No se puede valorar de igual forma una película del riesgo de "Abre los ojos" como otras. Viendo el proyecto y argumento ideado por Gil y Aménabar -complicado, rebuscado, con demasiadas aristas de dónde tirar- y el resultado obtenido, cabe calificar a la segunda obra del director de "Tesis", como un paso adelante y decidido, además de satisfactorio, en su hasta ahora muy notable carrera.
Como en "Tesis", aquí estamos ante una pesadilla terrible. Como en "Tesis", hay un fenómeno moderno y peligroso en la historia (allí las "snuff movies", aquí la criología: resucitar a los muertos e inventarles un sueño, una realidad virtual). Pero lo que en la primera era puro realismo aquí es un juego de espejos y cajas chinas dónde se superponen ficción y realidad, verdad y mentira, sueños y sobre todo, una terrible pesadilla para el protagonista, un Eduardo Noriega que de la noche a la mañana pasa de ser guapo, millonario y a vivir según le place, a ser un joven desfigurado y paranoico, tras un accidente de coche provocado por una chica enfermizamente enamorada de él (una ronquísima Najwa Nimri). A partir de este instante, todo es pesadilla y un juego para que el espectador se rebane la sesera en adivinar y pensar qué es sueño y qué es verdad: ¿adónde quiere llevarnos Aménabar?; ¿qué sentido último tiene la historia?. Primera virtud del film, pues: hace pensar y mucho. Ahora bien, hace falta ser un genio del cine para no caer en ciertos altibajos, en tan osado argumento: así pues, la película participa tanto de una rica ambigüedad como de una confusión que se solapa (y a veces sobrepasa) a ésta, dando lugar a una confusión dentro de la confusión. Y ojo, que quizás sea ese el objetivo de Aménabar: hacer un film inexplicable, confuso, irresoluble, abierto a más no poder a todo tipo de opiniones y lecturas. Si es así, lo ha conseguido pero no es el Buñuel de "El ángel exterminador" (tampoco pretende serlo, sería un necio) y por eso por ese lado chirría algo el asunto.
Por otra parte es, en buena medida, un film inclasificable y para bien. Es decir, resulta un film díficil de encasillar y por ello muy singular e interesante. Resulta metagenérica la película y de todos los géneros que toca sale más o menos bien parada: el drama psicológico, de intriga futurista, el melodrama, la intriga psicológica, el thriller.
Con claras influencias del "Vértigo" de Hitchcock, ha construido pues Aménabar una obra arquitéctonica barroca tan fascinante como irregular, un segundo viaje de mucho equipaje y alforjas, que avisa de un cineasta atrevido, de talento, de demasiado talento, pues en esta obra hay como para tres o cuatro más. De demasiadas ambiciones, también. Pero eso no es malo, aunque tampoco bueno. No sé si me explico; creo que me parezco en esta crítica a la propia película...