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Spartacus: Dioses de la Arena (Miniserie de TV)

Serie de TV. Acción Miniserie de TV (2011). 6 episodios. Precuela de la serie "Spartacus: Sangre y arena", centrada en el gladiador Gannicus. (FILMAFFINITY)
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Críticas 35
Críticas ordenadas por utilidad
22 de julio de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La desgraciada enfermedad de su actor protagonista, hizo que los responsables de la serie "Espartaco: sangre y arena", hicieran una pre-cuela que aguardaría el retorno de Andy Whitfield, algo que muy desafortunadamente no ocurrió. Al margen de esa triste circunstancia, estos seis episodios son una verdadera curiosidad que hará las delicias de los fans de la Casa de Batiato en una Capua entregada a los gladiadores.

Dando un mayor peso al matrimonio lanista protagonista, Dustin Clare y una escultural Lucy Lawless son el motor de los años previos a que Espartaco apareciese en sus vidas para alzarse en rebelión. Buena parte del reparto de la primera temporada repite fortuna, aunque algunos personajes se encuentran en distintos roles a los que nos tenían acostumbrados, como Crixo.

En general, la mini-serie sigue la tónica de una estética muy de Zack Snyder, hiperbólicas luchas tipo 300 y una extraña capacidad de deformar la realidad de la República Romana Tardía, pero sí captar sus esencias. No son descabelladas algunas de las cosas que se proponen y en sus inspirados finales y resoluciones de las tramas, vemos una materia gris en sus guionistas que a veces no presuponemos ante el brutal contenido de lo exhibido.

Muy recomendable para los amantes del género, la imagen de Gallicus emborrachándose cerca del abismo durante la víspera del combate que podría solucionar su carrera, sigue siendo una metáfora imborrable de lo precario de la gloria en la arena y la capacidad de divinización y auto-destrucción de estos dioses de la arena, los primeros y brutales deportistas de élite de un Imperio colosal y que alternó civilización con la más cruel barbarie.

En su estilo, muy amena.
El Libanés
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7 de septiembre de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia transcurre en Capua (Italia), todo gira en torno a una pareja formada por Batiato y Lucrecia, el matrimonio de "La Casa Batiato" (un ludus), y en torno a sus gladiadores donde está el gran favorito para ser campeón, Gannicus. Pero los Batiato tienen una Casa enemiga, "La Casa Vetio", ayudada por Tulio, un hombre de negocios muy influyente y encarnizado enemigo de Batiato. Y ésto hará que surjan tramas y chanchullos entre las dos Casas para ver quién conseguirá aparecer en el Primus que está por inaugurarse. Además con la llegada de Gaia (amiga de Lucrecia) a casa de los Batiato cambiarán muchas muchas cosas.

No había visto todavía nada de la serie "Spartacus" ya que tengo una manía que me impedía verla. No suelo ver series no cómicas si éstas no están terminadas porque odio quedarme con la intriga, así que espero a que finalice la historia para verla de golpe. Y decidí empezar con la precuela ya que en la historia de la serie va antes y así entendería todo mejor. Por ello no entraré (porque no puedo) en comparaciones con "Sangre y Arena".

"Spartacus: Dioses de la Arena" para mí ha sido la mejor serie que he visto hasta ahora (y he visto bastantes), pero la mejor no en calidad que también la tiene en su estilo sino en entretenimiento. Yo de antemano pensaba que solo ofrecería escenas de sexo y acción en cantidades industriales y paremos ya de pedir, por supuesto con eso me conformaba. Pero para nada. Sí, da eso, pero también da una buena trama y buenas interpretaciones que te hace ver un capítulo tras otro (vi los 6 desde por la tarde hasta por la madrugada de ayer) sin querer hacer otra cosa. Spartacus es una serie violenta, gore, erótica y con grandes efectos especiales.

PD: Consejo, ésta serie hará que salga el animal primitivo que llevais dentro, despertará en vosotros rabia, ira...y lujuria. Si con ésto que digo la quiereis seguir viendo, disfrutadla al máximo.
ariakan
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9 de septiembre de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sangre. Crudeza. Cámara lenta en las abundantes escenas de sexo y carnicería. Efectos especiales que dan escalofríos (no aptos para estómagos muy sensibles) porque rara vez se ve tal despliegue en una serie. Pero “Spartacus: Dioses de la arena” es mucho más que ese envoltorio visual que muchos pueden tachar de rocambolesco y con frecuencia francamente desagradable. No es una serie fácil de ver ni de digerir. Utiliza también un lenguaje plagado de palabras malsonantes, las que suelta cualquiera en un momento de calentón, cabreo o de charla soez con la gente con la que se tiene confianza.
Pero yo creo que así más o menos era Roma. Hay que verlo desde su perspectiva, no exclusivamente desde la nuestra. Era una civilización que adoraba los espectáculos sangrientos porque eran tan corrientes como hoy lo es la televisión, que se cimentaba en la esclavitud (en todas las civilizaciones ha habido y hay formas más o menos encubiertas de esclavitud) y que tenía unos contrastes abismales (¿no nos suena eso de lo que tenemos sin ir más lejos a la vuelta de la esquina?)
Y una de las virtudes de esta serie es que desde el primer minuto te mete en la Capua del siglo I antes de Cristo sin anestesiantes ni suavizantes. Patricios muy ambiciosos que maquinan e intrigan para conseguir o mantener el poder, sin reparar en medios o consecuencias. La masa plebeya que acude a las numerosas luchas de gladiadores porque es una de las pocas diversiones que se pueden permitir. Los esclavos totalmente a merced de sus amos y que, por más que a unos cuantos afortunados se les considere “de la familia”, tienen que obedecer hasta las más aberrantes órdenes sin siquiera derecho al pataleo. Ni siquiera sus propios cuerpos les pertenecen. Lo único enteramente suyo es su corazón.
Nos vamos metiendo en el entramado de la casa de Batiato y la soberbia de Quinto, apoyado por su esposa Lucrecia, que se niega a agachar la cabeza y conformarse con una posición de desventaja en la que el poderoso Tulio le escupe cuando se le antoja, incluso aunque su rebeldía le lleve a poner en peligro constante la tranquilidad de su casa y a arrastrar a sus esclavos a una serie de desmanes. Desobedeciendo las diplomáticas directrices del anciano patriarca Tito Léntulo Batiato, ausente de Capua, Quinto y Lucrecia se lanzan a una feroz guerra sucia contra sus contrincantes. Pero también se muestra su lado más sensible y vulnerable. Luces y sombras de unas personas tan mezquinas como humanas. O simplemente amorales, hedonistas y codiciosas con sus esporádicos ramalazos de conciencia.
Tan absorbente es la trama de los patricios como la de los esclavos, es decir, los gladiadores y el personal doméstico que los rodea. La casa de Batiato es una estirpe de lanistas legendaria por haber dado a la arena de Capua muchos grandes campeones. Quinto se esfuerza por continuar la senda de sus antepasados y cuenta entre sus reclutas con un campeón que gana los combates aparentemente sin apenas despeinarse y que se lo toma todo a risa. Gannicus posee un potencial tremendo y sabe explotarlo, pero tampoco le da demasiada importancia y no parece luchar por ningún fin más que su propia diversión, pues no siente apego por su casa ni su honor. Sólo quiere de verdad a su gran amigo Aenomao, otro gran gladiador veterano, hombre recto y honorable, y a la esposa de éste, Melitta, la esclava personal de Lucrecia y una chica dulce y generosa. El resto de los luchadores y siervos se van esbozando con precisión y llegas a conocer la personalidad e intereses de buena parte de ellos, así como sus relaciones interpersonales, amistades, amores y rivalidades.
El día a día en el domus, en el ludus y en las arenas de Capua van atrapando en una espiral de maniobras, artimañas, enfrentamientos, traiciones, entrenamientos, luchas a muerte, fiestas, sexo, orgías, humillaciones, y entre tanto exceso, algunas historias de amor genuinamente bellas.
La gente se lanza a los placeres cuanto puede entre penalidades y sufrimiento (sí, los ricos también las pasan canutas entre orgía y orgía, mantener la posición y el honor de la casa es descarnadamente arduo), sabiendo que la vida es brutal y que es muy difícil llegar a viejo o morir de muerte natural, así que si se presenta la oportunidad de disfrutar, de gozar, y también de amar, se coge a manos llenas, porque mañana uno puede caer en su propio charco de sangre.
Es entonces cuando uno, ya enganchado sin remedio, “mira sin ver” la carnicería diaria y se centra en todas esas pasiones, capta los momentos hermosos e intensamente emotivos que pueblan los capítulos, se desarma ante la complejidad de todo lo que está presenciando, hierve con las injusticias y se estremece con la hipnótica, terrible y sensual danza entre eros y tánatos, tan atrayente como terrorífica, tan bella como estremecedora.
Y cuando los esclavos luchan en la arena tienen que creer que hay gloria donde la sangre se derrama para elevar a unos simples mortales a la categoría de dioses.
Vivoleyendo
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1 de mayo de 2011
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
134/24(22/04/119) Segunda temporada de ‘Spartacus, Sangre y Arena’, curiosamente es una precuela, pues debido a una grave enfermedad del protagonista de la primera entrega, Andy Whitfield, los productores decidieron retroceder en el tiempo y mostrarnos como Batiatus ((Gran John Hannah) llegó a hacerse con el Ludus, de cómo lo heredó de su padre, nos muestra como Crixus (inane Mannu Bennet) llegó a hacer el líder, vemos como Batiatus y Salonius (buen Craig Walsh Wrightson). Esta espectacular temporada tiene la tara de no tener el encanto de contar algo histórico, todo es una fabulación que no está sujeta a los libros de historia, pero esto es lo único en que resta a la anterior parte. Esta es un giro de tuerca aún mayor, el sexo y la sangre se multiplican aquí, su argumento rezuma tintes shakesperianos, nos habla de un padre que no está contento con su hijo, de la esposa que ha escogido, de cómo esta no puede concebir hijos, pero esto no es óbice para que se amen, Batiiatus mantiene una lucha despiadada por estar presente en la inauguración del nuevo Coliseum, asistimos a las luchas de poder entre los gladiadores, a su camaradería y a sus ganas de ser el mejor, a como Oenamus (excelente Peter Mensah) llega s ser Doctore del Ludus, Los episodios poseen una puesta en escena más cuidada que en la primera, las calles de Capua huelen a realismo, y por supuesto sus sensuales escenas de sexo, de un erotismo muy acentuado, rebasando más límites, yendo más lejos que en la anterior, aunque en los dos últimos episodios se anula el sexo para dedicar todos los esfuerzos al otro elemento predominante de este producto, la Violencia, la Brutalidad, el Salvajismo, escenas rebosantes de adrenalina, de un hiperrealismo de cómic, litros de sangre inundan la pantalla, aquí la máxima de que el cuerpo humano contiene 5 litros queda negada, el cuerpo humano es un surtidor sin límites del rojo líquido, hay algunas escenas que se te quedaran en el subconsciente, ejemplo la lucha de Gannicus (buen Dustin Clare) con los ojos vendados contra otro gladiador, o por supuesto la lucha final en el Coliseum, un festival rayano en lo gore, una espectacular secuencia de las que recordaras. Su estilo visual es similar al de la precedente, recordando al film ‘300’, es decir, muy de cómic, Recomendable a los que gusten de series con mucha violencia y mucho sexo. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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18 de agosto de 2011
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras ver 5 episodios de la precuela de Spartacus y aunque me falta el último episodio que dicen es espectacular, me parece que está por debajo de la primera en cuanto a argumento se refiere. Las actuaciones siguen siendo brillantes por parte de todo el elenco, eso sí. La factura técnica impecable y continúan con su sello personal de sexo y violencia rayando el gore. Aunque en mi opinión de forma más contenida que en la primera temporada. El que sí destaca es el “malo” (o el peor, porque aquí no hay buenos) de turno Tullius, menudo cabronazo. Y Gannicus, aunque no tiene el carisma de Spartacus, nos hace olvidar al personaje principal con su peculiar personalidad.

En realidad, tengo más ganas de ver la próxima temporada, donde realmente comienza a forjarse la leyenda de Spartacus. Sin embargo cuentan con el handicap importante de que tienen que cambiar de actor ¡uffffff!, y por otra parte les va a hacer falta más presupuesto para rodar en exteriores y muchos extras. Quiero ver la Batalla del Vesubio, y ese recorrido de las tropas de Spartacus (se cuenta que llegó a reunir un ejército de 70.000 hombres) por la península itálica perseguido por unos iracundos y rencorosos romanos que pretenden dar ejemplo aniquilándolos. En definitiva quiero ver en la siguiente temporada la III Guerra Servil al completo. Tienen un excelente material histórico para desarrollar y hacer algo grandioso.

A la espera de acontecimientos.
DARTH VADER
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