8 apellidos catalanes

"Ocho apellidos catalanes" es más de lo mismo. Creo que si te gusto la primera está te gustará y sino no se la debe dar la más mínima oportunidad.
No es una pieza cinematográfica que sea buena por sus recursos o por como este rodada, de hecho si me basase en este criterio para calificarla suspendería con nota. Hay muchos fallos de raccord, hay extras que llaman la atención más de lo permitido, hay chromas innecesarios que cantan a la legua, y ese inicio... esos títulos de crédito tiene delito con unos efectos que se podrían haber ahorrado pues son lo más cutre que he visto en años e hicieron temerme lo peor, tras un prólogo que ya de por si no era acertado. La música también es más casposas y por si fuera poco para demostrar que estamos en el cine español tenemos hasta unas tetas de rigor que no vienen a cuento que la primera se ahorraba, y aquí podría haber hecho lo mismo.

Aún así he de reconocer que posteriormente me reí, y me reí bastante obviando todos los fallos comentados anteriormente. Con una primera parte de metraje que se me paso volando y más que acertada y una segunda donde apenas destacan un par de escenas buenas (como la de los Mossos d´Esquadra) y los personajes terminan resultando cargantes, "Ocho apellidos catalanes" es una cinta irregular pero que cumple su propósito al menos en mi caso de hacer reír sin mayor pretensión y entretener.

Centrándonos en personajes destacaría a Koldo interpretado por Karra Elejalde que se lleva las escenas más divertidas, el de Belen Cuesta me resulta innecesario, y Berto Romero, mal que me pese, termina haciéndose muy pesado con un personaje lineal y demasiado absurdo. Y luego hay otros secundarios como el papel de Agustín Jiménez con el que uno directamente se pregunta que aporta sus escenas a la trama en conjunto.

No vas a encontrar humor inteligente y es cierto que es topicazo tras topicazo pero creo que no engaña a nadie y no va de lo que no es, cualquiera que haya visto su primera parte sabe que se puede encontrar y que esperar.
No sé que tiene ni que da a la gente pero si algo me gusta de la película es el efecto que produce en la sala, efecto que ya viví en su primera entrega, y es que es la comedia en la que más carcajadas escucho (más de una innecesaria, todo hay que decirlo) y más se me contagia la risa, quizás si la viese en casa no me reiría ni la mitad de la mitad, supongo que solo por eso merece ser vista en cine.
Será por eso o será porque por muy tonta que sea consiguió sacarme unas sonrisas y despejarme de todo, que al fin y al cabo creo que es su propósito, tanto a mi como a la mayor parte de la sala a pesar de lo reflejado en las votaciones, por lo que para mi supera el aprobado raspado.
No tiene el mejor envoltorio pero sí guarda alguna que otra risa en su interior.

Más forzada, nada imaginativa, pierde frescura, gracia y se repite mucho en hacer reír con equivocaciones de nombres. Momentos aburridos, en otros te echas unas risas... pero si en la primera me reí bastante, en esta ya no hay novedad y todos los gags ya son vistos o previsibles. Para quien se quedó con ganas de más en la primera.

A ver, si hablamos de vender chorizos, coches, material informático, ultramarinos y así, para ganar dinero, pues esta película es un buen negocio pero si hablamos de arte, imaginación, creación, originalidad dado que el cine es el séptimo arte pues esta película es un fracaso.
“Ocho apellidos vascos” fue una película fresca, divertida, sorprendente- era la primera vez que nos veíamos tal y como somos- y tocábamos uno de los asuntos que tenemos por arreglar en este país: Aceptarnos cómo somos los unos a los otros y ser capaces aún así de convivir y tener un futuro, juntos. Y reírnos de ello, a pesar de lo poco alegre que ha sido la época pasada en el País Vasco.
No era muy original, pues ya en Italia y Francia habían hecho algo parecido pero era nuestro.
Hacer una secuela estaba cantado, casi como si una fuerza de la gravedad cinematográfica interviniese en el asunto, y que versaría sobre Catalunya caía por su propio peso……se pedía a gritos... y ahora “arturmás” que nunca, si se me permite el chiste fácil.
Y no tenía por qué haber salido mal, ha habido segundas partes que han merecido la pena, sin ir más lejos los emblemáticos “Padrinos” de F. F. Coppola.
Pero ha salido fatal.
“Ocho apellidos catalanes” es una película construida de prisa, chapucera, más apoyada en su predecesora que en sí misma, sin gracia, que repite algunos chistes casi al pie de la letra de la primera… la gracia de la ristra de apellidos catalanes sobraba.
Con situaciones cinematográficas que ya deberían estar prohibidas en cualquier película… como ser sorprendido en una habitación en la que no deberías estar y salir a la terraza medio en bolas…..ese baile intimo en una sala, mientras la fiesta está en los jardines, al ritmo de…...un vals.
Escenas vistas mil veces en mil películas.
Y eso ha pasado no porque no tengamos guionistas buenos que los tenemos y no porque los de esta historia no lo sean, sino porque no ha habido tiempo y seguro que muchos condicionamientos de índole económico han llevado el proyecto al cajón en el que las cuestiones crematistas se imponen a las artísticas. Y así ha sido, porque el que manda así lo ha querido.
Algo que quizás a corto plazo puede ser productivo pero que dudo que lo sea a largo plazo. Esta película, para empezar no creo que tenga el recorrido exitoso de la primera, los primeros días sí lo ha tenido porque la maquinaría publicitaria ha funcionado a la perfección y el buen sabor dejado por su antecesora ha hecho mucho, pero me temo que el boca a boca que tan bien funciono en la primera no lo haga ahora. Y para terminar una tercera secuela que parece esbozarse con la aparición en la historia de una gallega, de incognito, veremos si se lleva a cabo.
El guión que ya he dicho que es una copia del primero tiene un comienzo de brillantez en el planteamiento: Una abuela desconectada del tiempo a la que han hecho creer que Catalunya ya se ha independizado. Y ya está.
Al remedo que es de la anterior hay que añadirle un desarrollo del mismo sin continuidad. Cada escena es una pegatina.
Sobran los alardes imitativos de Dani Rovira. Los chistes de la pareja de amigos sevillanos huelen a rancio. Rosa María Sardá hace un gran esfuerzo por no interpretar a Rosa María Sardá. Se le agradece. Carmen Machi y Karra Elejalde vienen directamente de “Ocho apellidos vascos”. Y con Berto Romero, que tan fresco y divertido se suele mostrar en directo, aquí parece un acartonado actor de carácter, que cada vez que la cámara lo enfocaba…yo me decía: Detrás está el director, el cámara, el ayudante de dirección, el de iluminación, los amigos, el guionista, el ayudante de producción…vamos que me iba de la película.
Si a esto se le añade que yo vivo a escasos quince minutos en coche de Monells, localidad en la que se rodó el film, y que en mi vida he visto unos castellers por aquí… y que entre los extras había gente conocida… más concretamente mi gestor bancario al que veo cada dos por tres. Pues no ha habido manera de que me haya creído la película en ningún momento.
Espero que la secuela gallega se haga esperar. Por el bien del cine como arte.
Un detalle lamentable extra cinematográfico, o no, a tener en cuenta y vigilar que cada vez es más aterrador: El poder de los medios de comunicación que no sólo están dispuestos a endosarnos cualquier cosa si no a convencernos de su excelencia.
Sí, ya sé que siempre ha existido… pero ahora más y mejor, para ellos, los medios, y menos y peor, para nosotros, los consumidores.

Me animo a escribir hoy mi primera crítica en Filmaffinity después de años entrando a revisar notas y críticas antes y después de ver películas.
Lo que me ha llevado a hacer una crítica es la sensación que tuve al salir del cine. Como catalán y después de haber visto "8 apellidos vascos" con buena apreciación por mi parte, os podréis imaginar que esperaba con muy buenas expectativas para que se estrenase esta película. Evidentemente, no esperaba un guión trabajadísimo ni una historia que me enamorara. Mi único propósito era echarme unas risas.

Bueno, pues ni risas, ni guión, ni historia, ni actores, ni nada. La película sólo puedo decir que es tremendamente mala. Los chistes eran tópicos trillados de los que sólo hacían gracia por la extrema caracterización de personajes como Koldo (Karra) o Rafa (Dani Rovira).
La historia es horrenda y no hay quien se la crea, la relación de Amaia y Pau no hay por donde cogerla de lo poco que pegan. El final es muy previsible y en la última media hora el sopor invadió la sala.
No obstante, lo que más me molestó fue la actuación de Berto Romero. Berto no cuela por catalán ni en ficción ni en realidad y estaría mucho mejor si se quedara en la pequeña pantalla al lado de su colega Buenafuente, donde sí destaca. De los otros personajes alguno se salva como el mencionado Karra Elejalde o Rosa María Sardá.

En definitiva, han exprimido la gallina de los huevos de oro y han metido la pata hasta el fondo con esta segunda parte. Tendrá un taquilla tan descomunal como inmerecida y sólo espero que sirva para que si hay una tercera parte, se lo replanteen mejor a raíz de las críticas que leerán de esta entrega.

La secuela de "Ocho apellidos vascos", es aún mas mala que la primera, previsible, sin gracia y sobre todo aburrida, de ir al cine y dormirse vaya. Si ya en la primera película habían chistes muy malos que no sé como podían gustar al público en la continuación no hay ni eso, se utiliza un andaluz exagerado, chistes malísimos sin algún tipo de gracia pudiendo excepcionar uno o dos. En esta película se demuestra por fin lo mal actor que es Dani Rovira, tuvo suerte con la primera película porque "tanto éxito" hizo que lo enmascarase y todo el mundo se creyera que era un pedazo de actor pero aquí en "Ocho apellidos catalanes" ni si quiera disfruté un poco de él, va desapareciendo poco a poco en la trama, sin embargo podemos destacar a Karra Elejalde y Carmen Machi defendiendo la película que va cayendo hacía un círculo de situaciones totalmente previsibles y aburridas.