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Masacre: Ven y mira

Bélico. Drama Película de encargo para celebrar el 40 aniversario de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial. Relata, a través de los ojos de un niño progresivamente endurecido por el sufrimiento, la matanza sistemática de los habitantes de las aldeas bielorrusas, más de 600, durante la guerra. (FILMAFFINITY)
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Críticas 105
Críticas ordenadas por utilidad
28 de junio de 2012
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Argumento muy duro y complejo. A tener en cuenta que es una película rusa, donde los silencios, las miradas y largos planos hay que saberlos entender. No está de más decir que los personajes se encuentran en fortísimo estrés psicológico de modo que dicen cosas y actúan de forma extraña. No es una película bélica al uso con soldados y chicas heroínas del cuento. Es la guerra brutal y la gente civil enloquecida por la barbarie. Sumemos además que el estilo de cine ruso no se parece a otro. De modo que hay que estar un poco habituado, y más si se va a ver una película tan salvaje como ésta. O por lo menos, tener la mente muy abierta y saber que no se va a visionar una americanada.

A los ojos de un adolescente se describe la II Guerra Mundial, la invasión nazi del territorio soviético, el fortísimo impacto entre la población civil. El título del filme ya te cuenta de qué va la cosa. Masacre: siéntate en la butaca y mira qué pasa en una guerra.

El infierno de la guerra tal cual es. No hay tregua en toda la película, no hay ni un giro de esperanza, ni un diálogo, ni un plano, ni una melodía que resulte un bálsamo ante tanta barbarie. La guerra es el infierno y no hay ni brizna de esperanza en ella. El ser humano puede llegar a cotas de salvajismo con su prójimo insospechadas.

No hay heroísmo bélico en este filme, porque la guerra nada tiene de heroica. Es brutal, es salvaje, es el infierno en la Tierra.

GUSTARARÁ: a quienes les guste que les cuenten las cosas como son, a los de estómago resistente, a los acostumbrados al cine ruso.

NO GUSTARÁ: a los que les gusten las películas bélicas al estilo americano, a los que les gusten las películas de guerra porque las encuentran entretenidas, a los que les guste el cine de explosiones, a los que les guste el cine bélico porque creen que las historias de soldados y lealtad y honor y todo eso es genial. No gustará tampoco a estómagos sensibles y gente que sea impresionable.

Una película totalmente recomendable pero cuyo visionado requiere precaución.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
critipasota
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5 de agosto de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La barbarie nazi presentada de manera abominable bajo la mirada soviética, tan patriotera y panfletaria como ciertos filmes norteamericanos, pero en este caso filmada con un espeluznante rigor narrativo, sobretodo en la segunda mitad del metraje, que tritura literalmente las más convencionales perspectivas de placer visual... y sí que lo hay. En la primera parte se nos presenta al personaje principal, un niño que se une a los partisanos, con imágenes semi-oníricas deudoras de Tarkovski en su representación de los lugares boscosos donde acontece la acción, por momentos algo reiterativas. Pero a partir de la caída de la primera bomba en el bosque, la pantalla se torna pesadilla y lo atroz se apodera de nuestras mentes, bajo el sonido caótico y demencial que recorre las imágenes, suspendido en el aire. El niño se muta anciano ante nuestros ojos.

Lástima de una primera hora un tanto irregular en la presentación de los adolescentes, de forma casi surrealista, para nada conjuntada con lo que ha de venir después. Aún así, demoledora e imprescindible gracias a una puesta en escena realista y una fotografía de tono sucio, que remarca con efectividad apabullante los mortíferos destellos de las balas trazadoras, las luces centelleantes y las llamas asoladoras.
Wellesford
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11 de julio de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Idi i Smotri” se cuenta, sin duda, entre las películas más impactantes que haya visto. De hecho, cuando escribo estas líneas estoy aún recuperando el aliento, o la compostura, tras los continuos puñetazos en el hígado —y en el alma— que suponen sus durísimas imágenes.
Elem Klimov manifiesta una deuda estética evidente con el Tarkovski de “Stalker” (ídem, 1979), cuya “Zona” encuentra en el devastado campo bielorruso de “Idi i Smotri” un corolario infernal donde lo onírico ha acabado tornándose (todavía más) pesadillesco. Se aprecia asimismo la influencia del expresionismo pictórico, en concreto la de Otto Dix y Oskar Kokoscha, no en vano testigos directos —ambos fueron heridos— de los desastres, en su caso, de la I Guerra Mundial. La huella de Goya y Picasso es tan palmaria en cualquier alegato antibelicista que ni siquiera haría falta explicitarla.
Efectivamente, con todo y tratarse de una cinta de encargo destinada a conmemorar el 40º aniversario de la derrota de la Alemania nazi, no hay en “Idi i Smotri” un ápice de la fanfarria triunfal que hubiera sido de prever. Sólo en el contexto de la “Glásnost” es comprensible un enfoque tan poco complaciente. Porque, si bien adornan al invasor los vicios acostumbrados —cinismo, cobardía y un largo etcétera de ejemplos de su sadismo—, los partisanos comunistas se nos presentan poco menos que como una banda de cuatreros, si acaso redimidos por esa victoria final no exenta de crueldades.
Definitivamente, la guerra no tiene absolutamente nada de glorioso. Antes al contrario, se trata de un horror inabarcable, hecho de sangre, lágrimas, cieno y ganado sacrificado —humano o animal, tanto da—, una locura cósmica que, como se afirma en la posterior y casi igual de sombría “Unsere Mütter, unsere Vätter” (Hijos del Tercer Reich, 2013), “saca lo peor de nosotros”.
Que los primeros planos de gente llorando predominen sobre las vacuas escenas de acción constituye toda una declaración de principios. El rostro, como tallado a martillazos, de Alexei Kravchenko y su animalización progresiva se erigen en metáfora perfecta del mensaje terrible que Klímov quiere transmitir. Los fotogramas de archivo que ponen el alucinado punto final y en los que vemos a algunos supervivientes —es un decir, más bien esqueletos andantes— de los campos de exterminio liberados por el Ejército Rojo no hacen sino subrayar los niveles de ignominia que el hombre es capaz de alcanzar.
Carorpar
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8 de mayo de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se reestrena en cines esta copia restaurada de una de las mejores películas de guerra jamás filmadas, con un realismo y crudeza a la hora de contar unos sucesos que ocurrieron en 1943 en Bielorrusia que consigue ponerte los pelos de punta.

La mayoría de la gente sabe que la Unión Soviética sufrió la mayor pérdida de vidas humanas que cualquier otra nación durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, no todos saben que la república soviética más afectada en términos de porcentaje de muertos fue Bielorrusia. Muriendo el 25% de su población total durante la contienda, alrededor de 2 millones de personas la mayoría civiles. Este ensañamiento de las tropas nazis a los civiles durante la ocupación, fue debida por la alta participación de la resistencia de la población que se escondía en los bosques y pantanos librando muchas emboscadas dañando mucho los suministros y provocando muchas bajas en el ejército nazi.

La unión soviética le encargo realizar el film a Elen Klimov para celebrar el 40 aniversario de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial. Relata, a través de los ojos de un niño el sufrimiento que padece al contemplar la matanza sistemática de los habitantes de las aldeas y pueblos bielorrusos (alrededor de 600) por las tropas nazis durante la segunda guerra mundial.

Originalmente se iba a titular "Matar a Hitler" pero se optó cambiarlo por "Ven y mira" que viene del Nuevo Testamento de la Biblia.  Capítulo 6 del Libro del Apocalipsis. Participo como 'Mejor película en lengua extranjera' en los Óscar de 1986 sin conseguirlo. Hay que recordar que otra película bélica "Platoon" de Oliver Stone se alzaba con la estatuilla a la mejor película del año. Muchos críticos de la época dijeron que fue el mejor film del 85, hoy en día está clasificada en el puesto 59 de las mejores películas de la historia de habla no inglesa.

Klimov que por cierto no volvió a dirigir más películas hasta que falleció en 2003, la rodó en stadycam, aportando una sensación semi documental de una locura que sacude a todos los protagonistas, sobre todo ese niño con mirada inocente del principio, que termina envejecido y con el pelo blanco después de sufrir lo indecible.

Se utilizaron uniformes y armas con fuego real durante la filmación que duro nueve meses, rodándose en orden cronológico. Tuvo que salvar muchos problemas, ya que el guion no era bien visto por el comité estatal de cinematografía soviética. Pero después de muchos parones consiguió terminar de rodarse en 1984.

Tras verla en su estreno en 1985 considero que puede ser una de las películas más horribles y complejas jamás rodadas sobre la Segunda Guerra Mundial. Provocándote un fuerte impacto emocional. 27 años después te vuelve a remover las tripas este film espantoso, que para los que no lo hayan visto nunca, tienen una gran oportunidad de poder rescatar.
Destino Arrakis.com
videorecord
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14 de octubre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante largos siglos, Bielorrusia fue un territorio sin identidad nacional definitiva, porque pasaba de un dominio a otro siendo sus habitantes seriamente influidos por esas otras culturas. Después de una brevísima existencia [1918-1919] como República Nacional Bielorrusa, el gobierno bolchevique, la anexó a la U.R.S.S., y pasó a llamarse, República Socialista Soviética de Bielorrusia. Durante la II Guerra Mundial, Bielorrusia fue uno de los territorios soviéticos que, con mayor gravedad, sufrió los embates alemanes, habiendo quedado prácticamente devastado. Se afirma que, un total de 628 aldeas fueron saqueadas e incendiadas, y la mayoría de sus habitantes brutalmente asesinados o quemados vivos.

Ales Adamóvich, escritor, crítico literario y guionista nacido en Bielorrusia, y quien llegó a ser miembro del Sóviet Supremo, cuando aún era un joven estudiante se unió durante la guerra a una unidad partisana entre 1942 y 1943, y sobrevivió a las masacres perpetradas por los nazis en su tierra natal. De estas experiencias, surgiría luego una de sus novelas más apreciadas, “Jatínskaya apóvests” (1976), y de sus experiencias como partisano surgiría el guion que escribió junto al director, Elem Klimov, para la impactante película, <<MASACRE. VEN Y MIRA>>, que los Estudios Mosfilm aprobó como celebración del 40° aniversario de la victoria soviética sobre las fuerzas alemanas.

El título se extrajo del libro del Apocalipsis que, en el capítulo 6, 1-3, reza: “Luego vi como el Cordero rompía el primero de los siete sellos, y oí que, uno de aquellos cuatro seres vivientes, decía con voz que parecía un trueno: ‘Ven y mira’. Miré y vi un caballo blanco montado por un hombre que portaba un arco en la mano. Se le dio una corona y salió dispuesto a triunfar”. El protagonista, alter-ego del escritor Adamóvich, es un joven llamado Flyora Gaishun, quien, anhelando entrar en la guerrilla para luchar contra la tiranía nazi, busca ansiosamente un fusil en el campo de batalla… hasta que por fin lo encuentra… pero cuando el líder, Kosach, decide salir con su grupo de campaña, deja al joven Gaishun al cuidado del campamento y muchas cosas sucederán desde entonces.

En pleno, el filme se convertirá en una soberbia e impactante recreación de los horrores de la guerra… y los insaciables niveles que alcanzaba la brutalidad nazi-fascista, quedan plasmados con la más alta eficacia y con impecables escenas de acción de marcado realismo. Klimov, sin embargo, ahonda mucho más en los efectos psicológicos que estos hechos producen en la mente y en el cuerpo de ese joven campesino empeñado en salir del lodo en que se ha metido junto a su bella y desorientada compañera, Glasha. La misma escena del pantano, servirá como metáfora de este propósito, pero, lo que se aviene dejará sentado que todavía hay un largo camino de dolor.

Centrando la acción en los hechos ocurridos en las aldeas, Bagushovka y Perejodi, fundamentalmente, el director se empeña en ilustrar el difícil proceso que sigue, el joven Gaishun, para convertirse en un hombre de verdad… y al final, con una secuencia magistral nos quedará una pregunta sin respuesta definitiva y que, además, abre diversas perspectivas: ¿Cuántas cosas terribles se hubiesen podido evitar si alguien hubiera eliminado a, Adolf Hitler, en algún momento previo de su vida?

Elem Klimov, ha concluido su obra cinematográfica con un filme inolvidable.

Título para Latinoamérica: VENGA Y VEA
Luis Guillermo Cardona
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