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Heredarás el viento

Drama En una pequeña ciudad del estado de Tennessee se juzga a un profesor por enseñar a sus alumnos la teoría de la evolución de las especies. El darwinismo se enfrenta a una burda y fundamentalista teoría del creacionismo en una explosiva batalla judicial entre el abogado defensor Henry Drummond (Tracy) y el líder ultraconservador Matthew Harrison Brady (March). Basada en hechos reales. (FILMAFFINITY)
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Críticas 55
Críticas ordenadas por utilidad
17 de enero de 2008
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando me contaron de qué iba esta película, me sorprendió que en los 60 se hubiese rodado algo así sin que el cielo se desplomase sobre los estudios, pero me equivoqué al esperar una disputa entre creacionistas y evolucionistas. En realidad, la narración nunca llega a meterse en ese jardín: se queda en el paso previo, es decir, en la simple posibilidad de entablar un debate al respecto. Es un juicio sobre la libertad de pensamiento o de expresión, y bueno, casi me alivió descubrirlo, porque implica que los juicios actuales en EEUU sobre este tema sí constituyen un avance. Al menos ahora no se discute si se puede contradecir la interpretación literal de las sagradas escrituras.

En fin, que aparte de una buena interpretación del dúo protagonista, y de la curiosidad de ver a Gene Kelly en un papel dramático, lo que más impacta es el retrato de la sociedad rural de la américa profunda; un retrato que puede parecer caricaturesco para algunos, pero que refleja ciertos sectores extremistas que, por minoritarios, no dejan de ser desgraciadamente reales.

Gran dirección de Kramer.
Por cierto, es curioso cómo algunos planos e interpretaciones que hoy día no se podrían tolerar por "burdos" se aceptan y perdonan en películas más antiguas. Y digo que es curioso porque lo cierto es que siguen funcionando.
Vaklav
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21 de agosto de 2010
13 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando uno ha visto 2 ó 3 películas de juicios ya sabe que habrá un momento sorpresa en el que abogado o fiscal llamarán a declarar a un personaje inesperado, señalando a brazo entero con solemnidad y vocalizando con la barbilla un poco alzada en un picado primer plano (qué boca la de Spencer, qué vertedero, Dios mío, Razzie de maquillaje!!) El público de la sala dirá "ohhh" y murmurará, y el público del cine no dirá nada, porque es el momento que todo el mundo espera y al cual se le presta la máxima atención.

Hemos visto subir al estrado a todo tipo de personajes inesperados, hagan memoria, pero que yo recuerde no se ha repetido la sorpresa de ésta:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sines Crúpulos
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1 de febrero de 2010
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
020/20(17/01/10) Buen drama judicial dirigido por Stanley Kramer, un tipo al que le gustaba tratar en sus films temas trascendentales, como botones de muestra “Vencedores y vencidos”, sobre los juicios de Núremberg, el apocalíptico ‘La hora final’ o el drama racial ‘Adivina quién viene esta noche ‘. ’ Herencia del viento’ está basado en una novela de Jerome Lawrence, ‘Inherit the wind’, basado a su vez en un hecho real acaecido en Tennesse en 1.925. Kramer dota a sus obras de una puesta en escena primorosa, esta no es una excepción, con unos maravillosos primeros planos que hacen sacar lo mejor de los actores.

El relato gira en torno a la eterna lucha entre fe y ciencia, en este caso se juzga a un profesor, Bertrand T. Cates (un correcto Dick York) por impartir en su clase, en un pueblo de Nebraska, la teoría de la evolución de Darwin, en contra de la ley del estado, que solo admite la teoría creacionista que dicta la Biblia. Esto provoca que se le lleve a juicio, provocando en la localidad un estallido popular de gentes a favor y otros en contra, el profesor Cates encuentra la ayuda de un periódico de Chicago que mediante la ayuda del periodista E. K. Hornbeck (un excelente Gene Kelly) contratan al prestigioso y agnóstico abogado Henry Drummond (un soberbio Spencer Tracy), que a su vez tendrá como oponente por la fiscalía a Matthew Harrison Brady (un soberbio Fredric March), afamado estudioso de las santas escrituras y varias veces candidato a la presidencia estadounidense.

Es este un film donde se establecen dos encarnizados duelos, uno entre la fe y la ciencia, el otro entre Tracy y March, en este último el vencedor es el espectador que disfruta de dos colosos de la interpretación, dos dinosaurios que se zafan en una colosal lucha en la que su carisma se desparrama por la pantalla, imprimiendo a sus personajes del peso suficiente para no caer en la parodia de la situación. Destacable resulta también el brillante trabajo de Gene Kelly, con una aparición espectacular a modo de serpiente en el Edén comiéndose una manzana, consiguiendo ser el tipo más coherente de la historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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3 de octubre de 2011
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película está basada en el famoso juicio de Scopes. Está bien dirigida, bien interpretada y muy bien escrita. Plagada de diálogos brillantes incurre, sin embargo, en un maniqueísmo insoportable, solo comprensible en el contexto posmacartista en el que se inscribe la obra. Mi desagrado se acrecienta cuando considero con atención el personaje de Brady, que en realidad representa a W. J. Bryant. Este hombre, que tan vehementemente se opuso al darwinismo, no era un conservador, sino un reformista. Orador locuaz y extraordinariamente hábil, este miembro del partido demócrata había dimitido como Secretario de Estado de Wilson debido a sus ideas pacifistas. Defendió el sufragio femenino y un impuesto sobre la renta, entre otras causas reformistas. Si se opuso al darwinismo fue porque lo identificó con el darwinismo social, así como con la interpretación que de la teoría de Darwin habían hecho los alemanes para justificar su militarismo. Luego, asistimos, una vez más, a un tipo de dramatización falaz de la relación entre la ciencia y la religión, en la que somos víctimas de la tergiversación deliberada de hechos históricos en favor de ciertos prejuicios. Y digo una vez más porque tales simplificaciones dicotómicas no son infrecuentes. Estoy pensando, por ejemplo, en “Ágora” de Amenábar. Sin embargo, resultan particularmente tristes cuando toman la forma de una bella ficción, tal y como es el caso que tratamos aquí.
ROMO
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11 de septiembre de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay dos temas principales en esta película. ¿La Evolución y la religión? Bueno, evidentemente se puede ver así. Pero yo veo otros: la Razón y el Honor. Aunque se abandone el Creacionismo, o se reinterprete religiosamente la Teoría de Darwin, esta película seguirá siendo fresca. Mientras haya gente cerril o fanática, será el reducto de los que nos cansemos de repetir argumentos que se estrellen contra sus muros de necedad. Mientras haya gente que piense que te puede callar con golosinas, será el mantra que te recuerde lo que te debes a ti mismo.

Spencer Tracy está brillante (incluso en la versión latina, que fue la primera que vi, y que me impactó profundamente) en su papel de abogado defensor. La energía que transmite, la promesa de que no desfallecerá en su empeño de hacer que la razón prevalezca, la miríada de argumentos que plantea, jugando en terreno propio (con los expertos que convoca) y ajeno (¡Oh! No hay palabras para describir la excitación que me produce su sagaz repaso de la Biblia en su favor), su poder de palabra...

Es también de interés la relación que mantiene con el fiscal, de amistad y (completa) oposición en las opiniones. Tengo 24 años y ya tengo ese tipo de relación con más de una persona; me imagino, lector, que te ocurrirá parecido, por lo que creo que te impactará cómo ambos personajes se abrazan a lo que consideran cierto y lo defienden (con la palabra, que es como hay que hacerlo) aunque suponga un enfrentamiento entre amigos. No es traición, la traición sería no defender la verdad. Sin embargo, no me puedo poner de parte de nadie más que de Tracy. Todo está en su contra continuamente. Pero tiene razón. Y lo demuestra, a mis ojos.

Y cuando el tribunal dicta sentencia... ¡Sublime! La reacción de la Defensa es El Honor. Ahí lo tenéis definido, sólo habéis de verla. Llamadme romántico, llamadme loco, llamadme tonto optimista. Me da igual. Cuando hayáis acabado de reíros de mí, me veré La herencia del viento.

Y tal vez la veáis, y me entendáis.
Crochets
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