Academia de vampiros

Adaptación de una novela juvenil sobre el género vampírico. De la adapatación en sí, no puedo opinar porque no me he leido el libro, y sobre el film (fotografía, música, interpretación, guión, ect)?:1.- ¿Qué podemos esperar? 2.- ¿Qué pensé cuando la elegí? 3.-¿que pensé cuando me metí en el cine? y finalmente 4.- ¿qué pensé cuando salí del mismo?. Respuestas: 1- ¿algo que nos distraiga y entretenga, acción, aventuras? 2.- ¿no habrá algo mejor en la cartelera y no me he enterado? 3- Al menos estaré fresquito dentro de la sala 4- Que la detengan...bis bis, no!!! que me devuelvan el dinero o que me claven varias estacas!!!. Metemos en una coctelera la saga completa de Harry Potter y Eclipse, incluimos vampiros sin brillantina, algunos de los cuales puede tomar el sol y comer hamburguesa, vampiros buenos, malos, buenos que luego son malos; en fin, agitamos sin complicarnos la coctelera y nos sale algo tan "descafeinado" y soso como este largo (se hace pesada tanta monotonía y falta de ritmo), aburrido, insulso film y sin nada bueno que destacar, por decir algo positivo: Se agradece que no hayan abusado de efectos especiales.

Y solamente así pueden conocer cosas tan relevantes para su vida como un iPhone, ver su estado en Facebook o publicar un hashtag fuera de las malditas paredes de la muralla que rodea la escuela en la que están recluidas contra su voluntad (¿?). Quizás fuera de ellas todo es tan sencillo como ir a tomar un helado o subirse a una noria.

Y decimos esto porque nuestras protagonistas, que no heroínas, viven una vida normal durante meses y meses sin sufrir ni siquiera un ataque de los supuestamente malvados Strigoi de los que todos hablan al volver a la escuela. Bueno, luego sí a aparece alguno, pero no son tan fieros como los pintan. Volviendo a la historia, las dos chicas que estaban de parranda vuelven a la fuerza y allí encontrarán muchos más peligros de los que han sorteado fuera, que por algo no querían volver, y entre temas puramente adolescentes y traiciones varias va pasando su (corto) metraje para respiro de los más impacientes.

Pero nuestras protagonistas son muy especiales y una de ellas, la que no es princesa, es capaz de ver lo que está viviendo la otra a través de incómodos trances que llegan al principio sin avisar, pero que a los veinte minutos son fácilmente programables. De esta manera puede la guardiana saber dónde está su protegida en todo momento, algo muy importante para la trama. Sin duda les habrá ayudado mucho en la vida real.

Esta mezcla entre magia y vampiros no se decanta por ninguna de sus vertientes y termina por ser una película bastante vacía que no ahonda en los problemas adolescentes aunque fuese desde el punto de vista de una chica que se siente sola a pesar de estar rodeada de gente y que no encaja en el grupo con el que le ha tocado vivir. Algo quizás demasiado profundo para un producto que aspira a ser franquicia y lograr hacer varios títulos al frescor del aire acondicionado de las salas cada verano.

Traiciones, amores y dilemas adolescentes y una trama tan sencilla como el mecanismo de un chupete en la que todo se ve a kilómetros de distancia para una película con poca personalidad en la que todo se basa en unir elementos de franquicias que han tenido éxito en vez de buscar su propio camino.

Tras ver “Vampire Academy”, una insidiosa pregunta satura mi cerebro. ¿Por qué cayó esto en mis manos?… La cinta de Mark Waters es de esos productos que valen más cuando te quedas con la duda eterna de saber que serán, que cuando compruebas lo que son.
He presenciado entre incrédulo y perplejo el festival de nadería teen que es “Vampire Academy”. Un subproducto que, más que una película, parece el absurdo episodio piloto estirado de una infame serie que, no solo nunca hubiera recibido luz verde, sino que nunca siquiera hubiera salido del cajón. Algo así como lo que sucedió con aquel misterioso primer piloto que se hizo de “Juego de tronos”. De tan malo que debía ser, no solo se ocultó, sino que directamente se grabó otro.
En “Vampire Academy” presenciamos el retorno de dos de sus alumnas a una escuela para vampiros de la que se habían fugado un año antes. Todo lo acontecido durante el periodo fuera de la elitista academia, no lo presenciamos; pero visto lo que sucede tras su retorno, creo que era más estimulante el antes que el después. Los hermanos Waters meten al espectador a la fuerza y sin vaselina en un perezoso universo vampírico salido de la pluma de Richelle Mead y con aroma constante a déjà vu. Lo que desemboca en que veas su absurda sucesión de escenas con desconcierto. Quien se haya leído los libros, quizás agarre algo, pero el resto lo único que agarraremos sera la zapatilla para lanzarla con fuerza a la televisión y apagarla.
La completa ausencia de trama en “Vampire Academy” tampoco ayuda. Yo en realidad hasta bien entrado el clímax final no supe porque sucedía lo que sucedía. Dos tercios largos de metraje son: amoríos de instituto, enemistades de instituto, personajes repelentes de instituto, alguna leve referencia al lenguaje vampírico para no desmerecer al titulo, más amoríos de instituto, más enemistades de instituto, el típico baile de fin de curso, más personajes odiosos de instituto… Y así hora y media insufrible. Por no saber, la película no sabe ni reírse de “Crepúsculo” (Catherine Hardwicke, 2008), film que sobrevuela el ambiente en un momento dado del film y que, al lado de este, hasta parece bueno.
Podría lapidar “Vampire Academy” por no aprovechar mínimamente su elemento fantástico, pero a estas alturas ya todo me da igual. ¿Qué hacia Claire Foy en este subproducto?… Bueno, pagar facturas supongo. De Olga Kurylenko no diré nada porque en realidad nunca mereció llegar más lejos de este tipo de obras. Y el resto del reparto son insustanciales adolescentes que, tras esta película, volvieron al sector servicios del que nunca debieron haber salido.
En fin, “Vampire Academy” acaba con una escena en plan cliffhanger a una posible secuela. Venga, que oiga yo esas risas sarcásticas. El simple hecho de pretender hacer una secuela de esta cinta confirma a los encargados del film como zafios terroristas cinematográficos.

Está entretenida y la historia podría dar para mucho, pero tiene un algo que hace que no termine de llegarte, que creo que tiene que ver con el ritmo y el montaje, hay escenas que van tan a trompicones, que frenan el ¨feeling¨ que podría dar la película.

Como dicen por aquí, parece totalmente una mezcla de Harry Potter y Crepúsculo. Tiene cosas bastante guays y otras que resultan sosas (los vampiros tienen poderes elementales, pero prácticamente no los usan...), tiene momentos currados y otros en los que parece un telefilm, pero en general se deja ver bastante bien.

Evidentemente no es una obra maestra. Sin embargo es una película entretenida, llena de acción y con algunos momentos muy divertidos. No entiendo por qué hay quien la compara con la saga Crepúsculo. El único punto en común es que las protagonistas de la novela son dos adolescentes, aunque resulta evidente que las actrices no lo son.

Existe química entre Zoey Dutch (la guardiana) y Lucy Fry (la princesa). Al menos la suficiente para que las escenas que comparten resulten creíbles y, en ocasiones, divertidas; dentro de lo increíble que es la historia en general.

Gabriel Byrne resulta un malo créible, aunque su actuación es tan istriónica y mediocre como casi siempre. ¡Qué lejos quedan interpretaciones sensiblemente mejores como las de "Hanna K." (Costa Gavras, 1983), "Cristóbal Colón" (Alberto Lattuada, 1985) o "Sospechosos habituales" (Bryan Singer, 1995)!

En definitiva, es un entretenimiento fácilmente visionable y fácilmente olvidable. Cine de palomitas para pasar algo más de 100 minutos entretenidos en cualquier tarde de sábado en que no se tenga un plan mejor.