Alma de valiente

Cuando preguntaron en cierta ocasión a Hemingway qué dijera el nombre de un escritor que le había marcado extraordinariamente, este no lo dudó ni un segundo y señaló a Stephen Crane.

A pesar de dejarnos con tan sólo 28 años, Stephen Crane se encuentra por derecho propio entre los mejores escritores norteamericanos de la segunda mitad del siglo XX. Su producción literaria aun siendo exigua, posee una fuerza y belleza sin parangón. Aunque “El Hotel Azul” es a mi juicio su mejor obra, a la que debe su popularidad es a “La medalla roja al valor”, una novela corta de menos de 200 páginas, donde nos encontraremos uno de los mejores retratos que jamás se han hecho sobre la Guerra Civil Americana.

Su adaptación cinematográfica vino de la mano de John Huston, el director más cercano a Hemingway, por lo que era perfecto para cumplir la misión.

La película tiene mucho del libro, tanto que directamente todos los diálogos y la voz en off están tomados de la novela. El balance final no puede ser otro que una buena película de John Huston, pero es cierto que no está entre sus inmortales, quizá le faltó poner más carne en el asador.

Falta algo de crítica, que la hay, pero no lo bastante para acercarse a la novela. Y sobre todo el tono, mientras el libro es crudo pero poético, la película es mucho más realista pero solemne. Además con Huston siempre pasa una cosa y es que sus obras tienen un aire mesiánico, teológico, místico, que está muy bien, pero que no siempre está en consonancia con el material narrativo de partida. Y eso es sobre todo por la forma de rodar que tiene, que parece una película bíblica –como en “Moby Dick”- haciendo un uso excesivo de los picados y resaltando a los personajes. Cuando precisamente la novela de Crane lo que pretende es diluir al individuo entre la masa de la guerra, demostrando que esas pequeñas historias, tanto de cobardía o de heroísmo no le importan a nadie.

De todas formas estamos ante una película –casi un mediometraje- que debe estar en la videoteca cualquier cinéfilo, porque rezuma literatura de la buena por los cuatro costados. Ya no hablemos de la novela...

En algún sitio he leído que los productores destrozaron la película de Huston. Imagino que así fue, porque "The red badge of courage" se ve en la actualidad como una película original y valiente pero también lenta y aburrida. Nunca la originalidad o lo diferente son sinónimos de calidad o, refiriéndonos al cine, sinónimos de entretenimiento. Son evidentes los aciertos de la cinta: temática, excelente interpretación de Audie Murphy, cámara pegada a los actores, notable uso del primer plano y del plano medio. Más todo ello, no la librará de dejar en el espectador cierto tufillo a pretenciosidad, a filosofía de andar por casa e incluso a timo cinematográfico. Aun con todo, lo peor, como siempre, es que la película aburre. Y eso que sólo dura una hora.

The Red Badge of Courage (Medalla roja al valor) es el título maldito por excelencia en la extensa filmografía de John Huston.

Basada en la famosa novela de Stephen Crane (muy apreciada por Hemingway y Scott Fitzgerald), escrita a los 22 años, cuenta la historia de Henry Fleming (Audie Murphy), un joven idealista que se alista en el ejército del Norte durante la Guerra de Secesión norteamericana, soñando con la aventura, y que descubre el miedo en el interior de sí mismo.
La novela de Crane ya constituía un fuerte alegato antibelicista y destapaba con ironía y contundencia la irracionalidad y el caos producidos por la guerra, y Huston elaboró el guión intentando ser fiel a la historia. Sin embargo, en el montaje final, el productor de la Metro Louis B. Mayer redujo su duración aduciendo que la historia no era lo suficientemente espectacular. Huston renegó del film y rompió su contrato con la Metro. Sobre las vicisitudes del rodaje y los cortes que se efectuaron Lillian Hellman escribió todo un libro.

Pese a todo, se trata de uno de esos raros films en los que su intensidad y su fuerza expresiva, su amarga emoción y su denso discurrir acaban imponiéndose al espectador a pesar de las mutilaciones sufridas y de su alterado montaje.

Casi todo el relato está centrado en la descripción física de una batalla. Su principal acierto se halla en hacer compatibles la objetividad narrativa con la introspección subjetiva a través de la voz en off del protagonista. El carácter individualista de Huston le aproxima con intensidad a una concepción en la que la guerra ha dejado de contemplarse como pretexto para el efectismo dramático y es descrita con total despreocupación estética; en la que valientes y cobardes apenas se distinguen entre si; en la que una batalla representa sobre todo, la anulación de la individualidad y en la que la figura del héroe ha pasado de enaltecedor ejemplo patriótico a pobre hombre, víctima de intereses ajenos a los suyos.

No es una mala película, tampoco es una excelente. Es una más de las que se deja ver y pasas un buen rato. Su principal problema es de donde viene: de la novela "El emblema rojo al valor" de Crane, una novela excelente y durísima en lo que cuenta con una atmósfera y actitud compleja de plasmar visualmente (las comparaciones son odiosas). Supongo que también habrá envejecido algo mal, 60 años en el cine son muchos años, se nota en los convencionalismos típicos del momento.

La película no consigue trasladar el sentimiento del libro a la pantalla, lo roza un poco en ocasiones, pero no logro sentir ni de cerca lo que sentí leyendo. Entiendo lo que pasa, lo cuenta bien, pero es eso, casi que me entra por un oído y me sale por el otro. Además de algún detallito patriótico que creo que no le hace bien a la obra original, pero por suerte esto solo ocurre una o dos veces.

Y encima tiene un narrador que bueno, no habla mucho pero estropea un poco el lenguaje de la película.

La historia de un joven que aprende a controlar su miedo durante la Guerra de Secesión norteamericana se diferenció del habitual estilo de la Metro gracias a la dirección de Huston. Audy Murphy, el soldado más condecorado de la II Guerra Mundial, interpretó al protagonista. El conflicto entre la intenciones artísticas y los intereses comerciales a que dio lugar la película fue descrito por Lilian Ross en su libro "Picture".