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España España · Somewhere Far Beyond
Voto de Richy:
8
Ciencia ficción. Drama. Comedia En un extraño y deprimente universo futurista donde reinan las máquinas, una mosca cae dentro de un ordenador y cambia el apellido del guerrillero Harry Tuttle (Robert de Niro) por el del tranquilo padre de familia Harry Buttle, que es detenido y asesinado por el aparato represor del Estado. El tranquilo burócrata Sam Lowry (Jonathan Pryce) es el encargado de devolver un talón a la familia de la víctima, circunstancia que le permite ... [+]
9 de diciembre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El lúcido y visionario Terry Gilliam, ex-componente de los geniales Monthy Python, firmó a lo largo de la década de los ochenta lo que él llamaba la “trilogía de la imaginación”, compuesta por “Los héroes del tiempo” (1981), la presente “Brazil” y culminando con “Las aventuras del Barón Munchausen” (1989). Tres obras sin ninguna conexión narrativa, pero con toda la rica imaginería fantástica gilliamiana en común. De las tres, “Brazil” es, con diferencia, la mejor y más personal del director británico, y seguramente su obra más compleja y oscura.

Encasillada dentro del cine fantástico, “Brazil” es, en realidad, inclasificable. Se trata de una fábula futurista, influenciada por la obra de George Orwell “1984”, en la que en un mundo distópico (dentro del siglo XX) vive una sociedad decadente, caprichosa e hipócrita, dominada por un opresivo poder burocrático totalitario que ahoga al ciudadano. El exceso de funcionariado administrativo hace que todo el engranaje burocrático se mueva como una máquina perfectamente engrasada, sin posibilidad de fugas o errores de información. Por eso, cuando una simple mosca se cuela en una máquina de escribir que está elaborando una lista de ciudadanos a perseguir por las autoridades, y ese simple hecho cambia la letra de un apellido, se atrapa, se interroga y se mata a la persona equivocada. El que tiene un papel sellado tiene todas las puertas abiertas.

En medio de este caos tan perfecto como ineficiente se mueve Sam Lowry (Jonathan Pryce), un tecnócrata de baja categoría que forma parte, como casi toda la población activa, del complejo sistema administrativo. Sin embargo, Lowry tiene extraños sueños en los que se imagina como un guerrero alado, revestido de una armadura de plata brillado al sol cual Ícaro redentor, que acude al rescate de una pobre damisela atrapada. Esos mensajes subliminales supondrán un cambio radical en su vida, su oportunidad de desatar las cadenas de la opresión, al conocer a la damisela de sus sueños. Lowry es el antihéroe gilliamiano, enfrentado contra el sistema, cuestionándose su trabajo y rechazando los tratamientos de cirugía milagrosa de su madre.

En la puesta en escena abundan los escenarios excesivos y los diseños imposibles, con preeminencia de estructuras tubulares en oficinas, salones de fiestas o viviendas, recordando un tanto el aspecto vanguardista de “La naranja mecánica” (1971). Tantas tuberías por doquier podrían relacionarse con conductos cloacales por donde esa sociedad necesita deshacerse de su propia podredumbre inhumana a diario, con lo que ofrece una visión acertadamente tétrica en medio de los colores chillones.

Toda la historia se cuenta con un humor satírico, negrísimo y ácido, que recuerda mucho a los Monthy Python, pero con el toque sardónico y gamberro de Gilliam. En “Brazil” se cuenta la historia en tono de comedia y se centra en un personaje de lo más normal, un antihéroe absoluto, que recoge lo mejor y lo peor del ser humano que vive atrapado dentro de su propia burocracia. El filme contiene innumerables referencias y lecturas que aún a día de hoy resultan complejas y sutiles, dotando al conjunto de una profundidad superior a cualquier otra obra posterior de Gilliam.

“Brazil” es, pues, un monumento al exceso. Una obra tan arriesgada de principio a fin es siempre una obra incomprendida, y realizarla supone tenerlos bien puestos. A Terry Gilliam, como visionario lúcido, sólo el tiempo pudo darle la razón.
Richy
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