltan los personajes habituales de la serie como el guardabosques Rubeus Hagrid (Robbie Coltrane), maestro de criaturas fantásticas que en esta ocasión presenta a la más espectacular de todas hasta la fecha: un hipogrifo que protagonizará algunas de las escenas más bellas del filme.

La parte técnica es exquisita, tanto lo que tiene que ver con todos los hechizos como con la escenografía del interior de Hogwarts, o la fantástica escenificación de los terrenos aledaños. En cuanto a la banda sonora, la partitura de John Williams vuelve a emocionar con sus cortes aventureros que evocan la magia y la fantasía que sólo existen en el cine, y que el maestro ha sabido tan bien plasmar durante toda su carrera.

“Harry Potter y el prisionero de Azkaban” se erige como un ejercicio de estilo dentro de la convencional, aunque magnífica, saga de J.K. Rowling. No es de extrañar que la misma autora tenga la película de Cuarón como la mejor adaptación de sus novelas. Y es que, cuando hay talento tras las cámaras, lo convencional se puede transformar en una obra de arte.

Muy recomendable.