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Alma de valiente

Bélico Un joven que participa en la Guerra Civil Norteamericana (1861-1865) acaba descubriendo que la vida de soldado encierra más horror que diversión. A pesar de todo, gracias a la guerra, dejará de ser un chico asustadizo y se convertirá en un hombre valeroso y entregado en el campo de batalla. (FILMAFFINITY)
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
7 de junio de 2008
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para empezar, no es ésta una pelicula fastuosa. El realismo que le reclamo a las películas del género bélico de estos tiempos no se lo pido a "Medalla roja..." Quiero el libro para ver qué tanto disona la película de él.
Por cierto que los combates con su simpleza y todo llegan a conmovernos gracias a una suerte de conmiseración solidaria; si así puede llamársele al sentimiento de perdonavidas que nos embarga a los cinéfilos al observar a los heridos y ver las cargas de caballeria y de las infanterias en los filmes de mediados del siglo XX para abajo.
Por otro lado, aprecio el género bélico sea donde sea que se dé excepto las que viniesen protagonizadas por Jackie Chan y compañía. Si hubieran.
Ronald
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15 de febrero de 2021
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En las cartillas que reflejaban nuestro paso por el Servicio Militar, "la Blanca", al ocuparse del posible valor del soldado se estampaba la lacónica respuesta con que titulamos la reseña: "Se le supone". Y gracias que no había oportunidad de comprobarlo ...
Basada en una popularísima novela de Stephen Crane ambientada en la guerra civil americana, "Medalla roja al valor" analiza el fenómeno del valor, la cobardía, el compañerismo, la angustia, la obediencia, la generosidad así como otros muchos sentimientos y sensaciones que desencadenan en el frente de batalla cuando, nuestra supervivencia depende de abatir a otro ser humano exactamente igual a nosotros.
Como si se tratara de un camino a recorrer por etapas, vamos viendo los cambios anímicos que experimenta un grupo de jóvenes soldados de la Unión en la guerra civil, desde la bravuconería inicial cuando están aburridos lejos del fuego enemigo, a las crisis que se plantean cuando apenas estás separado del enemigo por un centenar de metros y ven, angustiados, que se abalanzan sobre ellos con la bayoneta calada.
El silencioso aislamiento para rumiar lo que el destino les va a deparar en la batalla decisiva del día siguiente. También el temor a no estar a la altura de las circunstancias y emprender la vergonzante huida, casi tan temida como la propia muerte. Ninguno está seguro de cuál va a ser su respuesta en los instantes decisivos. "Si los demás aguantan, yo como el que más", comenta cachazudo el pundonoroso gigantón Jim Conclin (Dierkes) a sus jóvenes amigos Henry Fleming (Murphy) y Tom Wilson (Mauldin).
Gran película con un argumento muy bien desarrollado en el guion y en la realización, combinando con acierto los planos amplios del campo de batalla y de los movimientos de las tropas, con otros mucho más intimistas que permiten apreciar la angustia que padecen estos jóvenes en el sudor frío que perla sus frentes, la saliva que tragan con dificultad, la sequedad de los labios ... Primeros planos o planos muy cortos, porque la excelente interpretación de los protagonistas (de lo mejor que hemos visto de Murphy), basta para transmitir la lucha interior que se está produciendo en cada uno. La cara como reflejo del alma, no hace falta más.
Reflexiones tomadas sin duda de la novela, pues al final "Dejar las cosas en las manos de Dios y cumplir con el deber. Así, si te matan, es cosa suya". Cosa de Dios o cosa del destino, "Morir no es para tanto", frase que recuerda el célebre poema de Martín Descalzo: "Morir solo es morir, / morir también se acaba".
Veremos asimismo la delgada línea que separa la cobardía del heroísmo, a veces sobrepasada gracias al coñac "asaltaparapetos", del que para nada se habla y que tanta importancia tiene en las acciones valerosas. Es el bautismo de fuego de unos jóvenes que van a madurar a toda velocidad, "Solo han pasado dos días. -Para mí, años". Jóvenes que tienen enfrente otros exactamente igual que ellos, como se aprecia en el impresionante diálogo entre los dos centinelas que se invitan mutuamente a ocultarse en la noche para no tener que dispararse entre sí.
Una magnífica obra que incluimos entre las mejores del cine bélico.
Lafuente Estefanía
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14 de diciembre de 2014
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Red Badge of Courage (Medalla roja al valor, 1951) se trata de una adaptación cinematográfica de la novela de título homónimo que Stephen Crane escribió a finales del siglo XIX (se publicó en 1895). La dirigió John Huston, quien ese mismo año estrenaría también The African Queen (La Reina de África, 1951). Sin embargo, John Huston no recibió ni críticamente ni comercialmente de igual manera los dos filmes.

Y es que Medalla Roja al Valor no tuvo un estreno masivo, y su recepción crítica no fue demasiado entusiasta. Puede que esto se debiera a que se trata de un filme bastante ácido contra el militarismo, que no embellece para nada la crueldad de la guerra. Además, la película parece una Rara Avis dentro de las películas bélicas, pues tiene una estructura bastante curiosa, y no se puede decir que tenga unos objetivos comunes con otras películas del género. Por si esto fuera poco, Huston sufrió presiones de la productora, la MGM, para que modificara el montaje de la película.

La novela, y por ende la película, se ambienta en la guerra civil americana (1861-8165). La película nos cuenta la historia de un joven, interpretado por Audie Murphy, que se alista como voluntario al ejército de la unión. Crane no desarrolló la historia de la guerra ni cómo evoluciona esta, sino que se interesó por los soldados rasos. De hecho la película puede verse claramente como una especie de oda al ejército de a pie, al soldado común (ya sea de un bando o de otro).

John Huston utiliza la voz en off (recurso original de la novela) para describir los pensamientos del protagonista. El núcleo central del filme se compone de las dudas de nuestro protagonista en torno al hecho de afrontar la guerra. Porque él ve al resto de sus compañeros y teme no cumplir en la guerra como ellos. De hecho, la película desarrolla esta dicotomía entre el resto del pelotón y nuestro personaje, que se siente en gran parte excluido. Los sentimientos a flor de piel, Huston lleva a la gran pantalla el universo desbocado de Jonathan Crane, el del orden y el caos de la batalla, el miedo a la muerte, el concepto de cobardía y el de honor (este último aparece en la película de manera tradicional, y hay que decir que en este sentido el filme sigue la línea oficialista de la que tanto se ha servido el gobierno de los Estados Unidos con el cine como medio propagandístico).

Es cierto que Huston también realiza una crítica al conflicto bélico, aunque queda bastante enmarañado en medio de todo lo comentado anteriormente. Cuando más evidente se hace este mensaje es cuando nuestro protagonista escucha escondido los mensajes de sus generales, que tratan a su sección como unos peones que pueden ser sacrificados. El general del filme, interpretado por Tim Durant, es representado como un hombre sin escrúpulos, que no tiene reparos en enviar hombres a la muerte, aunque luego públicamente les felicite y encoraje. Sin embargo no podemos decir que este retrato sea estrictamente antibelicista, sino que simplemente se dirige hacía estos sectores específicos.

El realismo que representa la película es simplemente apabullante. Medalla roja al Valor es una de las películas más veraces en el sentido de representar los prolegómenos y la visión personal del soldado ante el conflicto bélico. Porque el cine, que generalmente ha romantizado la guerra, se encuentra con esta película, que baja el conflicto del pedestal heroico para situarlo en el mismo barro donde batallan los soldados. Amén de la ya comentada faceta psicológica, la película describe la realidad de la guerra en multitud de detalles (desde la visión fragmentada de los soldados, que no entienden porque se mueven de un lugar a otro, pasando por la manera como es representada la poca batalla, donde no hay tiempo para héroes y todo se convierte en una confusión surrealista).

La música, que emplea por una parte canciones populares del conflicto (El Himno de la batalla de la república o la tonadilla de When Jhonny Comes Marching Home) y por otra la que compone expresamente para la película Bronislau Kaper, que elabora una banda sonora perfecta. La música es utilizada por el director de manera diversas, una para el propio discurso bélico y podríamos decir que también diegético (son las canciones que tocan los propios soldados y que sirven tanto para fines militares como para envalentonar a las tropas) mientras que también el ruido cobra un papel crucial en el filme, para describir la propia guerra y la confusión que genera (ruido de explosiones, tiros, gritos, que se unen en una algarabía demoledora).

Seguramente una de las mejores escenas del film tiene lugar cuando la batalla ya ha terminado, y por primera vez en la película se humaniza el rostro del enemigo, que sólo había aparecido en el filme como una masa anónima y bárbara. Los Soldados de la unión establecen conversaciones con los soldados prisioneros de la confederación, y entre todos fluye una camaradería especial.

http://neokunst.wordpress.com/2014/12/14/medalla-roja-al-valor-1951/
Kyrios
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