Lo que sé de Lola

Existen estados de ánimo que predisponen al visionado de ciertas películas. Otras veces, es el filme el que influye en el ánimo de los seres humanos que ven y escuchan. Por que sí: percibimos por el oído y la vista. Luego, la imágenes y los sonidos se convierten en sentimientos, emociones, sensaciones y, a veces, en ideas. Para mí, esta película se encuentra en el primer caso. Soy persona de este mundo del s. XXI. Por ello, nada de lo que veo y oígo me resulta extraño. Quién pergeñó la película se metió en sucesos sólo posibles en esta realidad contemporánea y dispuso que Lola Dueñas los transmietiera a los humanos videntes y oyentes con magistral teatralidad, con emocionante dramaturgía. Eso sí: la predisposición anímica es ineludible. Este ánimo debe ser el de un ser depresivo-neurótico, en un momento de euforia. A falta de éstos factores, pocos y pocas aguantarán el metraje. Saludos

Creo que es una película que gana al recordarla.
Como ya se ha dicho es lenta y no apta para los ritmos mas presentes en el cine actual, y menos en el español.
También es cierto que el personaje de ella está peor dibujado que el de él. Que puede haber cierto tópico entre el sur caliente y el norte frío etc.
Con todo vale mucho la pena a pesar de la dificultad inicial para meterse en ella. Todavía me quedan imágenes que imapactan por su hondura a pesar de su aparente tranquilidad y quietud.
Y ese final, eh?

Lo que sé de Lola es la puesta de largo del madrileño Javier Rebollo (por favor, no confundir con el director, homónimo, del engendro titulado Marujas asesinas), una obra plenamente autoral cuyo interesante arranque se revela incapaz de dar más de sí a la escasa media hora de trayecto. La observación minuciosa, reposada y perseverante de la rutina diaria de una solitaria mujer a través de los ojos de su inexpresivo y no menos solitario vecino, sirve de pretexto para dar fe de la sensación de soledad extrema que ambos personajes padecen calladamente. Más allá de esta evidencia, poco más es lo que Rebollo nos aporta en esta pretenciosa y aburrida intentona, incapacidad achacable quizás a la inadaptación del cortometrajista a los metrajes extensos.

Esta película es un insulto al arte cinematográfico y a la inteligencia en general. Aunque siempre habrá un pedante que la catalogue como obra maestra, ¡señor!.
El guión no da ni para un corto de 10 minutos, y al protagonista dan ganas de darle un bofetón para que espabile.