Sin duda alguna, una de las más impresionantes películas de la Historia del Cine, una obra maestra total y absoluta de Dreyer, quien fue contratado por una productora francesa para tal empeño. El cineasta danés se basó expresamente en las actas del juicio contra Juana de Arco, editadas por Pierre Champion.
Dreyer se basa en el sufrimiento, la pasión, el dolor y los sentimientos del personaje, realizando una espectacular introspección psicológica y humanística del mismo, a través de una apoteosis de soberanos y formidables primerísimos planos de la espectacular, llagada y bellísima actriz teatral Renée Falconetti, en un todo que exhala un recogido y soberbio intimismo hinchado de cerebral misticismo y de una austeridad grandiosa en el uso de decorados y elementos, pero formidable en su combinación de primerísimos primeros planos con picados y contrapicados, con geniales desencuadres al estilo expresionista pero desde el mayor de los naturalismos.
Es una obra de hace casi 80 años y sigue vivísima, fresca, oxigenante y debe seguir siendo a perpetuidad una obra a estudiar en cualquier escuela de cine que se precie de tal condición.