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Dodge, ciudad sin ley

Western Kansas, 1866. Un forastero (Errol Flynn) intenta imponer el orden y la justicia en Dodge City, una próspera ciudad a la que llega el ferrocarril, pero que está dominada por un cacique y su banda de pistoleros. En su empeño cuenta con el apoyo de la sobrina del médico local (Olivia de Havilland). (FILMAFFINITY)
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Críticas 24
Críticas ordenadas por utilidad
15 de marzo de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, estamos en 1866, llevan pistolas, van a caballo y están en una ciudad de Kansas. Pero no diría que es un western sino una película de aventuras ambientada en el oeste. Por eso hay que valorarla como tal. Por ejemplo, que sea maniquea, con buenos heroicos y villanos muy malos, o simple en su planteamiento podría ser un defecto en un western clásico pero no en este registro. Dicho esto, "Dodge City, ciudad sin ley" es un espectáculo muy digno, entretenida, chispeante, con acción por los cuatro costados, algo de drama, bastante humor y su romance correspondiente. De hecho me recuerda al estilo de los años 80 y principio de los 90, desenfadado y ameno, sin más pretensiones que hacerte disfrutar de lo lindo, cosa que consigue esta película, por ejemplo, con secuencias como la fenomenal pelea en el salón. Quizá peca de infantil o de acelerada en algún momento (SPOILER) pero sus virtudes sobrepasan con creces a sus defectos.

Virtudes como la casi pareja de hecho formada por Errol Flynn y Olivia de Havilland, con tanta química como siempre. ¿Cuantas veces han salido juntos estos dos? Aquí Errol encarna al héroe intachable que también te cae simpático, Wade Hutton, y la bellísima Olivia, a Abbie Irving, la sobrina del doctor Irving. A propósito, ¿por qué todas las guapas de aquella época, tienen un “tiíto”, en plan "El Mago de Oz"?. Por cierto, que la Havilland a 15 de marzo de 2013, sigue viva todavía siendo la última estrella superviviente del Hollywood dorado junto a su hermana Joan Fontaine, un año más joven. Regresando a la película, la relación de Wade y Abbie es muy manga alternando momentos tiernos, con enfados y otros muy divertidos. Y es que este western es muy gracioso, parece una comedia, gracias entre otras cosas a unos muy buenos secundarios, los amigos de Wade y a la propia Abbie. Impagable sus "vacas con cuernos largos".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Reaccionario
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20 de febrero de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conviene desempolvar los clásicos de vez en cuando, con cuanta más frecuencia mejor, teniendo en cuenta las oleadas de mediocridad que se abaten sobre nosotros, en ocasiones disfrazadas de qualité y con la bendición de cierta crítica poco crítica. Dodge, ciudad sin ley no es la mejor entrega de la dupla Flynn-De Havilland, pero aun así entona la tarde y templa el alma. Se trata de un ágil y energético western firmado por el casi siempre eficiente Michael Curtiz. Repasa prácticamente todo el catálogo: asesinatos por la espalda, traiciones sin cuento, tiroteos, estampidas de reses aterrorizadas, pelea a puñetazos con destrucción del saloon incluida, damiselas en apuros, malos malísimos, héroe que no se despeina en ningún momento, un repugnante niñito que recibe su merecido, periodistas insobornables... Sólo faltan los indios. Errol Flynn está más comedido que de costumbre, echo en falta el ímpetu animal de El capitán Blood, Robin de los Bosques, La carga de la brigada ligera... Olivia sale menos de lo acostumbrado, pero en la última media hora se le acumulan las escenas, como para compensar su escasa presencia en la primera parte. Ann Sheridan canta y baila, muy recatadamente, por cierto. El amigo del héroe vuelve a ser Alan Hale, por supuesto, y los malotes poseen las efigies del torvo Victor Jory y el peligroso Bruce Cabot. Max Steiner da rienda suelta a violines y trompetas varias, mientras Sol Polito filma las imágenes con un limpio y reluciente technicolor. Incluso atisbamos en un breve papel a Gloria Holden, la inolvidable hija de Drácula, y al fascista Ward Bond, curtido en mil y un westerns. Toda esta combinación de luminarias ofrece 104 minutos pletóricos de acción, humor y emoción, con esa fe en lo que hacían propia de los clásicos. No es moco de pavo, con la que nos está cayendo encima...
Eduardo
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24 de mayo de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dirigida por Michael Curtiz en 1939 la película nos cuenta la llegada a Dodge City de Wade Hatton (Errol Flynn), un antiguo militar que se dedica a conducir ganado que acaba casi sin quererlo ocupando el puesto de sheriff para erradicar las injusticias y corrupciones del lugar. A parte de todos los tópicos habituales del género, es decir, el héroe que imparte justicia donde no la hay, el malo con sus secuaces que hace lo que le apetece, los tiroteos, las diligencias, o la historia de amor entre los dos protagonistas que empieza fatal y acaban enamorándose, Curtiz nos introduce también en la trama el gran cambio que supuso para los Estados Unidos la llegada del ferrocarril a todas las tierras que quedaban por colonizar, de hecho la secuencia inicial donde una diligencia y una locomotora compiten por ver quién es mas rápido es una buena demostración de lo inevitable del progreso. Pero dejando de lado el argumento, el gran reclamo de "Dodge, ciudad sin ley" fue la elección de su pareja protagonista, Errol Flynn y Olivia de Havilland protagonizaron grandes películas juntos a pesar de no llevarse nada bien, "Camino de Santa Fe" y "Robin de los bosques" quizás sean las más conocidas pero "Dodge, ciudad sin ley" es la mejor sin discusión, un western de los de antes que merece ser visto y recordado, por su pareja protagonista y por ser una gran película.
Scarface
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16 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos con un western producido en esa época en que está de moda reforzar el entorno histórico donde se desarrolla la trama, si es que hay alguno que de una forma u otra no lo haga. La cinta transcurre en una de tantas ciudades anónimas creadas mientras se construye el ferrocarril del Oeste. Cuando llega la hora de darle nombre proponen el de un famoso coronel de origen irlandés que ahora dirige la construcción de los tendidos ferroviarios. Acepta gustoso la propuesta y desea, en su discurso de aceptación, que en la ciudad prospere la honradez, la moralidad y la cultura. Como adivino, ya lo sabemos, fue un desastre.
Sin embargo la historia no es exactamente así. El nombre lo recibe la ciudad por la proximidad al Fuerte Dodge cuya misión consistía en proteger a los pioneros que recorrían el camino de Santa Fe hacia el Oeste. El fuerte fue bautizado así en honor del general Grenville M. Dodge, militar que, a instancias del presidente Lincoln, estuvo muy ligado a la construcción de los ferrocarriles y que situó en la ciudad que luego llevará su nombre un importante cruce de vías.
Como muchas ciudades del Oeste primero fue una casa de adobe que atendía a los viajeros de paso, pronto tuvo saloon, en 1872 un grupo de negociantes planteba construir allí mismo un poblado. Ese mismo año llegaba el ferrocarril (en la película es en 1866, pequeña licencia creativa), teniendo a partir de ese momento un crecimiento espectacular con tiendas, restaurantes, hoteles, barberías, herrerías y salas de baile. El motivo de tan rápido desarrollo radica en que es la estación de ferrocarril más próxima para muchos conductores de ganados de la región. Venta de reses, cobro de sueldos, abundantes lugares donde gastarlo, borracheras, violencia y muertes. Además de vaqueros, en la localidad se dan cita gentes de las más variadas y peligrosas profesiones como antiguos soldados, cazadores de búfalos, pioneros con sus caravanas, ferroviarios, vagabundos y, como no, pistoleros. Con todos estos antecedentes Dodge muy pronto se convertirá en una de las más violentas ciudades de Norteamérica, como publicaba escandalizada la prensa del Este, tanto por sus frecuentes tiroteos como por la falta de autoridad. Y a fe que debió correr a raudales el dinero en aquellos primeros años del ferrocarril. En la cinta se habla de veinte millones de dólares vendidos en carne cada año, y es posible pues en los diez primeros años se estima que se embarcaron en los muelles sobre cinco millones de reses.
Cinematográficamente suscribimos cuantas bondades se han dicho en las reseñas sobre el color, fotografía, guión, interpretación, música, pelea en el saloon, ambientación (ferroviaria y no ferroviaria), dirección, etc. Por cierto, es todavía de esas películas que colocan el director a mitad de los créditos cuando todavía faltan bastantes por salir.
Para finalizar nos gustaría destacar a un secundario especial, el director del periódico local "Dodge city Star", donde también luce sus escritos con notas de sociedad Amie Irving (O. Havilland). Independientemente de su actuación, estimamos que representa muy bien el viejo periodismo que defendiendo los intereses de los ciudadanos se jugaba el tipo con los matones locales. Nada que ver con el amarillismo actual.
Lafuente Estefanía
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12 de noviembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Dodge City", es un fantástico western, muy bien conducido, por el Michael Curtiz de sus mejores años, y tras el semblante, siempre, de hombre noble y heroico, de Errol Flynn, secundado por dos excelentes secundarios (Alan Hale y Guinn Williams) -muy asiduos en el cine por aquellos años-, como contrapuntos cómicos, veremos cómo se ha de imponer, el imperio de la ley, la justicia y un modo de vida civilizado, ante el poder y el temor, que ejercen, hombres sin escrúpulos, en una ciudad sin más ley, que la del más fuerte... Y no por ello, nuestro héroe, perderá, la oportunidad, para el romanticismo, una vez más, junto a una esplendida OIivia de Havilland, quien; primero, le odiará, tras, éste, matar a su hermano en defensa propia, pero que irá cayendo, ante la arrolladora personalidad, del personaje de Flynn. Y entre, duelos al viejo estilo del oeste, persecuciones a todo galope (bajo los excesos de la cámara rápida), buenos y malos (sin ambages) y alguna que otra secuencia de gran dramatismo, nos sorprendemos, entusiasmados e interesados, por un relato tan sumamente consabido, pero no nos importa, lo estamos pasando tan bien, nos hallamos tan entretenidos, tan cómodos, sabiendo que al fin... ganaran los buenos.
Plácido Eldel Motocarro
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