Haz click aquí para copiar la URL

Techo y comida

Drama Jerez de la Frontera, 2012. Rocío, una madre soltera y sin trabajo, no recibe ningún tipo de ayuda ni subsidio. Vive con a su hijo de ocho años en un piso cuyo alquiler no paga desde hace meses, de modo que el dueño la amenaza continuamente con echarla a la calle. Para hacer frente a los gastos de manutención y alquiler, realiza trabajos ocasionales mal pagados y vende en el top manta objetos encontrados. (FILMAFFINITY)
<< 1 3 4 5 10 14 >>
Críticas 66
Críticas ordenadas por utilidad
1 de diciembre de 2015
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si tienes escrúpulos, si aún queda dentro de ti algo de corazón, si aún eres capaz de temblar de indignación ante las injusticias, Techo y comida dejará un poquito de su esencia en tu interior. Porque el drama de esta mujer señalando una situación que viven cientos de familias en un país descosido por la crisis, es uno de los trabajos más honestos, concienciados y directos que el cine español ha logrado en los últimos años.

El argumento es el que cientos de veces hemos visto en los informativos, el de la herida social que la burbuja inmobiliaria ha dejado tras de sí. Una mujer joven, madre soltera, se enfrenta al paro, a la desesperación y a una amenaza de desahucio. Ella luchará desesperadamente por revertir una situación cada vez más complicada y esa es en esencia la historia que nos relata Techo y comida, la lucha de un ser humano por lograr la dignidad.
El hecho de que Techo y Comida tenga ese efecto tan devastador sobre las conciencias, se debe principalmente a dos factores, un guión sutil y sobresaliente y una actuación prodigiosa de una Natalia de Molina que simplemente se sale.
La historia de Techo y comida es una progresiva bajada a los infiernos de un personaje luchador y bueno en esencia al que las circunstancias empujan al abismo. Rocío, madre soltera en paro intenta sostener su vida y la de su hijo en circunstancias dramáticas que poco a poco van empeorando. El guión hilvana este descenso con sutileza, con una coherencia y un realismo tal que marcan el agudo retrato de las víctimas colaterales de la crisis. Cada escalón que se baja parace lógico e irremediable, la sensación de impotencia te abraza cada vez más conforme avanza la película. Además, la historia de Rocío y su hijo está salpicada de pequeños detalles entrañables, de muestras simbólicas de cómo avanza la sociedad mientras otros se quedan al margen, que dan lugar a la reflexión y a tener al menos una mirada de consternación ante hechos descritos de una forma tan realista.
El otro punto fuerte de la película es la magistral actuación de Natalia de Molina, demacrada hasta los poros por la pobreza y que en las escenas de lucha y desesperación es elevada a unos niveles interpretativos prodigiosos. Al menos merecería estar desde ya entre las candidata finales al Goya a la mejor actriz ya que borda y transmite una emoción que le dan el empujón final que necesita la película para hacerse grande ante los ojos del espectador. Natalia de Molina ya recogió el galardón a mejor actriz en el Festival de Málaga y en el Festival de Cine Indie de Albacete (Abycine) y a buen seguro que le quedan un buen puñado de estatuillas por recoger tras una interpretación sobresaliente.

Acompañan bien los actores secundarios de la trama que, eso sí, dejan casi todo el protagonismo a Rocío, ya que la cinta elude las tramas secundarias y deja la participación de otros personajes en meramente testimoniales.
Si algo se le puede achacar a la cinta es su compromiso. Hay ideología en cada segundo de metraje, hay un claro viraje hacia la Izquierda pero ¿Acaso hay otra manera de afrontar un tema tan delicado y vergonzoso como este? La frase final con la que acaba la película lo dice todo: ¿A ti quién te rescata?

http://www.viveiberoamerica.com/techo-y-comida-y-a-ti-quien-te-rescata/
@Iberoamericavi
Palomitasconchoco
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
17 de diciembre de 2015
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Juan Miguel del Castillo debuta con este honesto drama social sobre la situación de una madre soltera en los tiempos actuales y que se llevó la mayor ovación (además del Premio del Público y el de la Mejor Actriz) en el Festival de Málaga de este año.

A partir del honesto retrato de la situación social de una madre soltera y su hijo, del Castillo firma la película que habla del aquí y ahora, de la situación de nuestro país ahora mismo con una gran honestidad y claridad, sin buenos ni malos y que remite al cine de los hermanos Dardenne, aunque no contenga la poesia que los belgas añaden a sus humildes filmes.

La jóven Natalia de Molina se mete en la piel de la protagonista con abrumadora verdad formando además una conmovedora química con su hijo en la ficción, Jaime López; retratando la miseria y dignidad que muchas mujeres viven en estos duros tiempos.

Uno de los retratos sociales más honestos de los últimos años, realizada aquí, para los espectadores de aquí. Una película sobre nuestra dura situación actual llena de gran honestidad y sin populismos.

El Crítico Inquilino
JasenV19
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
4 de diciembre de 2015
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El contexto I: La pobreza en España

Me gusta ver cine con el que me siento reflejado, lo admito. La clase de películas que me gustan en este sentido suelen tener protagonistas con los que me identifico, situaciones que experimento o actuaciones que vislumbro en otros o las vivo muy de cerca. Normalmente, en el primero de los casos, los personajes son un dechado de virtudes y bondad, claro; en el resto, puede haber de todo, pero no me vale cualquier cosa.

La cuestión está en sentir. He hablado con varias personas que, teniendo sus problemas (más graves que los míos), tienden a menospreciar el cine que habla de sus mismas circunstancias porque ya no sienten nada, porque son incapaces de involucrarse en una ficción que habla de su realidad. Porque creen que si han vivido algo tan duro nada les hará sentir, y tampoco quieren recordarlo. Ante esta insensibilidad producto del exceso de sensaciones propias, sólo queda un tipo de espectador: el que no lo siente tan de cerca.

Bajo el paraguas del cine social se pueden esconder varias críticas y hacer visibles muchos de los problemas de la sociedad en que vivimos. La cuestión es encontrar el tono, como siempre; dar con la forma y que el discurso incomode al espectador de un modo positivo. Se trata, en suma, de que asimile que lo visto ocurre de verdad, que se desarrolle una conciencia social y que con ella se busquen soluciones. ¿Educar?

Por eso es muy fácil caer en ciertos tics ya típicos del género y sencillos de encontrar en muchas obras, equilibrar la suerte de los personajes y no enfadar al público. Intentar humanizar al máximo un problema, hacerlo terrenal, o contar un viaje interior que supere las barreras de la experiencia propia y personal por una más universal y duradera en la memoria del que mira.

Techo y comida es dura, básicamente porque intenta retratar una dura realidad, pero a menudo se siente limitada y su emoción y rabia no traspasan la pantalla. ¿Por qué? Porque es como la vida misma, porque, sencillamente, llevamos tantos años viéndolo pasar, hemos visto a tanta gente rebuscando en la basura por las noches, pidiendo en los supermercados o durmiendo en las aceras, que nos hemos enfermado como sociedad (más) y lo que vemos es “normal”. Triste, porque además a pocos le importa. Lo que tenemos ahora es el «yo estoy peor» o el «todos tenemos problemas», y hasta una nueva moda: «haber nacido sirio».

Pero también porque si hablas desde el pensamiento crítico, debes tratar de ser justo e imparcial para dotar del máximo realismo lo que vemos o lo que se quiere mostrar, aparte de ofrecer algún aspecto inédito respecto a otras cintas parecidas. Si haces que uno de tus personajes, el malo, beba y amenace con violencia, es posible que yo, como espectador, me aleje por momentos del relato. No porque crea que no pueda pasar, sino porque siento que me intentas condicionar. Más si cabe cuando los que sufren son buenas personas que sólo son capaces de hacer cosas malas por las circunstancias (¿acaso el malo no las tiene?).

Este tipo de cine tiene eso, que se juzga con dureza por tratarse de la actualidad e intentar movilizar a las conciencias que lo ven (que si ven es porque ya suelen estar bastante concienciadas). Porque incide en ella, porque te manda un mensaje, o te deletrea lo que quiere en la última imagen, dándote a entender que tienes que hacer algo más allá de ver una película. Pero esto es cine, y me puedo ofender si, detrás de este crudo realismo, me sacan de él con una música muy triste y española, o si, como digo, me dicen qué tengo que hacer, porque entonces me planteo si la propia cinta lo hace (o hará).

Lo que ocurre, de hecho, es que a día de hoy tiene más impacto un anuncio de 30 segundos en el que una abuela dice no tener hambre para que coman sus nietos, que una película de 90 minutos. Pero bueno, si te emocionaste viendo que en España uno de cada tres niños corre riesgo de vivir bajo el umbral de la pobreza y de sufrir exclusión social, seguramente te subyugue el (cada vez menos) particular viaje de Rocío y su hijo Adrián, los principales protagonistas de Techo y comida.

Por ese poder que, aunque no tan fuerte como se busca, existe, tampoco estaríamos hablando de una película fallida. En Techo y comida encontramos momentos cotidianos emocionalmente convincentes, a pesar de las medias tintas. Sin embargo, Juan Miguel del Castillo, realizador y guionista, se olvida del paso del tiempo y de que, con él, hay algo que se pierde para con su cine: el contexto. Techo y comida es aquí y ahora.

Por otra parte (la mejor parte), la actriz Natalia de Molina hace un trabajo excepcional poniendo rostro a Rocío, dando (más) crudeza a la pobreza, dotándola de lo que significa mucho más allá de lo que la cámara permitiría. Es ella y sólo ella. El director lo sabe y por eso pocas veces pone cara a otras personas. Aquí sólo importa que tú, como asistente, sientas la presión al conocer que algunos momentos en la vida son irreversibles y no hay vuelta atrás, que si te quedas sin casa ya no hay más. El ahora.

Es lo que pasa cuando luchas por crear algún tipo de conciencia social, que no puedes equivocarte o te conviertes en una diana fácil. Porque alguno te argumentará que, si tanto te preocupa, les des tu casa, que les sueltes tu dinero como ayuda u otra demagogia similar. Que si ese es socialista, ¿cómo tiene una casa así de grande?

Claro, el malnacido, sin conciencia y egoísta, nunca rompe sus principios… como no los tiene.

Crítica escrita para www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Fendor
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
12 de marzo de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Crónica honrada y sencilla acerca de la pobreza, el hambre y el paro. Historia de una familia, madre e hijo, intentando llevarse algo a la boca y conservar un techo donde cobijarse. Película cuidadosa con este tema tan difícil de abordar, sincera y sin ornamentos, aunque podría discutirse si cala el tema del desahucio, su génesis según el director. Una película valiente para los tiempos que corren, para el cine que anda por ahí. Es de agradecer que se hagan películas tan realistas como la vida misma, quizá la de la familia del piso de al lado, esa que no se ve o que simplemente se ignora. Ideal para estas fiestas y para comer pavo caducado. Tiene algunos peros, sí, aunque el director puede sentirse satisfecho de su retrato. Magnifica interpretación de Natalia de Molina.
DIEGO
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
26 de marzo de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En tiempos de crisis, y eso que parece que se está superando, existen multitud de casos de los que sacar una buena película cuyo núcleo sea un drama social. Sin duda uno de ellos, de los que tienen más calado social tienen, son aquellos en los que se ven implicados los más pequeños, y por ello también los mas efectistas y efectivos para un guión.

"Techo y comida" desarrolla la historia de una madre soltera, con un hijo pequeño, sin recursos y sin dinero para pagar el alquiler. Una buena historia, con bastante potencial lacrimógena si se quiere, y que pone de manifiesto la precaria situación que deben soportar muchas familias para salir adelante. Esta denuncia, que tiene mucho fondo, no se hace desde la lágrima fácil, sino desde el punto de vista más real, en el que la joven, abrumada por las situaciones que le toca vivir, mantiene esa calma contenida hasta que se derrumba. Esto solo puede hacerse si se cuenta con una actriz en estado de gracia que mantenga la tensión en cada secuencia, que contenga el nudo en la garganta en cada momento, y tiene la suerte de contar con Natalia de Molina. La jienense borda el papel y consigue hacerlo creíble en cada decisión que toma, en cada palabra que pronuncia.

Sin embargo, la película se olvida de los giros mas esperados y no pone a la protagonista en el camino más obvio, y mientras que lo predecible hubiera sido mostrar a Rocío en una larga fila en busca de ayuda anti-desahucios, la película opta por ser contenida, discreta y sentida, dejando a la protagonista ante una desprotección total que el espectador siente como suya. Una película muy necesaria que muestra una realidad que tenemos ante nuestros ojos. Y, a veces, muy cerca.
Moody
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 3 4 5 10 14 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow