Spider

He visto Spider de David Cronenberg. Un 8/10 por Ralph Fiennes que demuestra que es uno de los mejores actores contemporáneos en esta historia que nos adentra en las obsesiones de la locura como pocas veces se haya visto en pantalla. David Cronenberg narra con buen pulso una trama entre la irrealidad y lo onírico con la telaraña mental del protagonista.

Esta es una película con una historia sino original, desde un punto de vista muy atrayente, con una historia sólida y creible (pese a lo estrafalario) y una vuelta de tuerca inteligente (aunque no te pilla totalmente de sorpresa). Pero la verdadera razón de que puntue esta película con un 8 es la actuación de Ralph Fiennes. La credibilidad con la que dota a su personaje, los tics, el aura enrarecido y autista que desprende, y su progresiva manera de hilar su historia con pedacitos inconclusos y confusos de recuerdos.

La fotografía es buena, y el director consigue llevarnos al mundo del atormentado spider aunque eso si, con un pulso narrativo excesivamente lento en ocasiones, y eso puede llevar a desesperar a más de uno. Pero pese a esto es altamente recomendable por la profundidad con la que esta hecha el personaje principal y la credibilidad del entorno de spider tanto de chico (la dependencia de su madre y la distancia y miedo a su padre) como de adulto (en esa especie de residencia social y en sus paseos en busca de recuerdos)

Cinta magistral de Cronenberg que, como siempre, elabora un cine distinto y detallista. Nos encontramos en ella el mejor trabajo de Fiennes que he visto unido a una historia triste y gris narrada por una cámara magistral con escenas insuperables. Obra de arte de Cronenberg y Fiennes.

David Cronenberg es un director de culto que encanta a unos y repele a otros. En general, su estilo responde a su interés por representar mundos y personajes extraños, trastornados y patéticos. Cronenberg ha hecho cine desde finales de los sesenta y continúa vigente; su sello característico consiste en elaborar obras que no siempre son fáciles de ver. De hecho, “Spider”, el filme que en este momento me ocupa, es una cinta destinada a ser amada u odiada a partes iguales.

“Spider” es una película corta – de apenas 98 minutos – pero se siente como si fuese muchísimo más larga. La razón de esta distorsión de tiempo radica en el ritmo. Cronenberg opta por jugar con la paciencia del espectador a través de una historia mínima que avanza con apabullante lentitud por un sendero incierto. Al ritmo se suma la puesta en escena adusta y lacónica que le proporciona a la obra un cierto aire de distancia y frialdad. Es lógico que las reacciones ante “Spider” sean, en buena medida, divididas, pues se trata definitivamente de una película “difícil”.

No obstante, la parsimonia del desarrollo de la historia y la modestia de su puesta en escena son el resultado de una elección personal del autor. Dicha elección es, a mi modo de ver, un éxito. Cuando uno logra conectar con “Spider”, ver la película es toda una experiencia. En realidad, hay algo de “fenomenológico” en el asunto, “Spider” es como un estudio de casos e implica que entremos a la mente de un enfermo mental y veamos el mundo a través de sus ojos.

La dirección de Cronenberg evidencia un absoluto deseo del autor por representar la cotidianidad y el perenne conflicto de un hombre perturbado. Desde el ámbito visual, “Spider” es una cinta extrañamente seductora; incluso en los momentos aparentemente más anodinos, la película resulta estimulante desde sus variables estéticas (fotografía, música, diseño de producción, etc.). Ver “Spider” es como tener un sueño pesado, extraño, no se entiende lo que sucede, todo parece normal al principio y poco a poco sale a relucir la pesadilla.

Finalmente, un pilar fundamental de “Spider” – además de Cronenberg – es el trabajo de los actores. Ralph Fiennes es convincente dando vida a un perturbado mental tratando de abrirse camino en un mundo donde él es diferente, un mundo difícil de comprender. Sin embargo, a pesar del buen trabajo de Fiennes, es Miranda Richardson el verdadero espectáculo que “Spider” se ha reservado para su limitada audiencia (todavía creo que el séquito de esta película es y será pequeño). Richardson realiza tres actuaciones sensacionales en una sola interpretación titánica. La actriz representa, con enorme talento, varios papeles diferentes: la esposa sumisa de un hombre que no la soporta, una rubia rodeada por un halo erótico intenso y prosaico y, además, llega un punto en el que se transforma en la dura directora de una casa para el cuidado de enfermos mentales.

Cualquier detalle en el cine de Cronenberg es cine misterioso, por tanto cine de autor, nunca se sabe por dónde va a salir, todo es extraño, sus personajes y lo que cuentan, no hay convencionalismos, siempre va diciendo con planos y secuencias, puede que ese sea su mayor logro porque es muy difícil, de modo que el carácter que presenta hace que el espectador se vaya acostumbrando a ese desequilibrio surrealista a su modo, se sufre un proceso de adaptación a la mente del protagonista, a sus pertenencias y a sus secretos, y sobre todo a sus recuerdos, obliga a atender en una experiencia sobre la educación y la convivencia infantil en la que todo cuadra, crecer entre perversiones y alcohol en un ambiente familiar que nunca se tiene la sensación que se salga de lo cotidiano, ocurre muy frecuentemente, va poniendo base a las anomalías infantiles porque todo es demencial, los traumas de la infancia pasan factura y en esta ocasión el autor ni siquiera juega con esas alteraciones perceptivas o alucinaciones que son muy estimulantes en otras películas, pero que tienen el doble juego de añadir confusión a la trama.

Una película perversa, casi macabra, que va vagando por escenarios sin esperanza, se mueve en los límites de la realidad y la cordura, explica el origen innato y adquirido de un desequilibrado proponiendo un viaje por su mente, una travesía desagradable que va tejiendo una telaraña hasta que termina con la seda del paciente, hasta que lo deja seco, en la que cada tramo cuenta, en la que todo se cierra de manera contundente y razonable, dónde nada es aleatorio.