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Los abrazos rotos

Drama. Romance Cuando el escritor Mateo Blanco (Lluís Homar) viajaba con Lena (Penélope Cruz), la mujer de su vida, sufrió un accidente de coche que lo dejó ciego. Harry Caine es el pseudónimo con el que firma sus trabajos literarios. Como director de cine usa, en cambio, su nombre real. Harry Caine vive de los guiones que escribe gracias a la ayuda de Judit García (Portillo), su antigua y fiel directora de producción, y de Diego (Tamar Novas), el ... [+]
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Críticas 175
Críticas ordenadas por utilidad
4 de abril de 2009
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que más me llama la atención de esta película es la división de opiniones que genera en estas críticas. Si hablamos de su resultado en taquilla o de las críticas "profesionales" que le han dedicado, entonces ya no entiendo nada. A mí me ha parecido una obra maestra. Siempre en los parámetros melodramáticos en que se mueve Almodóvar, en esta ocasión logra situar su película en las coordenadas del gran cine clásico. Una historia atractiva, plena de intriga, bien contada en una serie de flashbacks impecablemente enlazados con la acción "presente", con un puñado de personajes solidísimos, que crecen con aquélla. Sólo le reprocharía la selección de los actores jóvenes, realmente malos, a años luz de la calidad del resto del reparto y del guión. Pero, a pesar de ésto, ha logrado rodar una película que mantiene atrapado al espectador -a este, al menos- durante todo el metraje. Por cierto, en lo literario recuerda un tanto a Nabokov, y no sólo por la ceguera del protagonista. Es una obra más compleja y profunda de lo que algunos parecen haber visto.

Dicen que las críticas en Estados Unidos han sido mejores que aquí. No me extraña, teniendo en cuenta que en este país alguien como C.B. conserva un mínimo prestigio como crítico de cine. Hemos perdido el norte.

Para mí es una obra magistral. Me quedo con la pincelada cómica del final, digna del Sullivan de Sturges. Redime la película y ofrece una declaración de principios vital. Y esa Carmen Machi está para comérsela.

"Las películas hay que terminarlas, aunque sea a ciegas"
Pepe L
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19 de marzo de 2009
25 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer vi Los Abrazos Rotos y hoy aún estoy conmocionado...creo que Almodóvar a dado un paso de gigante a nivel madurativo. Los Abrazos Rotos es una película nacida de la impotencia, de la oscuridad, de la ceguera...es una película que nos habla del dolor más sordo que existe: el dolor de la pérdida. Todos y cada uno de los personajes ha perdido algo valioso en su vida y todos se convierten en un complemento de otro.

Los Abrazos Rotos no es una película para hacer estallar al espectador en lágrimas o para provocar la risa fácil. Es un filme oscuro, complejo, lleno de matices y seco, muy seco. Áspero. Pero esa aspereza confiere a sus personajes un matiz universalizante. No hay nada de ese Almodóvar gamberro y juvenil sino una visión madura, elecrizante...

De hecho, Los Abrazos Rotos es una historia sobre el perdón y la capacidad de olvidar el pasado. De crear vidas nuevas para sustituir vidas antiguas, de recomponer y montar el destino o alterar ese fotograma eterno llamado existencia.

Cada espectador la sentirá de una manera, algunos la convertirán en obra de culto, otros la detestarán...pero todos habrán sentido algo que no les dejará indiferente.

Lo mejor: La BSO (especialmente Werewolf de Cat Power y la participación de Poveda), la escena de las manos, Chicas y Maletas, la lectora de labios...

Lo peor: que te deje tan shockeado este nuevo salto mortal
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TIRANT
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30 de marzo de 2009
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La escandalósamente irregular 'Los abrazos rotos' es una película que sin ser magistral, tiene momentos de muy buen cine. Y eso pese a defectos evidentes, el más grave y que los resume casi todos, es que se trata de una historia que da mil vueltas para no llegar a ninguna conclusión clara ni a ningún sitio nuevo en la filmografía de Almodóvar. Lo bueno está en que el espectador puede sentirse satisfecho con el viaje, aunque al final el destino no sea el deseado, o nos demos cuenta de que quien nos guía (el propio Pedro) se ha perdido por el camino. Pero si aún así podemos disfrutar de este trayecto cinematográfico es por las siguientes razones:

1) por la belleza del paisaje fílmico que nos muestra Almodóvar, por escenas con enorme fuerza como la de Penélope Cruz doblando su propia voz en un vídeo mudo o la imagen de las fotografías rotas sobre la mesa del invidente Lluis Homar.

2) por la consistencia de los personajes a los que nos encontramos por el camino de esta historia y el talento de los intérpretes que les dan vida (Blanca Portillo, Lluis Homar, Penélope Cruz o Ángela Molina están magníficos) aunque otros sean un tópico andante (José Luis Gómez, que sin embargo está estupendo) o una mera excentricidad irrelevante (Ruben Ochandiano).

3) por la calidad técnica de la propuesta que nos permite disfrutar más intensamente del viaje: una preciosa fotografía del paisaje canario, una sensible banda sonora de Alberto Iglesias que nunca decepciona, o un montaje que convierte una narración compleja con saltos temporales en algo muy sencillo de asimilar incluso para el espectador menos atento.

4) por Blanca Portillo y su personaje, que evoluciona de forma excepcional hasta convertirse prácticamente en la clave de la película. El monólogo en el bar que descubre los cabos sueltos de la trama resultaría totalmente postizo de no ser por la convicción y el magnetismo con que esta actriz lo pronuncia.

5) por dos detalles cómicos extraordinarios, que hacen más ameno el recorrido y dejan claro que Almódovar mantiene intacto su peculiar y único sentido del humor: el desternillante papel de Lola Dueñas como intérprete, y la escena de "Chicas y maletas" con Carmen Machi que cierra de manera insuperablemente divertida la película, aunque su inserto narrativamente esté cogido con alfileres y sea una prueba más de que el propio cineasta al final no tiene claro qué quería contar realmente (¿es también un auto-homenaje el hecho de que el protagonista de la película sea un guionista ciego?)

De hecho esta es la frase que cierra Los abrazos rotos: "Las películas hay que terminarlas... aunque sea a ciegas" Y es cierto, siempre y cuando se tenga el talento de Almodóvar, porque aunque a veces el guión no le salga redondo, sus películas merecen verse, y si es posible sin dejarse 'cegar' por los prejuicios.
JorgeRTadeo
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22 de marzo de 2009
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me da la sensación, tras ver "Los abrazos rotos", que a Almodóvar se le ha pegado algo de la escasez de (buenas) ideas que pulula por Hollywood de tanto atravesar el charco. Vale que en su cine, el director haga referencias sutiles a su cinefilia (lo admito con agradecida complicidad en películas como "Todo sobre mi madre" o "Volver), pero que en este caso recurra a referencias tan descaradas no hace más que advertirme que su cine (sus ideas) se está quedando hueco. Y cuando las referencias se convierten en autohomenajes el sonrojo acude a mi mente de manera implacable, pues no hace más que evidenciar que "los tiempos pasados siempre fueron mejores".
Aparte de estar técnicamente bien construida (no voy a repetir los mil y un halagos hechos por todos en este aspecto), la película se tambalea porque su guión juega constantemente con lagunas, precipitándose casi por completo al borde del ridículo (frases como * o todo el monólogo explicativo del final a cargo de Blanca Portillo, no son recursos tomados de los grandes melodramas "noir" con los que se empeñan en comparar la película, sino más bien del cutre culebrón acartonado).
La risa en "Los abrazos rotos" sacude al espectador no en los momentos pretendidamente cómicos (salvo en la magistral secuencia de Carmen Machi, por supuesto), sino en los más apasionados y románticos, haciendo que el bochorno se apodere del espectador como única sensación permanente a lo largo del visionado.
**
Todo esto nos lleva a implorar que el cine del manchego vuelva pronto al redil desde el que llegaba a apasionarnos sobremanera, lo cual confirman los comentados cameos que se suceden a lo largo del metraje (destacando, la sentida aparición de la gran Ángela Molina) y que nos hacen añorar a aquel Almodóvar que, aunque superficial y estrambótico, al menos seguía siendo auténtico.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Juanma
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19 de marzo de 2009
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres años después de la excelente Volver vuelve Almodóvar con un cambio de registro, pero con el listón igual de alto. Y es que siempre que haya un Almodóvar en cartelera es una alegría para la taquilla nacional, y últimamente su cine se hace más accesible sin por ello acomodarse. Su estilo sigue ahí, totalmente reconocible, cosa que es de agradecer.
Los abrazos rotos se mueve en dos tiempos, 1994 y 2008, con el personaje de Lluis Homar (¡inmenso actor!) como hilo conductor y absoluto protagonista. Podría decirse que, en realidad, Homar interpreta a dos personajes, el director de cine Mateo Blanco (1994) y su pseudónimo/álter ego Harry Caine (2008, fonéticamente en inglés, “huracán”), guionista ciego. A ambas partes de la misma persona las une el rodaje de una película, Mujeres y maletas, protagonizada por la bellísima Lena (estupenda Penélope Cruz).
Encontramos un (permítanme el juego) laberinto de pasiones desencadenante de una historia que se extiende a lo largo de 14 años. En esta red amorosa donde convergen celos, pasiones, mentiras, violencia, secretos… interceden los personajes de Blanca Portillo, José Luiz Gómez, Rubén Ochandiano y Tamar Novas, entre otros. Como podéis ver, un reparto insuperable en el que sorprenden las apariciones, casi anecdóticas, de rostros famosos como Alejo Sauras, Kira Miró o Dani Martín, que se alternan con chicas Almodóvar que funcionan como homenaje a la filmografía más alocada del director manchego: Rossy de Palma, Mariola Fuentes, Chus Lampreave, Carmen Machi (de lo mejor de toda la película, cuyo personaje dio lugar al cortometraje "La concejala antropófaga"), divertidísima Lola Dueñas, Kity Manver, sin olvidar una más que convincente Ángela Molina.
Almodóvar construye un mapa de personajes bien escritos en un ejercicio metacinematográfico que sirve de homenaje no sólo a su filmografía mediante al rodaje dentro del filme con Mujeres y maletas, sino a otros clásicos como muestra del conocimiento y buen hacer de nuestro mejor director. En este caso la acción se desplaza de la mancha o el Madrid más psicodélico a Lanzarote a partir de la fotografía que dio la idea para toda la historia, según palabras del propio realizador. Todo, por cierto, con muchísimo poderío visual, como cabe esperar en una película de Peeeeedrooooooooo.
En pocas palabras, un drama romántico noir con grandes interpretaciones, una banda sonora envolvente y acertada, y toques de humor almodovariano que relajan la tensión de esta historia de amour fou. Nos deja momentos inolvidables, cómicos como el guión sobre la película de vampiros, la aparición de Machi, la lectora de labios (“no labio”), o dramáticos/intensísimos como a Lluis Homar abrazando la pantalla del televisor o a Lena doblándose a sí misma. Y una frase que cierra la película, muy apropiada si tenemos en cuenta que la pronuncia un director ciego reconciliado con su pasado: “Las películas hay que terminarlas aunque sea a ciegas”. Fundido a negro. FIN.
Brian Edward Hyde
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