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Magia a la luz de la luna

Comedia. Romance En la Francia de los años 20, durante la época dorada del jazz, un mago inglés (Colin Firth) está decidido a desenmascarar a una falsa médium (Emma Stone). Esto desencadenará una serie de hechos mágicos que sacudirán la vida de ambos.
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Críticas 148
Críticas ordenadas por utilidad
10 de diciembre de 2014
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acaba de cumplir 79 años, y dice que para él hacer películas se ha convertido ya en una especie de exorcismo, en una forma muy particular de batallar contra el tiempo y de espantar a la muerte. La necesidad que siempre ha tenido Woody Allen de rodar y presentar una película al año se antoja ahora más perentoria que nunca, y en mutua correspondencia, somos muchos los que consideramos que cada nuevo estreno anual del director es por encima de todo un regalo que nos siguen dando el cine y la vida. Y ojalá que podamos disfrutar con estos regalos unos cuantos añitos más.

No sé qué será de nosotros el día que nos falte Woody, y lo peor, como decía el otro, no es que para entonces ya no haya Woody, es que ya no habrá películas de Woody. Quizá entonces echaremos en falta nuestra cita anual con el maestro, y añoraremos pequeñas piezas de cámara como esta que nos llega ahora. Yo siempre digo que las películas de Allen son como el vino, mejoran con los años; tras su estreno reciben un año sí y otro también el calificativo de “obra menor”, pasan a ser irremediablemente una más dentro de su filmografía, no resisten básicamente la comparación con las obras maestras de antaño y los críticos lo tienen fácil a la hora del encasillamiento. No obstante, pasan los años, y le voilá, por arte de magia- ah, la magia- es entonces cuando se revelan como lo que realmente son.

“Magia a la luz de la luna” se presenta en apariencia como una comedia ligera de corte romántico-sentimental que mira de reojo a los grandes clásicos del género. Es sólo la apariencia. Básicamente por el contexto en el que se halla dentro de la filmografía de su autor la obra pasa a dejar un poso de sensaciones muy diferentes en el espectador. El film no resulta ser el clásico cuento de hadas, por el camino la magia se va mezclando con el existencialismo y la fantasía acaba conviviendo con la razón y la ciencia. A la película le sobra palabrería y le falta algo de ritmo, sí. Son los riesgos que uno corre cuando intenta combinar a Preston Sturgess con Nietzsche. Le falta también algo de mordacidad en el dibujo de esa alta y acomodada burguesía que se nos traza esta vez con un encanto más que discreto.

Al final no, no estamos ante la deliciosa comedia romántica que uno podía intuir tras este título. Hubiese sido muy fácil dejarse llevar por los encantos de la Costa Azul para plasmar en pantalla esta historia de farsantes y espíritus burlones, de un mago que no cree en la magia y de su particular cruzada contra el mundo. Allen opta justamente por lo contrario, por el desencanto que no hay que confundir con el pesimismo (pese a su fama siempre ha sido un romántico antes que un pesimista), y eso es lo que termina haciendo tan especial su trabajo.

Al final, es el propio director cuyo espíritu aparece en escena en el cuerpo de un atinadísimo Colin Firth quien decide dar un golpe de timón y mandarnos un mensaje optimista y de esperanza. Vuelve a recurrir a la magia y a la comedia clásica que tantas veces le han salvado. En realidad lo ha estado haciendo desde el principio, pero es en este momento cuando Allen nos pide que sigamos creyendo en la magia y en el amor como lo único que nos puede ayudar a soportar la realidad y es capaz de aportarnos esperanza en un mundo que en realidad ofrece muy pocas esperanzas. Yo, por mi parte pienso hacerle caso, voy a seguir creyendo en la magia y en el amor. Y voy a seguir esperando con la misma ilusión de siempre el estreno de la próxima película de Woody Allen, ese regalo inmenso y maravilloso que nos siguen dando el cine y la vida.
Juan Solo
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12 de diciembre de 2014
17 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡PUEDO HACERLO MEJOR!
¡PUEDO HACERLO MEJOR!
¡PUEDO HACERLO MEJOR!
¡PUEDO HACERLO MEJOR!
Y así hasta 100 veces…

¿Qué sucede cuando pierdes la ilusión en crear algo decente?

Magic in the moonlight.

Por lo visto Woody Allen es un aficionado a la magia y lo deja patente en muchas de sus películas. En la divertida Scoop se hizo un guiño a sí mismo y actuó como mago amateur fracasado. Dicha historia, aunque sencilla, era una comedia-drama que cumplía muy bien la función entretenimiento.

En Magic in the Moonlight el punto central de la trama también es la magia. En la Francia de los años 20, Stanley (Colin Firth) es un prestidigitador arrogante de éxito que está decidido a desenmascarar a la medium Sophie (Emma Stone), acompañado de su inseparable amigo Howard.

Punto.

Volviendo a Woody Allen, es curioso ver cómo un director y guionista de su talla pierde la ilusión y las ganas de crear. Cuando hablo de crear, no me refiero a estrenar una nueva película cada año, sino que me refiero a crear un producto digno, de calidad, que atrape y que el público recuerde por más atributos que los de la rúbrica del director.

Me siento capaz de hacer un listado infinito de aspectos terribles de esta película, así que me recreo:

Malo

- Historia completamente vacía.
- Textos y humor pensados únicamente para quienes disfrutaron del cine de Woody Allen en los 70 y 80.
- La elección de los protagonistas. (No por la calidades interpretativas de los mismos si no por la química inexistente entre ellos).
- El uso abusivo del estilo musical. (Ha llegado un punto que pensaba que había puesto la cinta en bucle).
- El uso descafeinado del punto central de la trama. La magia.

Bueno

- Los coches de época que aparecen en el film son preciosos.


Y cómo pasa siempre, en los portales que se permite votar las películas, este metraje por ser de quién es, estará 100% sobrevalorado con un punto de más, como poco.

Porque ya te digo yo que si esto lo hubiese creado el mismísimo director de Superfumados, otro gallo cantaría.

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Maxcanu
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5 de diciembre de 2014
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realmente me ha resultado encantadora. Posiblemente también esté relacionado con la elección de Colin Firth y fundamentalmente Eileen Atkins y Marcia Gay Harden, un trío espléndido al que se agrega Emma Stone...Y el otro factor es la época elegida... Elegantemente realizada, no es sólo un tema romanticón, allí están también en juego muchos de los temas de Allen.
Seguimos esperando cada año la peli de Woody. A veces no me gustan nada, nada, como aquella de Barcelona, pero incluso en la película más fallida siempre puedes encontrar algo de la chispa del genio, y a pesar de sí mismo, Woody es un intelectual.
Aliciux
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28 de octubre de 2014
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Woody Allen continúa incrementando su prolífica carera y suma así su ya tradicional entrega anual, ahora con una película en clave de comedia romántica ambientada en la Francia de los años 20 e incorporando a dos nuevos protagonistas en su elenco.

Colin Firth es Stanley Crawford, un mago inglés que triunfa alrededor de Europa con un acto donde, usando la personalidad del ilusionista chino Wei Ling Soo, presenta actos asombrosos tales como desaparecer a un elefante real en pleno escenario.

Stanley es visitado por un amigo, mago también, que le convence de ir a la Costa Azul francesa para desenmascarar a una medium estadounidense de nombre Sophie, interpretada por la talentosa Emma Stone, que a través de actos de espiritismo se ha ganado a una aristócrata familia.

Allen presenta ahora un relato ameno y sencillo pero no superfluo ni hueco, a través del personaje que interpreta Firth, Allen presenta algunos planteamientos muy propios de su cine; Stanley enfrenta su escepticismo contra la fe que genera la “magia” que lleva consigo Sophie y sus actos sorprendentes.

La química que se genera entre Emma Stone y el irritante personaje de Colin Firth es otra de las virtudes del filme, Stone es sin duda la actriz con mejor presencia y mayor proyección del Hollywood actual, potenciada por el galardonado compañero y ahora cómplice en nueva aventura de Allen.

Maltratada injustamente por la crítica norteamericana, ‘Magia a la luz de la luna’ es, si, una película menor en la carrera del neoyorquino, lejos del glamour y el peso de, por ejemplo, Blue Jasmine, pero es un comedia romántica efectiva, de un director con capacidad y vitalidad mas que demostrada, y con dos grandes actores que por sí mismos, valen el visionado.
Quique Mex
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28 de noviembre de 2014
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 'Magia a la luz de la luna' (Magic in the moonlight, 2014), de Woody Allen, Stanley (Colin Firth), es un mago que sólo cree en lo tangible, como el científico protagonista de 'Orígenes' (2014), de Mike Cahill. Para él la magia o la ilusión son trucos, juego con las apariencias. No son más que engaños, mentiras. Por eso, acepta la propuesta de su amigo Howard (Simon McBurney) de desmontar la falacia de una supuesta medium, Sophie (Emma Stone). No cree en entidades espirituales o trascendentes, sólo en representaciones y fingimientos. No hay otra vida más allá de la vida, u otras dimensiones, sino otros escenarios. En 'Magia a a la luz de la luna', Allen desmonta la rígida y cuadriculada perspectiva de Stanley, pero no porque se incline hacia el otro posicionamiento. Alienta ante todo la interrogante, constata nuestros límites, y sí afirma que lo fundamental es encontrar la razón con la que abrazar la vida, porque ahí sí se puede encontrar la magia a la luz de la luna. Esa misma perspectiva epicurea proyectaba en la transformación y decisiones del protagonista de 'Medianoche en París' (2011), como cuestionaba, en el otro extremo, en 'Vicky Cristina Barcelona' (2008), la mirada turista de la pareja protagonista, así como la inconsistencia de los depositarios de sus proyecciones, la pantalla pasional que representaban los personajes de Javier Bardem y Penelope Cruz. O, en 'Blue Jasmine' (2013), la enajenación de la protagonista, otra mirada ficcional enquistada en un modelo de vida que se sustentaba en el atrezzo que la decoraba como signo distintivo de posición, un modelo sustentado en los accesorios.



La evolución de Stanley se precisa en las variaciones interpretativas de Colin Firth. En los primeros pasajes, su arrogancia y presunción se evidencia en su elevado volumen de voz, como si actuara en un escenario, y los demás fueran espectadores en la distancia de un teatro, y en la rigidez de sus maneras. Progresivamente, cuando comienza a poner en duda su propia perspectiva, modera y suaviza su volumen de voz, y sus gestos corporales resultan más desenvueltos, expresivos, acordes a la flexibilidad de mirada, de actitud, que va adoptando, o, dicho de modo más preciso, con la que se va empapando. Empapados, de hecho, por la lluvia, Stanley y Sophie se refugian en un observador astronómico. Reconoce que tiempo atrás observaba el firmamento como una entidad amenazante. Ahora, junto a ella, su impresión es otra, incluso opuesta. Hay algún crítico estadounidense que ha cuestionado que los modos interpretativos de Emma Stone no parezcan corresponderse con las de una mujer de su tiempo, pero me parece que eso amplifica la singularidad de ese personaje. Más allá de si es una impostora o no, siempre transpira naturalidad (esa manera de estirar sus piernas sentada en un sofá, o el hecho de que esté leyendo suspendida en un columpio), una mujer desprovista de corsés mentales, una mujer que sabe incluso ser directa con respecto a sus sentimientos, sin miedo a la vergüenza o al rechazo.


'Magia a la luz de la luna', resulta más equilibrada que 'Blue Jasmine', cuyas dos líneas narrativas, o perspectivas femeninas, no acababan de encajar armónicamente. No resulta impostada como 'A Roma con amor' (2012). Desde luego, es una de sus obras, caligráficamente, más elaboradas, gracias a la labor creativa de Darius Khondji, potenciando la cálida y luminosa presencia del entorno natural, y la sensación de apertura y amplitud con los amplios encuadres. Transpira abrazo. Quizá el desarrollo dramatúrgico no sea particularmente original, y no posea la magia, en el mismo grado, que alcanzaba en 'Medianoche en París', pero la evolución narrativa transmite la sensación de que fluye, se despeja y expande, acorde a la transformación de Stanley. Su desarrollo es sutil, sereno, empapado por la genuina naturalidad de Sophie. Así destacan instantes como ese largo plano general en la sala de espera del hospital, durante el cual Firth, orando por su tía Vanessa (Eileen Atkins), cambia su actitud, y la narración realiza un giro en su curso dramático. O esa estupenda secuencia en la que Stanley plantea a su tía sus dilemas sentimentales en un doble curso de diálogo, entre lo que se dice y lo que insinúa la manera de decirlo. En la hermosa secuencia final, Allen efectúa una ingeniosa variante de la dinámica de los números de magia y las sesiones espiritistas, con sus efectos sonoros y su juego escénico de entradas y salidas (de desapariciones y apariciones), en la que los actores se desprenden de las máscaras escénicas y apuestan por la razón para abrazar la vida, esa magia a la luz de la luna donde los cuerpos y las emociones se encuentran y mutuamente se empapan.
http://elcinedesolaris.blogspot.com.es/2014/11/magia-la-luz-de-la-luna.html
cinedesolaris
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