El hombre sin pasado

191/01(03/09/17) Sobrevalorado thriller coreano escrito y dirigido por Lee Jeong-beom, una cinta de una simplicidad que ni el mecanismo de un martillo, relato de justiciero sin pizca de originalidad que es un cruce entre “Leon” (1994), “Man on fire” (2004), y “Drive” (2011), tipo duro (por motivo indeterminado) que tras conocer a una niñ@ se le ablanda el corazón y parece encontrar un sentido a su vida, este tendrá que ser a base de proteger al retoño o vengarlo. El desarrollo huele a ya muy visto, los malos se han metido con el tipo equivocado (también se me viene a la mente la reciente “The equalizer”, 2014) con un protagonista lacónico, hierático y misántropo con motivaciones más sobadas que las tetas de Pamela Anderson. Destaca que a partir de que la acción se desencadena no para en un tour de forcé trepidante, con persecuciones, peleas, balaceras, explosiones, ello con coreografías ingeniosas, con mucha violencia, con momentos gore, niños cortando heroína, tráfico de órganos humanos de niños, todo en un tono muy simplista para separar en blanco y negro a buenos y malos. Cinta de la que esperaba mucho más, personajes ambiguos, complejidad, emoción, pero he sido arrollado por un producto que de haberse hecho en Hollywood protagonizado por Bruce Willis hubiera sido machacada con motivos por la crítica general, oh ,espera, esto ya ocurrió con “Mercury rising” (1998), siendo “premiada” con algún Razzie.

La cinta comienza de modo letárgico, muy lenta, tarda en arrancar, se podría haber dado más agilidad recortando minutos cercenables. Mezcla drama con acción de modo plúmbeo, sin moverte a emoción alguna, cine propio de Hong Kong (John Woo, Johnnie To,…) o del manga, donde prima la acción por encima de la historia, esta cabe en un sello. Intentan darle algo de trascendencia en su trivial crítica social tocando temas como la marginación social, los niños maltratados psicológicamente por los padres (en este caso la madre), la explotación de los menores (como traficantes, como cortadores de droga, como “recipientes” de órganos,…). La violencia latente es uno de los elementos manejados con acierto en la cinta, sabiendo modular los fueras de campo y las elipsis, para en un increscendo correctamente llevado, con picos notables (como la pelea en los baños sin cortes, me refiero a la persecución a pie donde se produce un espectacular salto por una ventana en un plano sostenido brillante) llegar al clímax de la pelea (con mucho de arte marcial) final, donde las muertes y las sangre estallan sobre los fotogramas. La composición de los personajes distan de tener dimensión alguna, o buenos o muy malos, más planos que una mesa, se mueven por imperativo del guión, sin un motor orgánico que de fuerza dramática, con diálogos inanes, buscando de modo a empujones la lágrima fácil.

El relato pretende tener su núcleo emocional en la relación entre la niña y el protagonista, donde el protagonista intenta aparentar mundo interior con su laconismo, embistiendo a su rol de misticismo enigmático, queriendo emular a los tipos duros del cine como Humphrey Bogart, Steve McQueen, Charles Bronson, Clint Eastwood, pero al actor le faltan cicatrices expresivas, muy blandito, joven y “guapito” para tragarte su padecimiento interior, este exhibido en un flash-back en que la explicación es de lo más manipuladora, simplista y poco trabajada, que poca inventiva en el guión, te deja frío un recurso tan rancio; La niñita hace lo que puede, sin dar mucho de sí, aunque al menos el guión si ha sabido conferirle un rasgo que le aporta matices, como es su afición a pintar las uñas de modo llamativo, lo que es un elemento bien manejado deux machine en ciertos momentos; Y entre los dos hay química zero, me deja gélido.

No entiendo muy bien el modo en que es tratada la subtrama policial, puro relleno al que se le da mucho minutaje basura, polis tontos que no hacen más que dar palos de ciego algo que no era necesario, totalmente prescindible, que sin ello hubiera dado más ritmo y vigor narrativo, y solo parecen estar ahí para que nos desvelen la personalidad del “sin nombre”. Resulta muy lineal, sin sobresaltos apenas, todo ocurre porque sí, con multitud de tópicos y clichés con patas, con un tipo de humor grimante por lo chusco. Al final lo que queda es un film con apenas un par de momentos interesantes, pero en conjunto es un producto olvidable durante los créditos finales, pretende muchísimo más de lo que da.

Seré breve: otra macabra y poética obra de arte.
Los detalles que Lee Jeong-beom mimó tan bien son los que convierten a esta historia en poesía: las uñas pintadas, los gestos invisibles, una mirada oscura bajo la luz nívea, el quebranto más terrible dotado de cristales, el personaje de la niña que representa - no más, no menos - la completa inocencia en un paisaje salvaje e inhumano protagonizado por adultos perdidos.
Repartir los méritos entre el elenco actoral, la buenísima banda sonora y la fotografía es hacer justicia. Todo bien realizado, todo indiscutiblemente hecho con profesión y profundidad.


A tomar notas, sí, los coreanos hace años nos dan lección acerca de cómo (re)evolucionar en cada uno de los géneros.

Sublime.

¡¡ Adoro el cine coreano !!

Como dije en mi crítica de The Chaser, a la que por cierto, encuentro que tiene cierta similitud con esta película, no entiendo gran cosa de cine, pero me impactan esos suburbios llenos de basura, esas persecuciones del protagonista detrás de coches que casi nunca alcanza, esos personajes tan viscerales en ambos bandos, bueno en los tres bandos que no hay que olvidarse de la policía, esa rabia desbordada a raudales, llegado el momento, en fin todo tipo de sentimientos, en todos los sentidos .

El guión no es que sea de lo más original, ex comando resentido que lo da todo por un ideal, en este caso la niña, pero es la forma de contarlo lo que le diferencia de otras cintas americanas de ex agentes especiales que son autentica basura.

Y a pesar de eso, tiene cierto lirismo que que te acongoja y que hace que al final, termine siempre echando unas cuantas lagrimas.

En fin os la recomiendo, porque además de ser una cinta de acción a tope, también les gustará a los que disfruten con los dramas intensos, a los que les entretengan las de karate, osea a casi todos.

Memoirs of Murder, I Saw the Devil, Oldboy... son algunos de los ejemplos de thrillers procedentes de la cada vez más de moda cinematografía de Corea del Sur. Todas ellas han tenido éxito fuera de sus fronteras, estreno en Occidente, cierta repercusión mediática y buenas críticas. La última a sumarse a esa lista es El Hombre sin Pasado (Ajeossi), thriller urbano dirigido por Lee Jeong-beom que se ha estrenado en España con dos años de demora. El reparto, desconocido para mí (y copiado de las basos de datos que me ofrece Internet): Won Bin, Kim Sae-Ron, Kim Hee-Won, Kim Sung-Oh y Kim Tae-Hun.

Cha Tae-Sik (Won Bin) es un ex-agente especial que sobrevive en un trabajo de mala muerte. Solo tiene una amiga, una niña (Kim Sae-Ron), hija de una vecina heroinómana que ha robado un alijo de drogas a unos peligrosos mafiosos (Kim Hee-Won y Kim Sung-Oh). Cuando éstos aparecen en su casa, matan a la madre y secuestran a la cría, con la intención de vender sus órganos en el mercado clandestino. Cha Tae-Sik los buscará y matará a todos ellos.

El Hombre sin Pasado es una película en la línea de Leon (El Profesional), El Fuego de la Venganza o la reciente y posterior Safe. Largometrajes protagonizados por tíos duros que por circunstancias de la vida conocen a niñ@ pequeñ@ que les ablanda el corazón. El desencadenante llega cuando por X motivo los malos aparecen y secuestran al crío de turno, momento desde el cual el héroe coge sus armas y se carga todo aquel que pasa por delante hasta recuperar al mocoso y saciar su sed de venganza. Esquemáticamente El Hombre sin Pasado es así, se puede decir que argumentalmente no crea nada nuevo.

Cierto es que se toma licencias respecto a todas esas películas y que todo sigue un patrón más del cine asiático. Esto es una narración pausada, tomándose tiempo en el desarrollo de personajes, y particularmente en su protagonista introvertido con conflictos interiores. Encontramos también algún secundario puntual con frase zen para reflexionar, por supuesto la ambientación que ofrece una ciudad de Corea del Sur, y una vez empieza la matanza por parte del prota, coreografías de artes marciales y tiroteos que para nada palidecen ante los del mejor John Woo en los 90.

A estos aspectos citados, elogiables la mayoría, añadir otros como la realización de un Lee Jeong-beom competente en la parte emotiva de la historia, brutal en cuando en el tercer acto llega el estallido de violencia, ayudado asimismo por una fotografía colorida bastante moderna (que no estaría nada lejos del Collateral de Michael Mann) y la buena banda sonora de Shim Hyun-jeong.

Poco negativo en El Hombre sin Pasado, un exceso de duración (se podría haber reducido el protagonismo del cuerpo de policía), malos malosos de una sola pieza, y por último, que el espectador poco acostumbrado puede perder la paciencia durante la primera hora.

Con sus diferencias culturales, nada no visto en cualquier otro thriller USA, lo que no será suficiente motivo para que en un futuro los americanos no se planteen un innecesario remake. El Hombre sin Pasado queda como un producto comercial eficiente, facturado por una Corea del Sur que junto con Francia es el único país capaz de plantar cara a los mismos USA en esta clase de cine.

Créanme que si son medianamente aficionados al cine esta peli ya la habrán visto. Un poquito mejor o un poquito peor, pero esta la tenemos repe y varias veces: un policíaco-venganza con trama predecible desde el minuto 2. Mundo maniqueo con máquina de matar incluido adobado con unas lágrimas de sentimentalismo para rematar la faena. Ritmo algo lento y muchas peleas y tiros para tan poca historia.
A los amantes de la acción pura y simple les entretendrá, al resto les sabrá como las ensaladas baratas: le quitas el poco atún y queda mucha lechuga.