La sal de la tierra

Esta película hay que verla para que nos recuerde que estamos vivos y que podemos aportar nuestro punto de fuerza a la lucha colectiva contra cualquier abuso de poder. Porque el mundo está trufado de soplagaitas que se creen que tienen derecho a decirnos no sólo qué hacer, sino también cómo pensar, hay que verla y que se te revuelvan las tripas ante la injusticia. El director, antes de hacer la película estuvo en el talego acusado de 'actividades antiamericanas'. En una palabra: era miembro del Partido Comunista de EEUU. El tipo no soltó ni un nombre cuando estuvo entre rejas y formaba parte de 'Los Diez'. Y luego aún tuvo arreos para filmar esto. Desde luego, los tenía como el caballo de Espartero.
Y, por si acaso hay quien piensa que es una película tendenciosa, estén tranquilos. No he visto ninguna referencia al marxismo, ni a la revolución ni al anarquismo. Sólo lucha por la dignidad. El día que la hayamos perdido, como dicen en México: 'Todo valdrá madre'.

Esta película tuvo serios problemas de exhibición en Estados Unidos y en México la dictadura del PRI simplemente la prohibió en los años 60. Vista ahora tiene extraordinarias virtudes como el manejo paralelo de la lucha proletaria y la feminista.

Sorprende ver el nivel económico de los mineros huelguistas: todos con buenos coches para la época y hasta con armas deportivas. Seguramente, cuando la película fue vista en la Unión Soviética causó la misma sorpresa que las Viñas de la Ira pues en ambas películas ¡el proletariado cuenta con coche!

Y es que es el mismo problema de siempre, ni siquiera la ONU ha podido determinar unos parámetros de pobreza universales.

Por cierto ¿qué sería del director Biberman, me pregunto?

No soy para nada el público objetivo o “target” de esta película, ya que normalmente veo cine para evadirme del mundo real (y eso que el cine es mi vida), y esta es una película social, realizada únicamente para los tiempos que corrían en su momento, aunque el mensaje sigue siendo válido.

La temática es la lucha por la igualdad. El mérito de esta película es que trata este tema a dos niveles de profundidad: por un lado unos mineros se rebelan contra el sistema buscando la igualdad en el trabajo, y por el otro sus propias mujeres se rebelan contra ellos buscando la igualdad entre hombres y mujeres.

Las interpretaciones de los actores están tremendamente desigualadas. Así tenemos a la protagonista, Esperanza, interpretada por Rosaura Revueltas, que hace un papel estupendo, pero luego está el actor que hace de su marido, que muy evidentemente no se había puesto delante de una cámara en su vida (y, según IMDB, tampoco lo volvió a hacer jamás).

El discurso está construido como el de una película propagandística, lo cual tiene lógica, ya que trata de transmitir o afianzar unos ideales muy concretos. A pesar de que el director y la mayoría de los actores son sudamericanos, todos hablan en inglés en la versión original, ya que el mercado principal a quien estaba dirigido era el estadounidense. Qué lástima que este filme fuera prohibido precisamente en Estados Unidos, ya que el equipo artístico fue víctima de la “caza de brujas” del senador McCarthy.

Me temo que a mi sector de audiencia normalmente nos aburren este tipo de obras, y además este caso anda lejos de ser un filme perfecto a nivel técnico. Así que se queda con un 6 por mi parte. Pero si yo fuera su público objetivo le pondría un 10 sin dudarlo, puesto que cumple perfectamente sus funciones.