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Sinuhé, el egipcio

Drama Estando Egipto bajo el gobierno de los faraones de la XVIII dinastía, Sinuhé, un pobre huérfano, se convierte en un brillante médico que dedica su vida a ayudar a los pobres. Él y su fornido amigo Horemheb no sólo son testigos de un ataque epiléptico del nuevo faraón, sino que lo salvan de las garras de un león. Cuando el faraón se recupera, les agradece su gesto introduciéndolos en la Corte. (FILMAFFINITY)
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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
23 de diciembre de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esperaba una de esas superproducciones elefantinas tipo Cleopatra o Quo Vadis y si, lo es en sus formas escénicas: cinemascope, música, grandilocuentes discursos épicos...
Pero su fondo, su mensaje, me pareció actual y aplicable a los tiempos que vivimos.
¿Acaso no es la ambición del hijo del quesero parecida a la de estos políticos actuales, que alimentan el odio, mienten y roban y asesinan para poder llegar a las faraonicas cumbres del poder?
A ese faraón decadente que elige diálogo frente a batalla, lo presentan como loco, débil. Lo dice su propia madre! :"engendré hijo e hija y los dioses se equivocaron pues ella es fuerte y guerrera y el sensible y pacificador".
Ese relato da para un debate con perspectiva de género:
lo que se espera de un hombre y de una mujer. O también en cómo se opone de forma maniquea a las dos féminas secundarias la "mala" malísima Nefer y la buena y sacrificada mujer Mary,... en fin que no caeré en mirar el pasado con los ojos del presente
pero da para reflexionar como estos argumentos son de un eterno que aterra.
Me fascina el discurso final, ante el nuevo y traidor faraón, hombre bueno, hombre malo. Cada uno con su argumentario.
Y es que, 33 siglos antes del nacimiento de Jesús, como indican los creditos finales, o 23 de diciembre del 2021, hoy, siempre es el mismo cuento chino.
El bien y el mal. La Fe o la Desesperanza. Dios o el hombre.
La ruina de la humanidad. El ocaso de un mundo sin dioses a los que aferrarse.
Sinuhé (me) representa.
Prefiero el destierro en soledad, la libertad de no creer absolutamente en nada y, a pesar de ello o quizá por ello , nunca deje de preguntar "¿por qué?"

Apunte final: el médico Sinuhé también tiene largas colas de espera :)
Lisístrata
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16 de junio de 2020
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es muy fácil meterse con Mature, uno de esos actores que parece que sufre interpretando. No es muy original decir que se le considera uno de los peores actores de la historia del planeta porque es algo que se ha dicho en muchos lados. Mi opinión es que el tío se esforzaba tanto que era imposible hacerlo bien, le sobra artificiosidad y le falta talento. Opinar sobre Mature no es lo más grave, aquí en esta película no es lo peor: Edmund Purdom. ¿He dicho Edmund Purdom?; ¿Edmund qué?; pues eso, el que haya visto "Sinhué el egipcio" ahí lo tiene, y en el resto de su extensa filmografía también lo verá, pero no creo que lo haga peor que aquí. Ustinov por ejemplo, apenas sale un rato en comparación y sí es excepcional...

No sé cuál es el problema exacto de esta película pero el caso es que no funciona, no por los decorados de cartón piedra, que molan muchísimo, tal vez sea la indefinición del protagonista, que empieza como una roca con las cosas bien claras, luego cae en un valle lamentable de pagafantas con la cachonda Nefer y acaba siendo poco menos que un mesías. Y por en medio el culebrón típico de niño abandonado y sorpresas que no sorprenden. Ah claro, y los egipcios bien blanquitos, sólo eran negros los esclavos. Venga va, ¿de quién es la culpa?; pues del director de "Casablanca", que para eso es el que firmó. Unos con ganas de darlo todo (Mature, ese suplente de faraón) y otro trabajando con pereza (el director): así no podían salir bien las cosas.
Luisito
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21 de enero de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La medicina y la literatura han hecho siempre muy buenas migas, mejores que la medicina y el cine.
Ahí está para demostrarlo la novela de Mika Waltari que en su adaptación cinematográfica no es capaz de levantar mucho el vuelo lastrada por la densidad del texto y la por la necesidad de recrear la magnificencia de la corte faraónica.
Y sin embargo tiene su belleza decadente la grandiosidad del antiguo Egipto. También su aire de misterio y de intriga que no hemos sabido todavía desentrañar. Y es que "Todo el que ha bebido agua del Nilo ya no sacia su sed en otra parte".
Ya lo dice en su reflexión el saqueador de tumbas, "Veinte años para construir una pirámide o diez minutos para cavar una fosa". Al final, la tierra acaba conquistando todo, inmortalidad incluida, solo ella es capaz de triunfar sobre la muerte. Magnifica escena en medio del desierto con la ciudad de los Muertos al fondo.
Algo así pasa también con la cinta. Los palacios, las ricas vestimentas, el oro y las piedras preciosas, el oropel de los años de esplendor hollywootiano quedan hoy reducidos a cenizas. Sí, pero qué cenizas comparadas con la mugre cursi de las series televisivas actuales. Vale más un paseo en el carro de Horenheb (Mature) en medio de los leones que los seriales de pago que tan de moda están ahora.
A dónde va a parar la presencia de Víctor, de acuerdo, tieso y envarado pero también imponente, con los galanes de noche actuales. Lo mismo cabe decir de Simmons o de Darvi en los papeles de la bondadosa Merit y de la malvada Nefer, como de Ustinov como el genial Kaptar. Sobresalientes todos.
La realización para nosotros falla al quedar sepultada por lo gigantesco del proyecto. A pesar de su largura los personajes no terminan de cuajar, desde luego quedan muy lejos de la riqueza de matices que ofrecen en la novela.
Sobra para nosotros toda la carga filosófica y moralizante del discurso que se hace pesada y enlentece el ritmo. Una especie de sermón pueril que aburre, "Un hombre bueno es mejor que un hombre malo, la justicia mejor que la injusticia ..."
Correcta la ambientación médica que abordamos in extenso en spoiler.
En resumen una gran película histórica donde lo literario se impone a lo cinematográfico. Desmesurada, pero también bella en su desmesura. Imprescindible para conocer la época dorada de Hollywood.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lafuente Estefanía
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20 de septiembre de 2010
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que tenía asociada a la época de vacaciones de Semana Santa y que, vista de nuevo, comprendo que no tiene nada que ver con el cristianismo, aunque hay ciertos monólogos de Akenathon y algunas actitudes de los creyentes y de los represores que la acercan bastante al exterminio de cristianos en mmanaos de los romanos.

No he leído la novela y no tengo ni idea de egiptología -aunque sí conozco a Akenathon y su bella esposa Nefertiti-, pero creo que la historia está bien contada y los detalles de la vida cotidiana están bien contados. Sobra tanto escenario de cartón-piedra y los modelitos recuerdan más a la moda de la década de los 50 que a la indumentaria egipcia. Pero eso forma parte de la época en que se filmó.

Como siempre, me gusta Ustinov y detesto a Mature, que parece estar eternamente enfadado con el mundo.
luguca
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23 de diciembre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace muchísimos años, en los 70 del siglo XX, leí la novela que da título a la película. La distancia en el tiempo me impide recordar con exactitud si aspectos claves de la historia que escribió Mika Waltari fueron alterados o manipulados por el director Michael Curtiz. Lo digo porque creo rememorar que el joven médico Sinuhé era algo pardillo en lo de las relaciones sociales, pero no tan conspicuo gilipollas como aparece en la película. Me refiero a esa parte crucial en la que sufre el ruinoso encoñamiento con Nefernefer.

Detengámonos un poco en esta cuestión. Ella es una prostituta -de lujo pero puta-, y como tal a cambio de riquezas hace sus trabajitos. Ahora bien, resulta tan extremadamente inverosímil que el tonto Sinuhé le entregue primero el pesado collar de oro que le regaló el faraón y siga después donándole sus propiedades inmobiliarias, material quirúrgico y hasta el sepulcro adonde irán los cadáveres de sus padres, ¡y todo eso sin tan siquiera un mínimo toqueteo de lo que está comprando! Es tan absurdo el desarrollo de esta parte de la historia, tal como lo expone Curtiz, que me hace suponer que en la novela tuvo que existir algún intercambio de fluidos entre el médico y la meretriz, pero que el director de la película lo obvió por cuestiones puritanas del tiempo en que se rodó. Pero tampoco descarto que Mika Waltari cayera en la misma exageración sobre la estupidez del joven galeno y en su momento se sobrevalorara la credibilidad del autor finlandés al enjuiciar su obra.

En mi criterio, otro punto clave es el golpe de Estado contra el buenismo tontísimo o "power flowers" del ingenuo Akenatón, el gobernante que, ante una amenaza tangible como la de los hititas, creía que escribiéndole a éstos cartas llenas de amor universal y otras zarandajas podía evitar el desastre. Una auténtica anacronía de la época, pero que resulta bien traída y aleccionadora en el siglo XXI, cuando Europa y todo lo que consideramos Occidente se ven amenazados por los nuevos bárbaros que pretenden imponernos su fundamentalismo y dictadura religiosa medieval. Sin embargo, aun siendo evidente esa amenaza, los del "flower powers" actuales prefieren continuar con los ojos cerrados.
Strénliko
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