Florence Foster Jenkins

Esperaba mucho y ha sido mucho más. El señor Frears ha sabido conjuntar humor y patetismo en un equilibrio difícil pero logrado. De la señora Streep y del señor Grant hay que valorar un trabajo arduo y realmente exquisito. Simon Helberg para mi ha sido un hallazgo, porque no había visto nada suyo hasta el momento. Anécdota personal: mi mujer es profesora de música y casi fallece de risa y de placer.

No me llamaba mucho la atención esta película pero al ver que había sido multinominada a muchos premios decidí verla y finalmente me ha sorprendido. Sin ser una auténtica maravilla si recordaré sin ninguna duda el complejo papel de Meryl Streep como la emotiva Florence Foster Jenkins quien aunque canta mal, ella está enferma y nadie quiere estropearle la ilusión de que canta con el corazón y su sueño de triunfar. Hugh Grant y Simon Helberg como secundarios están pletóricos y hacen que empaticemos más aún con ella debido a lo que le rodea y lo que piensan ellos de su manera de cantar. Frears cuenta el drama de una manera optimista y elocuente pese a que la cinta trate exclusivamente de la forma aberrante de cantar de ella y de como se lo toma el resto de la gente. Hay mucho mensaje expuesto en ella y pese a ser un film biográfico no se hace pesado y al contrario, logra mantener el interés y la tensión en los puntos donde ella puede descubrir que se están riendo de ella. Logra un papel difícil de interpretar y creo que merecería una nominación al oscar como de costumbre al pedazo de actriz que es Meryl Streep. No será una película recordada quizás con el tiempo pero el personaje y la interpretación se recordará aunque quede en segundo plano en las interpretaciones femeninas del año.

No conocia para nada la historia de esta mujer y sin duda esto es lo mejor de la película, me sorprendió gratamente su historia y lo que el dinero puede llegar a realizar, me ha llamado tanto que he buscado hasta ese disco para escuchar a esa mujer y meterme en situación. Lo mejor sin duda es Meryl Streep y sin ser uno de sus mejores papeles verla en versión original es una autentica delicia, para entretener y aprender algo más, si no conocías esta historia. Película interesante pero lejos de sus pretensiones, para mi opinión no es para darle ningun tipo de premio, pero entretiene sin mas. Un placer.

El talento se tiene o no se tiene, no es algo que se puede comprar. Sí puede comprarse, en cambio, gente que baile el agua alrededor de quien no lo posee. Florence Foster Jenkins personificó el caso real de alguien que, a base de mucho dinero y poco pudor, se empeñó en que todo el mundo la conociera por sus inexistentes virtudes para el canto.

Florence (Meryl Streep), una rica heredera apasionada por la ópera, decide, apoyada por su esposo St. Clair Bayfield (Hugh Grant) y el pianista Cosmé McMoon (Simon Helberg), comenzar carrera como soprano pasados los sesenta. A pesar de su evidente carencia de oído y ritmo, la convencida Florence, con la complicidad de quienes la rodean, empieza a dar recitales con los que sorprendentemente siempre agota el papel y que la llevan a actuar incluso en el prestigioso Carnegie Hall de Nueva York.

El director británico Stephen Frears nos acerca aquí la última etapa de esta estrambótica criatura; pero lo hace de una manera dulcificada, mostrando la faceta más humana y sentimental del personaje.

“La gente puede decir que no sé cantar, pero nadie podrá decir nunca que no canté”

Hay que destacar los papeles interpretativos de Meryl Streep, que, sin caer en la caricaturización, te hace ver desde el primer momento a la verdadera Florence, y del a veces muy encasillado Hugh Grant, que borda el papel de marido protector de su delicada mujer ante la cruda evidencia. También muy reseñable es la banda sonora, de la que es responsable nuestro admirado Alexandre Desplat.

Una película liviana, pero muy entretenida que te hará pasar un buen rato al tiempo que descubre un personaje tan asombroso como extravagante que, a pesar de todo, pudo cumplir su sueño de infancia.

http://sudandocine.blogspot.com.es/

Una de la razones por las que particularmente me ha gustado esta película es, tal vez, porque finalmente es un buen vaso de agua en medio del desierto del género de la comedia; naturalmente, sin dejar de lado el plus de las valiosísimas actuaciones de Meryl Streep y Hugh Grant (el papel que más me ha gustado de este hombre). Esta cinta cuenta con sobriedad, pero con chispa, la historia de un personaje de esos que pareciesen predestinados para ser carne de cine. Se trata de Florence Foster Jenkins, una mujer excéntrica que estuvo convencidísima de su grandeza musical, para lo cual, ciertamente, también se preparó.

La dirección de la película es sencilla y sutil (primera película que veo de Stephen Frears y esto es un buen augurio), y eso es una ganancia teniendo en cuenta que el personaje mismo, y la temática en general de la historia, podría dar para empalagamientos, sobreactuaciones o el chiste pretencioso, como suele suceder en gran parte de la comedia norteamericana de los últimos años. Pese a la sobriedad, la historia tiene picos y momentos que despiertan sentimientos que van desde una extraña empatía con los personajes hasta una buena carcajada con media lagrima a bordo, como sucede, por ejemplo, en escenas como la primera práctica de canto con Cosmé McMoon (Simon Helberg) y la antesala del concierto en el Carnegie Hall.

A lo que voy, finalmente, es que esta película no es LA película. No obstante, tiene la no desdeñable virtud de lograr sorprender y de conservar una gracia genuina. Si está saturado de la comedia facilona, se la recomiendo.