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El violinista en el tejado

Musical. Drama Teyve, el lechero de un pueblo ucraniano, vive feliz con su esposa y sus cinco hijas, todas ellas solteras. Una tarde, mientras hace el reparto, conoce a Perchick, un pobre estudiante de Kiev con ideales revolucionarios. Los dos simpatizan, y Teyve le ofrece casa y comida a cambio de que le dé clases a una de sus hijas. Al mismo tiempo, Lazar Wolf, un rudo carnicero que se ha quedado viudo, pide a Teyve la mano de su hija mayor. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 42
Críticas ordenadas por utilidad
18 de mayo de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y, con ella, otro éxodo, otra diáspora. Empieza de forma simpática con las peripecias del protagonista, sus charlas con Dios, su camadería con la autoridad, su cabezonería con las tradiciones que, a regañadientes, va aceptando su cambio promovido por el avance de la civilización; pero la historia va tomando un cariz más oscuro, más dramático, que se va mostrando también en los números musicales que jalonan esta producción. Inolvidable "If I were a rich man" convertido en "cuento de la lechera" (en este caso, del lechero) incapaz de ser dueño de su propio devenir.
amarmol
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9 de mayo de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que películas que hay que ver al menos una vez en la vida y esta si la vez 10 veces, mejor. Obra maestra de Norman Jewison. La vida es así, hay que sacar notas musicales bonitas mientras se hace equilibrio en el tejado. Todo, absolutamento todo en la película es magistral. Desde el comienzo te atrapa y más nunca te suelta y cuando digo más nunca, me refiero toda tu vida. Cada cierto tiempo la veo y la disfruto. Filosofía de vida, realidad, música, fotografía, actuaciones y dirección, todo es maravilloso. Está en mi top ten, junto a obras como Barry Lyndon, La Naranja Mecánica, Cinema Paradiso y Dogville.
Barrigoni
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27 de noviembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
IMPOSIBLE resultar objetivo cuando algo se AMA tan profundamente, cuando forma parte de ti mismo, se ve de pequeño, se distruta de adulto y se inyecta en vena tan profundamente, que forma parte de tu vida, de tus recuerdos...

Este es un ejemplo de trabajo ganador a los años y a las críticas, superviviente de una época no precisamente proclive al éxito en el género que tratamos, un trabajo rozando la perfección, estimulante, vibrante y brillante, revolucionario en su forma y realización, una gran adaptación del musical que adapta y por ende una magnífica película dramática (existe mucha crítica y dramatismo, no tan oculto como podría parecer), trabajo inteligente de un director todo-terreno y genial en sus planteamientos escénicos, como lo demuestra en la IMPOSIBLE escena de la celebración del compromiso de Tzeitel en la taberna, nunca tan poco espacio físico fue aprovechado con tanto talento, la que antaño fue denostada y flagelada escena clave del musical en este título, en realidad se muestra como ejemplo de perfección y de buenas maneras rodando, estupendo montaje y brío en la dirección del número,

Podríamos abarcar mucho en esta película, hablar y criticar, pero lo único realmente cierto es que es una joya de la historia del cine, un cisne que levanta el vuelo glorioso a pesar de la niebla que se cierne en toda la historia, a pesar de su extensa duración y la clara división en dos actos de la narración que parece minar el interés del espectador, pero su mágia y esplendor es irresistible, sin duda un magnífico trabajo..

Topol nunca estuvo tan bien, será Teyve (o Tevye) de por vida, jamas un musical fue tan bello, jamás un carnicero resultó tan piadoso, jamás el Amor estuvo mas presente en su cotidianedad y sencillez...no hace falta explicar mucho mas...

ES UNA DE LAS PELICULAS QUE ME HA HECHO AMAR EL CINE, MIL GRACIAS POR ESTE REGALO.

SALUDOS.
JAVIER TOLEDO
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13 de mayo de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vi cuando se estrenó y vuelvo a verla ahora, más de cincuenta años después... Y veo que conserva todo su encanto y energía lo cual celebro y disfruto... Vaya también como homenaje al gran Topol que la protagonizó y fue el alma de ella y quién descubro ha fallecido hace poco víctima del Alzheimer, él que tantas veces la interpretó en el teatro... Su vozarrón con el tema de "Tradición...!" (del célebre "Si yo fuera rico" ya ni hablamos con ese brío y movimiento de caderas) no tiene desperdicio. Enorme en todos los sentidos. Y también el adaptarse a las situaciones que vengan y siempre con la sombra de un violinista protector a la espalda.

Gracias pues a todos ellos, incluido Norman Jewinson, su hábil director y un buen experto en musicales como ya demostró en "Jesucristo Superstar", y que aún vive -lo celebro también- con noventa y pico de años. Espectacular, dicho sea de paso la escena de la boda con la primogénita del lechero de Anatevka, y preciosas las tres hijas, limpias por fuera y por dentro como decía un buen amigo mío, Francesc Casals -que en gloria ya está-. En cuanto a la música, excelsa.
Rebeca
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23 de octubre de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
370/16(15/10/21) He revisionado este popular musical con motivo del 50 Aniversario de su estreno (22/10/1971), y he encontrado un film que no ha perdido frescura con su medio siglo, mantiene su energía, fulgor contagiable vitalismo, en medio de una historia profunda, donde se dan cita las tradiciones ancestrales endogámicos en este caso de la comunidad judía en una aldea en la Rusia zarista en 1905 (Anatevka, una aldea en realidad ucrania bajo el Imperio Ruso), chocando con los nuevos tiempos tanto en lo familiar en un gueto, como en lo macro de los comienzos de la revolución proletariada, lo referente a los pogromos y expulsiones de los hebreos. Dirige Norman Jewison (Jewison tiene un cameo como rabino, la voz, durante la secuencia del sueño de Tevye). que trabaja sobre el guión de Joseph Stein (especializado en TV en su único trabajo para la gran pantalla) adapta el cuento clásico del ucranio Sholom Aleichem “Las hijas judías” (1905), originalmente filmado en 1939 como ‘Tevye’ en idioma yiddish, llevado como musical a Broadway en 1964, con Zero Mostel de protagonista, aunque Jewison prefirió a Chaim Topol (interpretó el papel en Londres) como Tevye, que desborda la pantalla con su carisma y fuerza volcánica (ganó el Globo de Oro por su apabullante actuación), un filósofo ultra creyente, que aporta una inte4nsidad y fuerza dramática soberbia. Tevye sueña con una vida mejor incluso cuando sus hijas se rebelan contra sus planes de matrimonios arreglados y los prejuicios del mundo exterior amenazan con arruinar su acogedora existencia, anticipando el genocidio que está por llegar.

La partitura adaptada del maestro John Williams fue uno de los dos premios Oscar obtenidos de los ocho a los que fue nominado. Las pegadizas canciones con música de Jerry Bock y letra de Sheldon Harnick (epítome la mítica “If I Were A Rich Man”) son pocas y distantes entre sí, ello mientras vivimos los convulsos años políticos, donde los judíos eran el chivo expiatorio de los males. Ello en un tono de alegría de vivir en cómo se afrontan los problemas, sobre todo en la primera parte, donde el humor te llega de modo delicioso en como este patriarca rígido debe ir flexionando sus ideales conforme sus hijas no son dóciles, ello con recursos tan notables como verlos discutir con Dios mirando al cielo, o como diserta en voz alta mientras de quien habla está a lo lejos siendo algo figurado, esto sumado a personajes muy bien expuestos, como la casamentera, el carnicero, la autoridad policial, o por supuesto su arrollador protagonista. Y por supuesto esto mezclado con los maravillosos temas musicales que sirven para dar relieve a los personajes, y para hacer avanzar la trama, esto con algunas estimables coreografías lejos de ser profesionales, destilan realismo en su poca ortodoxia, esto gracias al gran Jerome Robbins. Obra que mezcla drama, comedia, romanticismo, costumbrismo, reflejo social, y por supuesto musical, y todo ello con enorme equilibrio y un crescendo dramático punzante en cómo te va calando lo que ocurre, proyectando nostalgia, melancolía y un halo de esperanza en un mañana mejor para cuando llega el viraje agrio te siente conmovido por lo que le ocurre esta comunidad.

Posee un arranque entusiasta contagioso marcando las cartas del tono por el que navegaremos en la visita este gueto ruso. Ello con la presentación en primera persona del protagonista, el lechero Tevye, ello rompiendo la cuarta pared para hablarnos de la sociedad tradicional-judaica en la que se mueve este pueblo, vamos, lo que se llama ‘Tradition’, tema que es el inicio musical del film, una oda a como la fuerza de la costumbre se ha convertido en Ley. Y tras esto las hijas de Tevye irán desmontando este micro-mundo singular a través del amor, mediante el cual se saltarán los matrimonios concertados (Ungido por las casamenteras; Excelso el encuentro para cerrar el trato entre Tevye y el acomodado carnicero Lazar Wolf, encarnado este por un fabuloso Paul Mann), se saltarán el permiso paternal para el casamiento, y lo que es más duro para Tevye, una de sus hijas se enamora de un goy-gentil (no-judío). En medio de esto disfrutamos de momentos jocosos en medio del costumbrismo, como ese tipo que siempre trae malas noticias leídas en el periódico, la delirante llegada (por el modo de exponerlo) de la máquina de coser (para el sastre Motel Kamzoil encarnado por un notable Leonard Feey), el sueño- pesadilla de Tevye (Patience Collier como la abuela Tzeitel está radiante), como manipula Tevye a su esposa para que cambie de opinión con una boda, la casamentera (gran Molly Picon) intentando ‘colocar’ a dos hermanos con las hijas de Tevye, la discusión de Tevye con Lazar, todo ello haciendo que nos cale el modus vivendi particular de estas gentes humildes, pero orgullosas y dignas. Esto entrelazado de forma incisiva con el antisemitismo (los pogromos y la expulsión cual nuevo Éxodo), y con los primeros pasos de lo que está por venir con la Revolución Rusa, haciéndonos ver que el Zar era el malo y los revolucionarios bolcheviques serán los salvadores (puaj!). Los cambios, los Nuevos Tiempos arrasan cual Tsunami a esta micro-sociedad.

Todo esto Jewison lo desarrolla con gran ritmo, haciendo que sus tres horas pasen sin altibajos, siempre están sucediendo cosas, la trama nunca para, va de un lado a otro zarandeando a Tevye, llevándolo de la alegría y vitalidad de la primera parte al dramatismo de la segunda, ello maravillosamente llevado por unos temas musicales sentidos y muy emocionales (aparte de los mencionados, el “ Sunrise Sunset et al” o “Matchmaker, Matchmaker””, etc…), con una cámara ágil, aportando grácil visualidad, haciendo el entorno cercano y realista.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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